Viernes, 25 de noviembre de 2005 | Hoy
VIOLENCIAS II
Nahuel García es de los que necesitan ver para creer. Al menos es lo que le pasó cuando lo convocaron desde organismos no gubernamentales para que tome testimonios de mujeres víctimas de violencia que, en formato documental, construyeron Rompiendo el silencio, un video destinado a la prevención que conmovió, antes que a nadie, al propio director.
Por Sandra Chaher
El segundo día que grabamos, estábamos escuchando el testimonio de una maestra, una mujer que además de contar su caso reclamaba que la Justicia hacía poco por ellas, y en un momento fui al baño, me mojé la cara, me miré al espejo y dije ‘pibe, qué te pasa’, porque estaba tan angustiado que me costaba concentrarme.”
Desde que se sentó a la mesa del bar, Nahuel García habla sin parar. La mente y la mirada sumergidas en el recuerdo del diciembre caluroso del año pasado, cuando grabó los testimonios de Rompiendo el silencio, un video sobre mujeres víctimas de violencia que fue presentado hace pocas semanas en el British Council. “Yo venía de hacer El tren blanco, el largo sobre los cartoneros. Para mí éste era un tema nuevo.”
Rompiendo el silencio surgió de una iniciativa de dos organizaciones no gubernamentales –Fundación Mujeres en Igualdad (MEI) y el Centro de la Mujer de San Fernando (Cedem)– y el British Council, que venían trabajando conjuntamente sobre violencia y acceso a la Justicia. Una de las patas de ese programa fue la realización de este video documental –financiado por el British– en el que intentan mostrarse las dificultades de acceso a la Justicia de las mujeres víctimas de violencia, y que se realizó con el objetivo de que pueda ser visto por la mayor cantidad de mujeres posible.
–¿Qué fantasías tenías sobre lo que podías escuchar?
–Yo necesitaba responder preguntas. No podía entender que un hombre le levante la mano a una mujer, y que una mujer lo soporte y perdone.
–¿Encontraste respuestas?
–No (se ríe). Y no sólo eso sino que me quedé con muchísimas ganas de haber entrevistado a un varón, porque es la parte que más me cuesta entender. Cómo pueden pasar el límite de la violencia y hacer cosas como las que contaron esas mujeres. Porque además, hasta donde yo sé, estos hombres golpeadores fueron golpeados o abusados en su niñez. Y entonces quiero saber más. Es un tema que el día de hoy me sigue movilizando. La cabeza me hizo click. Ya no leo los diarios de la misma manera. Y veo situaciones de violencia donde antes ni me daba cuenta. Miro un partido de fútbol y percibo la violencia entre las dos hinchadas. Veo más lo cotidiano, que quizá antes me pasaba por al lado y nada.
–¿Cuál fue el testimonio que más te conmovió?
–El de una mujer que cuenta que el tipo puso una cuchilla de cocina entre los dos a la noche en la cama. Y que ella no durmió esperando el cuchillazo, que trataba de no moverse para no sentir el frío del metal en la espalda. Esa misma mujer después contó que, ya separados, el marido se llevó dos meses al hijo, de dos años, con él, y cuando volvió ella lo notó raro. Lo llevó al médico y le dijeron que había sido abusado, probablemente violado. Cuando escuché eso cerré. Cuando después escuchaba los testimonios para editar, esa parte la adelantaba, nunca más volví a verlo.
–¿Cómo fue tu vida durante el tiempo de grabación?
–Uh... Llegaba a casa y me autoevaluaba como padre, como esposo. Lo hablaba con mi mujer, le decía que estaba angustiado, que no entendía cómo las mujeres volvían a estar con hombres que las trataban así. Yo creo que es un juego incontrolable de los dos lados, por algo la mujer perdona y pasa esa cosa cíclica de que retornan y retornan. Pero para mí fue terrible. Me llevó muchas sesiones de análisis. Y llegué a imaginarme cómo sería yo si fuera violento.
–Lo planteás como si hubieras entrado a un mundo ajeno. En la vida de todos hay continuas situaciones de violencia.
–Sí, pero sin pasarte de la raya. Al hacer las entrevistas vi por primera vez lo que te puede pasar cuando trascendés la raya. No hay retorno. Y hay que tener cuidado con lo que uno dice porque la violencia está ahí. Claro que todos la tenemos, pero hay que controlarla. Porque el que pega es un hombre con dos manos, dos piernas y dos brazos, un hombre común y corriente que no se pudo controlar y mató a una mujer. No es un extraterrestre.
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