Viernes, 1 de diciembre de 2006 | Hoy
MODA
La semana de la moda de Asunción, al modo de los típicos mercados latinoamericanos, tuvo espacio tanto para el lento ritmo de las tejedoras de ao po’í –herencia de los guaraníes– como para vestidos recargados por los que Barbie hubiera soltado una lagrimita. De todo, y muy sudaca.
Por Victoria Lescano
En el lobby del hotel Sheraton de Asunción del Paraguay, sede de la quinta edición del Asunción Fa-shion Week, un grupo de asistentes comenta la trama y también los atuendos plumarios de Los Chamacocos Bravos, un documental sobre rituales y representaciones de los dioses de los Tomáraho, subgrupo de los chamacoco-ishir en peligro de extinción que habita el Alto Paraguay; otro regresa de un tour antropológico por las antiguas mercerías que comercializan manteles de ao po’í y guirnaldas de flores de los aledaños del Mercado cuatro, y algunos se dirigen a la Fundación Ricardo Migliorisi para contemplar la muestra Cambio de Piel, desarrollada como correlato de la semana de la Moda. Otros, simplemente, se redimen del extremo calor en una pileta del piso 10 con vistas selváticas.
El calendario de actividades ilustra las fusiones entre tradición y arte popular, la vanguardia, la industria y el entretenimiento que se desarrollan en un nuevo y atractivo caso de moda latinoamericana que entre el 7 y el 12 de noviembre convocó a diseñadores del Paraguay, Brasil, Colombia, Ecuador y la Argentina. Las cifras remiten a 30 desfiles, una apertura oficial con pasadas de artesanías hechas en el Paraguay desde la época de la colonia, el sólido rescate con lenguaje contemporáneo de textiles regionales que exhibe la firma Pombero, los coqueteos con el avant garde de las promesas del diseño de autor como Viuda Ramírez y Yamil Yudis Yaluff, propuestas de streetwear de Uptitude, Ocre o La Trinidad. Y al cierre, una ironía sobre los desfiles de antaño y narraciones sobre modos de uso de indumentaria masculina con ropa de los diseñadores argentinos Javier y Alejo Estebecorena, un formato que en las pasarelas del invierno argentino narraron Teté Coustarot y Fernando Bravo y en el Paraguay desarrollan con gracia extrema los conductores de TV Mario y Pelusa.
Pombero, la firma diseñada por Rodrigo Jacks, alude en su nombre a una criatura nocturna y en su declaración de principios de diseño enuncia: “Rescato el ritmo con que las mujeres campesinas dan puntadas a sus bordados, hablo de una vida ligada a la naturaleza y en un contexto subtropical que se refleja en los patrones de cada bordado”.
En la pasarela se los pudo apreciar en un desfile con preámbulo de danzas y cantos guaraníes y jóvenes de una compañía folk vestidas con túnicas y algunos hot ítem de la marca: la pollera Lengua Tañan (falda negra de línea A, con guardas bordadas en delanteros y bolsillos), visos en tonos rojos y negros. La colección se compone también de camisas, túnicas, camisas símil bata con bordados tañan, pero admite remeras de algodón impresas con expresiones localistas.
Los diseñadores Fernando Preda, nieto de una modista de alta costura llamada Viuda Ramírez a quien él homenajea en su marca, y Yamil Yudis Yaluff, descendiente de una familia dedicada a la industria textil, tienen en común una aproximación vanguardista a la moda, pero además coincidieron en el calendario el jueves a la noche y en la propuesta cromática rica en tonos de rosa, amarillo y blanco. Sus prendas se comercializan en un café de diseño situado en la planta baja del Shopping del Sol.
Mientras que las pasadas de Viuda R, vestidos y trenchs en amarillo tenue, blanco y rosa tuvieron estampas en homenaje a la burrerita de Lambaré en siluetas sofisticadas en su construcción, Yamil Yudis hizo una apuesta que subvirtió convenciones de vestimenta masculina por las combinaciones de pantalones rosa con corbatas blancas y gafas al tono, inspirada en el calor del Paraguay, y cuya puesta recordó una versión tropical y latinoamericana de los Beach Boys o los Monkees con atuendos new wave.
Vale aclarar que la carrera de indumentaria no está instaurada a nivel universitario, muchos de los diseñadores se forman en producto en los abundantes talleres de la zona que producen también para firmas argentinas (según cifras de la Cámara Argentina de la Moda, un 15 por ciento de las prendas consumidas en la Argentina se importan de talleres del Paraguay).
Una propuesta darkie llegó del lado de Sergio Tolse, diseñador de la firma Verdad Consecuencia: a los invitados a la pasarela con simulacro de templo gótico se les obsequiaban rosas rojas con un manifiesto que hablaba de la fusión del punk rock inglés con estilos callejeros del Japón, rico en accesorios de metal, cuero y detalles de animé colorido con recursos del Paraguay.
La modernidad en el estilismo y una bajada de las tendencias llegó vía la marca Uptitude: de bermudas remixadas con t-shirts en rayas contrastantes, rematadas con lazos de cuero, vestidos de lunares y collares dispuestos a modo de pin, camisas blancas de broderie y, entre la colección masculina, shirts con estampas rescatadas de las cerámicas populares del Paraguay. Fue muy comentada la campaña oficial de la marca con modelos posando en jeans en un bosque lisérgico atiborrado de hongos.
Mientras que La Trinidad hizo de su versión tropical del estilo marinero otra propuesta atractiva: shorts, faldas y cuerpitos de corte strapless en rayas coral, verde o gris y fabulosos tocados de hojas y flores. Pero el cortinado kitsch desentonaba con la propuesta y lucía más acorde con la propuesta de Geisha, vestidos de cloqué o bambula y soleros con corsage atiborrado piedras que hablaron de un tono casero, que simboliza otra modalidad en los estilos latinoamericanos.
Mientras que la firma brasileña Cavalera, grifa consagrada a los desarrollos en jean creada por el baterista de la mítica banda Sepultura, desde que sumó a un grupo de jóvenes diseñadores graduados en la escuela paulista Santa Marcelina exploró formas y estampas con citas a la tropicalia, la diseñadora colombiana Elia Abouchade, una estudiosa de la historia de la moda y el arte, trasladó a la colección Flor de Asfalto sus influencias de Barranquilla. Remixó citas al cine de Chaplin en los tocados, vestidos cortos de algodón y prints de batik, chaquetas cortas y entalladas con escotes siempre pronunciados.
Y Mike Vilar, otro representante de la moda hecha en Colombia, reenfatizó su culto al cuero de colores en una línea de trajes de baño enteros con cordones y bikinis en texturas de nobuk y becerros teñidos en rojo, verde esmeralda o dorado.
Tatiana Flores, diseñadora de Ecuador y suerte de cultora del estilo Bob Mackie (no en vano suele vestir a las participantes del certamen Miss Universo o celebridades de su país), propuso atuendos para soirée que remixaban leopardo y encajes típicos del Ecuador. Al cierre, la modelo Leryn Torres, chica amazona que ostenta el título de campeona nacional de jabalina, llevó traje negro transparente con superposición de faldas que Barbie adoraría usar en sus galas camp.
La ovación correspondió a la diseñadora argentina Cecilia Gadea, quien el viernes por la noche presentó su colección inspirada en paisajes de playa de principios de siglo XX con recursos de corte y avíos avant garde. Espaldas descubiertas, visos con cortes orgánicos, trenchs y petit chaquetas en tonos blancos, verde, arena y también en denim.
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