MODA
Escudriñando la pasarela
Febrero es el mes, aunque a muchas nos cueste creerlo, en que los diseñadores sugieren lo que traerá el invierno. Y que por suerte es complicado de resumir, ya que cada autor o marca presentó propuestas distintas por las texturas, la inspiración o el método de trabajo.
Por Victoria Lescano
El puntapié inicial lo dio Martín Churba con la colección Un dress y la estampida de un grupo de atletas que lucían su último modelo de zapatillas doradas desarrolladas en alianza con la firma Puma y que, en la puesta del pabellón Ocre de la Rural devenida simulacro de estadio Olímpico, estuvieron a tono con los destellos de una instalación con lámparas de cristal Swarovski.
Por ese circuito se vieron bellos vestidos rosas derivados de la lencería y otros blancos y grises con aditivos de piedras para la noche, pantalones inspirados en deportes ecuestres en materiales dignos de altas competiciones y conjuntos de faldas y chaqueta estilo college en línea A y estampas escocesas aun en las medias 3/4.
Entre los accesorios de la firma que hace de la experimentación con estampas y texturas su manifiesto, se sumaron las corraleras de cuero y las carteras textiles en formato sobre, menudier con manija o mochila.
Hacia el final, mientras las deportistas cambiaban las postas y las modelos saltaban sobre botitas de taco aguja o chino y al ritmo de las poesías de Marosa Di Giorgio remixadas con trip hop, Churba y su equipo de diseñadores saludaron cual deportistas en un podio, brazos en alto, la presentación de la que luce su colección más adulta.
El estilo folk fue reinterpretado tanto por la marca Rapsodia, en versión Joan Baez y Janis Joplin muy glamourizadas y con faldas de línea A en brocato y con hilachas y capelinas de fieltro. Nadine Zlotogora investigó en el folklore polaco y reflejó sus formas circulares tanto en las estampas, la sastrería para hombre, mujer y niños como proyecciones, mientras que Araceli Pourcel trasladó sus investigaciones sobre estilos latinoamericanos a bordados, remixes de cintas sobre faldas transparentes, suéteres y pantalones con siluetas deliberadamente extra large y vestidos con citas poéticas. Hubo dejos de folk de San Salvador de Bahía en la colección de Objeto, rica en ornamentos más cercanos al animé y prendas derivadas de sus antiguos experimentos en inflables.
Jessica Trosman suele llamar a su estudio contiguo a la cancha de Atlanta La Fábrica y desde ella perfecciona un método de trabajo centrado en los experimentos con volúmenes, las siluetas holgadas y el armado de prendas que el usuario pueda modificar a su antojo, siguiendo el manual de instrucciones digno de la construcción de kits de aeromodelismo. Buena parte de la producción se dirige a tiendas del exterior como el showroom parisino Mc2.
El decorado escogido por Trosman, múltiples sillones confortables y con tapizados raídos y un cortinado de terciopelo rojo fueron los indicadores de una colección madura llamada Fotos, donde abundaron tonos uva, verde, violeta y negro en pantalones, overalls, pero también las faldas ladylike a la rodilla y vestidos strapless con volados. Tuvo aportes en estilismo de David Pollak, habitual colaborador del brasileño Alexandre Herchcovitch. Un caso rara avis de asociación glamorosa entre alta tecnología para el hogar y alta costura fueron dos sublimes vestidos inspirados en mariposas negras que Pablo Ramírez hizo para acompañar un nuevo modelo de lavarropas Whirlpool (Trosman y Celedonio Lohidoy aportaron también sus conceptos para ese fetiche high tech).
Perfectas fue el título que Vero Ivaldi dio a su colección en tonos de rosa, celeste, verde agua y naranja, con una puesta de pirotines que funcionaba de pedestal para cada modelo y que resultó de las más atractivas de la semana.
