INTERNACIONALES
Todo por el agua
El manejo de los recursos minerales –agua, hidrocarburos– está en el centro de las sucesivas crisis en Bolivia. ¿Cómo hace un país sin infraestructura y con un Tesoro nacional raquítico para administrar esos recursos vitales no sólo para sus pobladores? Carmen Peredo, una dirigente comunal, responde desde su experiencia en la cogestión del manejo del agua en Cochabamba que reemplazó a una empresa transnacional
Por Verónica Gago
Desde Cochabamba
Carmen Peredo deambula por la fiesta de San Benito, en el pueblo de Taquipaya, a unos cuarenta minutos de la ciudad de Cochabamba. La fiesta popular de la cosecha de duraznos de la zona se adueña del domingo, bajo el rayo del sol y los aromas de todas las comidas que se mezclan en una sola plaza. Allí se juntan los pequeños productores de la región, cuyos sembrados dependen de la administración comunitaria del agua de riego. Carmen es referente de la Federación Departamental Cochabambina de Regantes (Fedecor), una de las organizaciones que protagonizó la Guerra del Agua en 2000 que –según relatan los que allí participaron– fue el primer caso de expulsión popular de una empresa trasnacional, en este caso la privatizadora de agua Bechtel (Aguas del Tunari). Formando parte de la Coordinadora en Defensa del Agua y de la Vida que se constituyó entonces, la organización de los regantes aportó a esa lucha toda una ancestral organización campesina de autogestión del agua. Demostró así que había alternativas de manejo popular para un recurso vital que ya estaban en práctica. Desde hace cinco años llevan adelante –no sin problemas– una forma de cogestión de la empresa estatal Semapa, con control de los movimientos sociales. Hoy esa experiencia es un antecedente discutido en todo el país sobre qué significa en términos concretos la gestión comunitaria de los recursos naturales y sociales.
–¿Qué quiere decir ser regante en Bolivia?
–Es la gente de las comunidades campesinas que tiene el derecho de agua propia –tienen pozos, lagunas, represas– y se han organizado en torno del agua. El Estado muchas veces no cumple todos sus roles en cuanto a dotación de servicios y son los barrios y las comunidades que de forma autogestionaria, con sus propios recursos económicos, van dotándose especialmente de agua potable y en algunos casos de alcantarillado.
–¿Ser regante y ser campesino es equivalente?
–Sí. Todos los regantes están en el campo. Hay muchos que son de extracción originaria y también hay gente que no es originaria pero que está cumpliendo actividades agrícolas en las comunidades campesinas.
–¿Desde cuándo están organizados?
–Desde siempre. Toda la vida, desde el incario. Nunca hemos tenido un Estado que resuelva todos los problemas, y las comunidades campesinas y las OTB (Organizaciones Territoriales de Base) han resuelto las cosas de forma comunitaria. Ahora, empezamos a tener mayor formalidad desde 1985 que es el año que se empieza con todo el proceso de privatización de las empresas y de los recursos naturales del país, y en el ‘97 nos creamos como Federación. A nivel nacional, después de la Guerra del Agua enCochabamba, se inicia todo un proceso y en el 2003 se funda la Asociación Nacional de Regantes.
–¿Qué es lo que pasó en el ‘85 exactamente?
–El ‘85 es el inicio de todo el modelo neoliberal a través del MNR. El Estado deja de tener el rol que cumplía hasta entonces. Las empresas nacionalizadas más importantes se transfieren al sector privado trasnacional. Varios sectores estratégicos del país pasan a manos privadas y se empieza a discutir la privatización del agua. Nace entonces la Federación para defender sus derechos e impedir la privatización del agua en general porque nuestra organización también trabaja con el agua potable: es decir, nuestra organización es de regantes y de sistemas comunitarios de agua potable.
–¿Hay un momento específico en que esa autoorganización histórica se transforma en un movimiento político?
–No. Bueno... político en el buen sentido de la palabra sí, porque hay formas políticas que pueden ser de privatización, de estatización o autogestionarias. En el buen sentido de la palabra yo creo que la Federación es una organización que defiende determinadas políticas en cuanto al tratamiento del agua.
–¿Son muchas mujeres en la Federación de Regantes?
–¡Claro! Los regantes son la misma economía familiar donde participan los niños, las mamás, las hijas, los hijos. Y en la Federación somos más de 70 mil familias.
–¿Cómo participaron en la Guerra del Agua?
–Los regantes han sido la base de la guerra del agua. Nosotros empezamos la primera movilización el 5 de noviembre. No existía la Coordinadora del Agua todavía. A los regantes nos avisan de la ley de privatización del agua y hacemos talleres en todos lados, revisamos el contrato con Aguas del Tunari y empezamos con la movilización. Después, el 12 de noviembre, a través de la Federación, se llama a una gran convocatoria de todas las organizaciones sociales porque vemos que sólo como área rural no íbamos a poder luchar contra todo lo que estaba pasando. Se llama a un ampliado departamental y es ahí donde conocemos a otros sectores y compañeros. En todo el proceso, los regantes fuimos los que paralizamos con bloqueos toda la ciudad. A nivel rural yo creo que es la fuerza más importante por el compromiso que tenemos con la defensa de los usos y costumbres. Al margen de la ley, que desconocía los derechos consuetudinarios de los usos y costumbres, el contrato de privatización pasaba a concesión de Aguas del Tunari todo lo que significan las fuentes de aguas del Valle Central y del Sacava.
–¿Las estructuras y modos de movilización fueron los mismas que utilizaban para autogestionar el agua?
–Se tienen formas propias de manejo. En los momentos de bloqueos se utilizaba la rotación y las ollas comunes. Internamente en las comunidades se decidía si salía un 25 por ciento la mitad de la comunidad y qué rol iban a cumplir los demás. La de las comunidades es gente muy organizada y siempre se han caracterizado por solucionar sus problemas según los usos y costumbres. Se ha manejado de esa manera también toda la movilización.
–¿Cuál es la motivación de la gente para integrar la Federación?
–Creo que lo que les mueve a confiar en la Federación es que nosotros hemos demostrado resultados. Hemos logrado cambiar la ley del agua potable que existía por otra que se impuso en la Guerra del Agua que hace respetar los usos y costumbres. El año pasado hemos hecho aprobar una ley de riego que es muy interesante porque dentro de la institucionalidad del gobierno están las superintendencias, cada uno con un superhombre, y nosotros hemos logrado que en vez de este superhombre exista un servicio nacional de riego con participación mayoritaria de los regantes. Es decir, los regantes pasan a ser autoridad de riego y de forma mayoritaria: de oncepersonas, nueve van a ser regantes autoridades. Es decir, estamos cambiando la forma de institucionalidad para que haya control social y participación de la gente. A la empresa de luz Elfec de la trasnacional PPL de Estados Unidos le hemos sacado la rebaja del 73 por ciento de las tarifas para los regantes y comités de agua. Y este año enfrentaremos por la tarifa social para los barrios de Cochabamba. Hemos conseguido becas en la universidad para los hijos de los regantes. Es decir, vamos mostrando resultados y eso da mucha confianza en la organización.
–¿Por qué el agua como demanda logró involucrar a sectores diversos?
–El tema es que todos utilizan agua potable. El agua es todo. Y que a una familia le saquen su agua en el campo o le aumenten un 200 por ciento la tarifa en la ciudad toca tu bolsillo y a la vez decís ¡pucha, es una trasnacional! Ahí empieza la valoración del agua como un bien común. Nunca nadie pensó que las trasnacionales iban a hacer semejantes barbaridades, que iban a venir por el agua también.