Viernes, 30 de octubre de 2015 | Hoy
Por Flor Monfort
En Perla Pascarelli se resumen muchos de los horrores que puede vivir una mujer que paga con su integridad física y mental los embates de la violencia obstétrica: su calvario empezó el 8 de mayo de 2007 cuando se internó para su cuarta cesárea programada en el Hospital Durand. En apariencia todo había salido bien y ella y su hijo Santino volvieron a la casa familiar en Lugano algunos días después. Pero pronto empezaron los dolores, las pérdidas y ese limbo en el que entra una mujer cuando quiere hacer valer su palabra frente a la mayoría de la corporación médica. Perla decía que le dolía, que no se recuperaba, que los dolores no eran gases como le insinuaban y que una cuarta cesárea le daba algo de experiencia sobre su cuerpo y sus señales. Algo no estaba bien y eso que empezó como una fiebre que se intentaba aplacar en la guardia con buscapina y suero terminó con una infección generalizada, una necrosis y sus cuatro miembros amputados. Aparentemente, durante la cesárea, alguien dejó una gasa “olvidada” en el útero de Perla y el dolor tenue terminó con el peor escenario por no escuchar a la protagonista, por ignorar las alertas y, una vez descubierta la cadena de negligencias, por esperar que se muera en vez de intentar salvarla. El 9 de julio de 2007, mientras la ciudad de Buenos Aires miraba atónita la nieve que caía del cielo, Perla se despertaba de la anestesia que la tragó un mes antes y la noticia fue un yunque pero también una lanza. Enseguida le dijo a su marido Luis que no llorara, que averiguara qué había pasado y que si la iba a dejar que sea rápido, porque ella no podía perder el tiempo. Así se motorizó una lucha en la que nunca se dio por vencida y que recién este año empezó a dejar la sombra de la impunidad. En la causa civil de la que el Gobierno de la Ciudad siempre se quiso lavar las manos e hizo oídos sordos a los plazos establecidos para asistir a la familia, la jueza nacional Silvia Tanzi le ordenó pagar casi 20 millones de pesos en concepto de indemnización para Perla, su marido y sus cuatro hijxs menores de edad. Ahora la Cámara debe ratificar la sanción de la jueza y acomodar ese monto (fijado hace más de seis años) a los valores actuales (cada una de las prótesis que necesita Perla para volver a caminar cuesta cinco millones de pesos, y el lucro cesante y la indemnización a la familia debería cuadriplicar este monto). En febrero, se conoció también la sentencia penal que condenó a probation a las médicas Valeria Cecilia Carrera y Lucía Gabriela Marquez, en una causa que tuvo once imputados que a lo largo del proceso fueron absueltos por falta de mérito. Es decir que es el primero de los ocho años que lleva este caso en los pasillos judiciales que Perla tiene una respuesta clara y concreta de que se ha actuado mal y que el Gobierno de la Ciudad, el mismo que le dio la espalda durante ocho años y el que mandó a su marido a pedirle trabajo a San Cayetano (sic de Horacio Rodríguez Larreta) debe resarcirla. “A mí me decían que no tenían de dónde sacar la partida presupuestaria para indemnizarme pero para Niembro sí supieron de dónde hacer aparecer los millones” dice hoy Perla, con la misma templanza de siempre y en el medio de las tareas escolares de los niños, Juan Cruz y Franco de 16, Oriana de 13 y Santino de 8. En estos años supo de dónde sacar la fuerza y entendió rápidamente que la vía más eficaz para que le prestaran atención eran los medios: la brutalidad de su caso y su innegable carisma hizo el resto. Así recibió la silla de ruedas de parte de Cristina Fernández cuando las huestes de Macri la ignoraban y sigue recibiendo cientos de relatos de brutalidades que el sistema de salud ejerce sobre las mujeres y su autonomía a la hora de parir. Tiene esperanzas en relación a la ley pero sabe que los años que separan la letra de la práctica son de arduo trabajo, capacitaciones y mucho empoderamiento. “Somos nosotras las que tenemos que poner los límites, apoyadas en nuestras familias pero con la seguridad que nos da una legislación. Espero que nunca más se repita una atrocidad como la mía”.
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