Las modelos con pelucas rubias ideadas por Diego Lacassagne suprimieron los cambios de vestuario tras bambalinas y mostraban los trajes de manga globo y farolito para, luego de quitárselos, colgarlos en percheros a la vista. “Me inspiré en los epígrafes de producciones de moda de los años ‘50, que mostraban a una mujer yendo a un supermercado con un tapado de Christian Dior o bien horneando pasteles, pero aclaraba que este vestido no es para esa ocasión. Pensé además en el optimismo llevado al consumo masivo, y en agregar terciopelo, un material muy acorde con esta ironía del lujo”, dijo Ivaldi.
La diseñadora Cecilia Gadea continuó y perfeccionó sus experimentos de superposición de antiguas texturas procesadas con cortes y molderías de avanzada con influencias de la paleta de colores del artista Anselm Kieffer: así algunas texturas caladas en negro fueron aptas para un vestido negro en línea A y caída perfecta pero también para una camisa de manga corta para hombre, y los remixes de muselina y cashmere en tonos de celeste y marrón irrumpieron en chaquetas femenina y masculina que Gadea comercializa en su nuevo local de la calle Ugarteche 3300.
Los experimentos con texturas y molderías continuaron en la pasarela de Vicki Otero, experta en reinterpretar molderías de antaño. Descendiente de una eximia modista y del fundador de las camisas masculinas Otero, la diseñadora remixó camisas con chalecos y levitas aggiornadas en tonos de rojo y negro y sumó vestidos strapless con estampas pictóricas.
En el apartado invitadas especiales cautivó la propuesta de Gaba Esquivel, una diseñadora entrerriana que se formó en moda en París, en el estudio Bercot, y mostró su primera colección luego de la separación de su socio Thomas Vasseur.
Bajo el slogan “En estos días ser yacaré no es fácil” mostró una pequeña y sofisticada colección inspirada en el clima del litoral. Contempló trajes sastre en amarillo o naranja adornados con turbantes y sombreros, elegantes pantalones y musculosa de tweed y trench coats con rastras gauchas enfatizando cinturas.
El debut local en pasarelas correspondió a Mariana Cortéz, diseñadora de Juana de Arco, una de las primeras tiendas de Palermo y ahora pronta a abrir una tienda en Japón. La propuesta, inspirada en los trabajadores rurales, tuvo sorprendentes remixes de lana, abrigos de barracán e ingeniosos vestidos mini con patchworks, que le permitieron acompañar su línea de lencería.
Unmo llevó a su máxima expresión y con mucha gracia las siluetas para clubbers, femeninos y masculinos, mediante abrigos colosales en tonos dorados y cobre, guantes surrealistas con capuchas en homenajes al comic y los personajes de ciencia-ficción que él idolatra. Entre vestidos con capas de su propuesta de alta costura para galas electrónicas se destacaron los vestidos viso y strapless con estampas en gamas de azul y rojo, el agregado de tacos altos y las cadenas doradas con medallas Unmo.
La colección de Hermanos Estebecorena se presentó mediante una filmación in situ de un falso casting para una hipotética señal televisiva llamada Hermanos Estebecorena TV. Los modelos posaron sus últimas creaciones de pantalones, medias y calzoncillos que resultan de estudios ergonométricos, chaquetas de cuero, camisas para galas y parkas con tela de frazadas. Laseñal tuvo una ingeniosa animación primitiva de una joven japonesa que interactuaban con proyecciones de salones anticuados o animales que habían inspirado las estampas de buzos.
La antítesis de ese clima intimista fue el megashow que al cierre, el último viernes por la noche, Mariano Toledo ideó para mostrar la colección Celta en un anfiteatro de Vicente López. Hubo una orquesta sinfónica en vivo, carromatos con pizza, helados y champaña, en simultáneo con un show abundante en siluetas sexies y buena sastrería en cuero, paños y pieles. Pero el formato de epopeya, marca de fábrica de Toledo, se volvió confuso y casi pero no del todo bizarro con la aparición de algunos personajes sobre zancos y otros que se arrojaban desde la sogas de una proa vecina al Río de la Plata.