Viernes, 4 de julio de 2008 | Hoy
INUTILISIMO
El número 2 de la revista local Emanuelle (1976) verdaderamente no tiene desperdicio. Baste decirles que figuran en su staff Mario Mactas, Rolando Hanglin (escribe un cuento sutilmente erótico), Alicia Barrios (realiza la instructiva encuesta “¿Cuándo se empieza a ser una loca?”), Viviana Gómez Thorpe, Poldy Bird, Dante Panzeri (se luce con la edificante nota “¿Campeona o marimacho?”), Bernardo Neustadt (compone una oda a las embarazadas jóvenes), Pinky... Por si a alguna de las lectoras les surgió la inevitable inquietud, Emanuelle las tranquiliza con elegante gracia: “No es feminista ni lo quiere ser, porque las feministas se echan a perder”. Entre los columnistas figura la autora del teleteatro El amor tiene cara de mujer, Nené Cascallar, profunda pensadora sobre la famosa batalla de los sexos. A continuación, algunas gemas de “una señora demasiado observadora”, como se autodenomina la escritora que de esta guisa nos infiere su filosofía amatoria.
¡Cómo me despierta mirarte dormir!
Un buen amigo me comentó: “A veces son tan bellas que si no hablasen serían perfectas”.
El hombre nos ama, el marido ya nos amó...
Cuando el amor nace, es miope. Cuando crece, es ciego. Sólo cuando muere ve perfectamente.
El divorcio es una viudez con el cadáver sin enterrar.
Querido amigo: si una mujer te miente bien, créele. (Los hacemos tan desgraciados con nuestras verdades.)
Hay dos clases de hombres: los que tienen éxito con las mujeres, y los que son el éxito de las mujeres.
Todo es cuestión de grados, preferencias, necesidades. Algunas mujeres buscan del hombre, el varón. Otras del varón, el animal, y algunas pocas, del animal, la fiera.
Le gusto tanto que todavía no he podido averiguar si me quiere...
Amigo hombre: cuando una mujer te convide con un bocadito de lo que ella está comiendo, no te conmuevas: estás ensayando de pescado (por aquello de “el pez por la boca muere”).
En el amor, si puedes saber sin preguntar, mejor.
Ese relámpago de odio que irrumpe a veces, inesperadamente, en pena pasión ¿no será una natural rebeldía frente a la esclavitud inexorable del placer?
La verdadera exquisitez de la mujer consiste en conceder intimidad, sin dar confianza...
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