Viernes, 27 de junio de 2008 | Hoy
VUELTA AL MUNDO
El 20 finalizó Diálogos Consonantes, el encuentro que reunió —con apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional— a más de 20 redes feministas latinoamericanas. El seminario (de tres días de duración) fue un marco para poner en común compromisos asumidos por las redes (“desarrollar más y mejores resultados para la igualdad de género y el empoderamiento”) y también hacer un seguimiento de situaciones en la región. En la declaración (que puede verse en www.dialogosconsonantes.blogspot.com, y en www.mujeresdelsur.org.uy), además, se solicita a la cooperación española “apoyar la realización del XI Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe” (marzo de 2009, en México).
Como si le faltara exposición pública, Carla Bruni fue tapa de Libération hace pocos días, y recibió un despliegue que raras veces suele aplicarse a personas que no están, estrictamente hablando, en función pública. ¿De qué habló? De ser “epidérmicamente de izquierda” y estar casada con un señor más bien conservador, de lo difícil que es seguir su carrera ahora... Entre otras cosas, dijo: “Desde el punto de vista psicológico, (el de primera dama) es un lugar muy especial. Esto significa que, cuando alguien se casa (con un presidente), se tienen deberes, pero no un lugar preciso. ¿Esos deberes son simplemente los de una esposa? En ese momento, se entra en un sistema falocrático. La tradición es representar a las mujeres y los hombres franceses, a Francia. Yo recién empiezo a intentarlo. Soy una mujer moderna, pero las tradiciones no son modernas. Recién empiezo a probarme este sombrero y este vestido (...) Voy a intentar usar este lugar para alguna cosa fundamental. Evidentemente, la función de primera dama siempre está ligada a acciones humanitarias. Eso también es una tradición. Yo no osaría hacer cosas que choquen a la gente y se salgan de las tradiciones”. De Ségolène Royal (cuya campaña apoyó en 2007), aclaró que le reprocha su voz (“no me dice nada”), aunque “aprecié que una mujer fuera candidata. ¿Aprecio sus ideas? Haría falta que las reformule... pero aprecio el hecho de que sea una mujer valiente”.
Los autodenominados expertos en terrorismo han puesto el ojo sobre una “alarmante tendencia” de los últimos años, que —lejos de ser algo eventual— crece sostenidamente: la existencia de mujeres que ponen el cuerpo para ataques suicidas. El último de la saga sucedió el domingo, en una representación gubernamental de Baquba (oeste de Bagdad), cuando una mujer enteramente cubierta por una túnica hizo explotar su cinturón de explosivos y murieron, junto con ella, al menos 15 personas. Ellas “suelen estar motivadas por razones más personales que los hombres”, dicen estudiosos norteamericanos e ingleses (del RAND, del Centro de Estudios de Guerra del King’s College, por ejemplo), y en estos momentos suelen enfrentarse con los dirigentes de algunos grupos que intentan refrenar su protagonismo y devolverlas a sus casas. ¿Por qué a los cazaterroristas la novedad les despierta alarma? Porque, por empezar, ellas no encajan en los patrones y los estereotipos que suelen manejar de los terroristas, algo que las ayuda a eludir los controles con más facilidad.
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