Viernes, 29 de junio de 2007 | Hoy
PERSONAJES
La televisión desembarca –¡otra vez!– en la oferta cultural infantil. Mientras Matías Alé amenaza con salir a los barrios a contarles chistes a los niños y Maru Botana pasó de la cocina televisiva al teatro, Iliana Calabró se pone al frente de El Ratón Pérez. ¿Que sólo hay un modelo posible de espectáculo capaz de interesar a niñas y niños sin necesidad de chistes malos y obvios? Estas diez diferencias entre Iliana y Fiona son sólo un buen comienzo para demostrar lo contrario.
Por Luciana Peker
Fiona es la neoprincesa. Ella prefirió dejar su lugar en los cuentos de hadas para ser la propia protagonista de su vida, elegir a su amor y luchar para salvarlo a él y, así, salvar a su reino. Fiona no es la típica princesa y, cuando está en peligro, es hábil, fuerte e inteligente para salvarse y salvar a los demás. Es una princesa de un nuevo pueblo, en donde las mujeres no están dos pasos atrás, sino adelante o al lado. Fiona representa una relectura de los cuentos clásicos –que clásicamente sirvieron de pantalla para relegar a las mujeres a la subordinación de los varones– y se muestra hoy como una neoheroína que no es ni modelo ni princesa, sino una mujer fuerte, valiente y más ocupada en cumplir con sus deseos que con los mandamientos ajenos.
Iliana es la neodiva. Su cuento de divas fue hacerse conocida... después de actuar de parteneire en El contra de su papá, Juan Carlos Calabró, tener en contra a su papá en el sueño de hacer carrera propia, ponerse en contra a algunas compañeras para tener cámara, y hasta llorar en cámara para que su voz finita la haga llamativa y la llame Marcelo Tinelli a cantar por un sueño. “Soy la diva del pueblo”, se atribuye.
Fiona quema el corpiño. En Shrek Tercero se ve a Fiona y otras princesas reconvertidas en liberadoras de Shrek y, a la vez, decididas a liberarse a sí mismas del mandato de princesas pasivas. Fiona toma su vida –y la de su amado– en sus propias manos en posición ninja y, como una metáfora histórica del film –en tono de humor, pero en referencia concreta al feminismo–, se muestra a Fiona y sus princesas quemando un corpiño en la hoguera, en referencia a la liberación femenina de los sesenta en donde la quema de corpiños representaba –antes del push up– el corte con el encorsetamiento del cuerpo.
Iliana se saca el corpiño. Ahora ya encabeza, pero otras temporadas teatrales, para salir del mostrador que la tenía relegada al segundo plano de su papá o Antonio Carrizo en el mostrador de Canal 9 o a la sombra de su hermana menor –encima universitaria, para la baba de su papá y penuria de los televidentes que tenían que tragar a Marina Calabró por analista sesuda–, Iliana se sacó el corpiño en el teatro para que, topless mediante, alguien la mirara a ella. Por ella misma.
Fiona busca ser libre. Ella es una princesa destinada a buscar un cuento de princesa, a ser linda, frágil, preservada y salvada como una princesa y que decide enamorarse de un ogro y desempolvarse de los mandatos y mentiras de la vida de una princesa. Ella decide decidir por sí misma, incluso con quién casarse a pesar del destino –de coronita y anillo– que ya le estaba destinado.
Iliana desafinó “libre”. Iliana era mediática, pero se hizo famosa cantando –buah–, dando la cara –y no la nota– con el tema “Libre” junto con su soñador, Ricardo Rubio, en Showmatch. “Mi carrera empezó hace muchos años junto a mi papá pero me convertí en un personaje popular y querido cuando el jurado de ‘Cantando por un sueño’ me empezó a criticar después de cantar “Libre”. Desafinamos tanto que para resistir tuve que crear un personaje. Me dio resultado porque cantando pésimo ganamos, ¡y hasta saqué un disco! ¿Te conté que ya estoy grabando el segundo CD?”, le preguntó al periodista de Gente.
Fiona naturalizada. La bella princesa Fiona, en realidad, escondía una apariencia ogrorosa. Cuando se enamora de Shrek, primero, se muestra hermosa, pero, después, puede salir a la luz y mostrarse verde, rellenita y con la nariz hinchadita, como ahora y como era, realmente, ella misma. A diferencia de Patito Feo o Betty, la fea la minifealdad –o la no similitud con Barbie– no son una transición, sino que Fiona sigue a través de las películas siendo como es: una bella ogra. ¡Y gordita también! (¿o uno de los mayores cucos de la modernidad no son los kilitos de más?).
Iliana adelgazada. Ella lo conoció a El, Rossi, a sus 13 años y desde ese momento se enamoró. Pero ella era –horror de los horrores– gorda. “Yo estaba muerta con él y no me daba bola porque yo era gorda, peluda.... Resultado final: un bagayo”, confesó, en una confesión que la lleva a la gloria de la belleza moderna. Linda no se nace, se suda, se opera y se adelgaza.
Fiona es otra historia. Fiona les sirve de inspiración a las otras princesas de Shrek Tercero –Blancanieves, la Bella Durmiente, La Cenicienta, Rapunzel y Doris, la única disonante– para que resuelvan los problemas por sí mismas y se ayuden entre ellas a encontrar su fuerza interna. Cuando se ven atrapadas por El Príncipe encantador –el malo que quiere tomar el poder del reino de Skrek y Fiona: Un lugar muy lejano–, la Bella Durmiente quiere dormir y Rapunzel esperar a ser rescatada. Fiona, en cambio, decide salir del entuerto por ellas mismas. Un modelo de revisión de la historia que nos contaron y de la revalorización de la autonomía femenina.
