El eje es el mal. Y anida en la ocurrencia negra de que el aborto será el único atajo para resolver un embarazo no deseado (sin embargo, adviértase que el aviso refiere, y no al azar: “embarazo inesperado”). Sucede que en el Centro de Ayuda que funciona bajo el paraguas de la Fundación Retoño, sus operadoras, egresadas de la Universidad Católica Argentina, ofrecen consultas gratuitas a mujeres desesperadas por sus embarazos no queridos agregando sal a la herida con el video inicial de un aborto y un cuasi monólogo a cargo de la egresada made in UCA. Dos horas de una treta para desarmar la voluntad y triturarles la ya resquebrajada fragilidad a aquellas que anhelaron en el clasificado signos reales de ayuda, no esa solución viscosa de culpa y demonización que va amasando (fuerza decirlo, con brillante artesanía) la que al cabo de la entrevista se descubre como “un cuadro” católico. Todo el tiempo señalando hacia el vientre de la mujer, refiriéndose al “hijo que tenés ahí” como “una luz” y al aborto como “una sombra, una droga, porque como las drogas, el aborto se convierte en un acto de estímulo-respuesta”(?) Sostiene la operadora que ya nada importa más que ese otro que está por venir. Que la situación de desempleo de la madre ya se resolverá, que la ausencia de un padre para ese hijo no es suficiente argumento “porque vas a ver que se puede”. Que en definitiva ese embarazo no es casual y Dios siempre provee. Por lo menos en lo inmediato, el Centro de Ayuda entrega ropita, pañales y leche a las ovejas encarriladas que decidieron continuar con sus embarazos, talleres grupales y hasta un centro “de rehabilitación” para mujeres violentadas o con la autoestima baja por infinitos padecimientos. “Ahora tenés una responsabilidad muy grande, todas tus fuerzas deben estar puestas en este niño. Cualquier otra preocupación que te desvíe de él sería un acto de egoísmo. No permitas que el mal (ergo, aborto) pueda con vos, porque si no tu vida nunca volverá a ser la misma”. Cierre y despedida.