Iliana repite la historia. Iliana se vende como un modelo de mujer moderna porque es sexy. Ella cree que su aggiornamiento está en su cuerpo, en mostrarlo y disfrutarlo. Vende una imagen de la mujer sumisa “le debo todo a mi marido” y que plancha camisas –porque nadie las plancha como ella– y hace el tiramisú –porque nadie moja las vainillas como ella–. Hasta hace una publicidad televisiva para decir cómo está de agotada entre que se levanta de la cama, trabaja, entrena, cocina, mira cuadernos y se acuesta en la cama. Vende –en grotesco– el modelo de la mujer que para ser independiente tiene que depender de un hombre y además comprar su libertad con el precio de hacer más de lo que hacía su mamá, pero no dejar de hacer nada de lo que hacía su mamá.
La mamá de Iliana es Coca. No se la conoce. Se la ve en fotos. Parece que no habla porque siempre estuvo detrás de su marido o al lado de ellas. Sólo se la ve flaca y quemada, siempre quemada. No la apoyó a Ili en su carrera de diva. “A los 35 decidí empezar a mostrar mi cuerpito para ser vedette. Se vino el quilombo: a mi familia no le gustaba nada que apareciera ligera de ropitas y haga escándalos como eso de andar besándome con Jessica Cirio en el teatro de revistas”, le contó Iliana al periodista Pablo Procopio.
La mamá de Fiona es Lilian. La reina Lilian no sólo juega a favor de su hija en elegir al amor de su vida –Shrek– y no al que correspondía –El príncipe encantador–, sino que también se convierte en un ejemplo de fortaleza para su hija cuando demuestra su espíritu combativo y sus dotes cerebrales al derribar varios muros con su cabeza. Literalmente.
Fiona y la familia que quiere ser. Fiona y Shrek se casan en la primera película, en la segunda él conoce a la familia de ella y en la tercera parecía natural que tuvieran familia. Sin embargo, Shrek está convencido de que va a ser un mal padre y está muerto de miedo frente al embarazo de Fiona. Después, sin embargo, termina encantado revolcando los críos por sobre el lodo del hogar que construyen con Fiona.
Iliana y la familia que debe ser. La vida como debe ser se la contó Iliana a la revista Gente: “Lo conocí en una playa de Mar del Plata y me hice amiga de toda su familia para llegar a él: era mi amor imposible. En ese tiempo, imáginate, ¡ni me miraba! Después, cuando cumplí los 22 mi cuerpo ya había cambiado y me invitó a salir. A los dos años lo casé. Y después vinieron los chicos, como tenía que ser...”
Fiona y el sexo que puede ser. En la última parte de Shrek se los ve jugando con sus hijos, cambiándolos, dándoles de comer, atendiéndolos y tirándose en la cama con ojitos pícaros de “ahora sí me toca a mí”. En la escena siguiente se ve a Shrek y Fiona completamente dormidos: no dormidos, acostados, ensoñados, sino rendidos ante la vida. La maternidad y la paternidad son arrolladoras. La verdad que se muestra en la película es que no hay cuerpo ni día que –al menos todos los días– den para todo.
Iliana y el sexo que debe ser. Iliana se hizo famosa en la tele mostrando a su marido, El Rossi –que llegó a ir al programa Acoso Textual, por marido de... y comentando entre canto y canto con Marcelo Tinelli la performance sexual de la pareja–. Según el cronómetro que contó Iliana, ella se levanta a las 5.45 de la mañana, a la 1.30 –de la madrugada– llega a su casa. Todavía mira la tarea de sus hijos. Pero antes de acostarse “lo busco al Rossi para hacerle unos mimos”. El Rossi cumple, Iliana dignifica.
Iliana va a sacar una muñeca. “Firmé contrato para comercializar mi marca: pronto van a salir perfumes, cartucheras, carpetas, juegos y hasta muñecas con mi cara. Seré una Barbie antidiva, más natural. En cualquier momento lo convenzo a El Rossi para que me haga de Ken”, anunció.
Fiona sale del molde de las muñecas. Ella también es parte del megamerchandasing que cualquier película, y más una exitosa como Shrek, arrastra con cualquier lanzamiento cinematógrafico. Sin embargo, Fiona rompe el molde de las muñecas a las que hay que dar de comer, las que no comen o las que son tan aburridas como pan comido. Fiona representa una muñeca para jugar, pero, también, para inventar nuevos moldes en los que espejarse o reinventarse.
Fiona es un personaje para chicos. En las películas de animación para chicos cada vez hay más guiños para los adultos . Sin embargo, ese humor con líneas para padres y madres no convierte al cine infantil en un cine para adultos en miniatura. Shrek tercero es una película –y un boom– en el entretenimiento infantil que demuestra que no se trata de hacer humor sano –en el sentido insano de tomar a los chicos por tontos– sino que con ritmo, animación y tecnología también se pueden promover nuevos arquetipos de personalidad y belleza que hagan que las nenas y los varones acepten a mujeres y hombres más libres e iguales.
Iliana es un personaje para los padres. Hasta ahora, todo lo que se sabe de la incursión de Iliana en el teatro infantil es que tiene un vestido que podría usar en Showmatch –escote, plumas, piernas– y que se peleó con Valeria Lynch por el camarín al punto que, según los programas de chismes, no tiene baño propio. La lógica parece –más allá de la dignidad de la obra El ratón Pérez– trasladar una estrella mediática al teatro infantil para que los papis paguen la entrada y se lleven un escote de Iliana de regalo para tener tema de conversación en la oficina.
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