Viernes, 3 de octubre de 2008 | Hoy
Cumbio es una adolescente de 17 que todavía no terminó el secundario, rechaza la palabra política de manera visceral, tiene novia y se declara bisexual. Cumbio es flogger, es decir, tiene una página en Internet en la que a través de fotos da cuenta de su vida cotidiana. Y además es un icono: sus páginas web ya han recibido más de 20 millones de visitas, hace giras, teatro y hasta consiguió un contrato para difundir una marca de zapatillas. No canta, ni baila ni actúa, pero es una “estrella” flogger.
Por Guadalupe Treibel
Que el devenir de ciertas convenciones ya no es el mismo, nadie lo duda. Antes, la imagen y su reproducción indiscriminada era el fetiche del fan que sigue a un astro con trayectoria, la estrella con proyección. Ahora, la imagen precede. Es que, en el mundo adolescente, ciertas reglas no aplican y, de 13 a 17, los chicos arman una comunidad donde exponerse es jugar con imágenes que son ellos mismos. Y surgen nuevos ídolos. Y nacen nuevos fans. Aun así, irónicamente, una chica decidió transgredir la pantalla y pasar de la red online al cara a cara. Con nick andrógino, Cumbio dice que se divierte y juega. Pero, con 17 años, ya es una marca registrada que representa no a una tribu sino, como ella misma define, a una moda: los floggers, esas chicas y chicos con pasos de baile histriónico que, al son de la electrónica, se juntan en Abasto y, entre pantalones chupines y colores flúor, se hacen populares por las fotos de sus fotolog.
En el caso de Agustina Vivero (léase, Cumbio), ese fue el puntapié inicial para un grado de exposición y notoriedad que se tradujo en recorridas por canales y prensa de colores varios. Y un trato con Nike. Y firmas con uno de los grupos multimedia más grandes de Argentina. Y giras por el interior del país para arengar o desfilar en boliches y matinés de Neuquén, Pergami-no, Luján, Rosario o Entre Ríos a cambio de cash. E invitaciones a fiestas MTV. Y, claro, un papel en una obra de teatro, al mejor estilo High School Musical. En palabras de la adolescente: “No canto ni bailo porque soy de madera; hago de lo que mejor me sale” de flogger. No me pareció tan complicado. Además, ayuda a darle otra cara a los floggers desde lo que es teatro, fuera de Internet”. Con el elenco de The Fun Musical Band, la obra (¿Dónde van los sueños?) arranca el 12 de octubre en El Cubo y, por cuatro únicas funciones, contará con la presencia de Agustina. “Bah, por ahora.” Las ventas van tan bien que le están ofreciendo más fechas y giras por el interior ¡El fenómeno Cumbio lo hizo de nuevo! ¿Hay más? “Sí, sí... Participaría de un libro de editorial Planeta opinando sobre adolescencia.”
Cumbio cuenta que se volvió el referente flogger cuando comenzó a organizar los encuentros en el Shopping Abasto y desfiles en fiestas o boliches. Es que, según ella, esta tribu (perdón, “moda”) no tiene un talento definido como cantar o bailar: “Nuestro don es convocar gente y hacer amigos”. Así, como una RR.PP. experta, consiguió tantos adeptos que, al parecer, sus seguidores pueden llenar cuatro Luna Park. Pero ella se mantiene un poco humilde, un poco temerosa. Por ejemplo, todavía no se anima a armar sola una fiesta. “Querría que vengan miles de personas y trajeran juguetes, ropa y comida para la gente que lo necesita. No me interesa que una marca salga beneficiada, pero no sé si yo solita podría mover esos miles de personas. Lo que quiero ahora es ayudar”, explica, tranquila y al borde de cierta verborragia tierna, bienintencionada. Las cifras la acompañan: las páginas que ha creado han recibido 20 millones de visitas (www.foto log.com/cumbio), seis millones (www.fo tolog.com/cumbiagus) y dos millones (www.fotolog.com/cumbi4) respectivamente.
–Sí, yo me pregunto por qué me insultan, por qué me odian. Es gente que cree saber más de mi vida que yo, eso resulta un poco obsesivo. Yo me ocuparía de otra cosa, en lugar de estar pendiente de la vida de otra persona. Aparte, me dicen cosas como: “¿Por qué sos modelo de Nike si sos gorda?”, y yo les respondo: “Seré gorda, pero me mirás igual”. O inventan cosas... Supuestamente me morí tres veces, mandé a matar a no sé cuánta gente, consumo sustancias. También hay muchas personas rebuenas que me apoyan. El otro día en Neuquén ¡no lo podía creer! ¡Había una chica con una remera con mi cara! En Rosario, los chicos me seguían en moto al hotel.
–Nunca se termina de conocer a una persona. Quizá me pueden conocer a raíz de lo que digo, pero no de las imágenes. Intento ser sincera con los comentarios que hago pero trato de no hablar de mi vida privada en el fotolog porque ya no es Internet; va a los medios. Y ahí las cosas siempre se interpretan como mejor convenga.
–Lo que me pasa nuevo, en el día. Muchos son autorretratos. Trato de poner fotos llamativas. Las de los besos son las más visitadas.
Sólo basta entrar a YouTube y chequear por Cumbio y Marulina, su novia, para ver montones de fotos hechas video. La mayoría está armada con esas imágenes de besos de las que Agustina habla. Compilados con dedicatorias de fans, musicalizadas tipo love song para la chica del mechón colorido y piercing en la lengua y su primera novia oficial.
–De repente, salió el tema y un montón de periodistas me preguntaban si quería dar notas con Marulina. Pero no, no somos “las novias de la tele”. Si tienen tanto morbo de hablar sobre la sexualidad de una adolescente ¿por qué no les preguntan a sus hijos? No tengo problema en responder si la gente está desinformada, pero no creo que sea algo para conversar al aire. Yo estoy feliz de las decisiones que tomo y tengo la suerte de que mi familia me apoya en todo. Igual, digo... ¿por qué, en lugar de ocuparse de mi sexualidad –que está bien cuidada–, no se ocupan de la sexualidad de gente que no sabe cómo cuidarse, que contrae enfermedades y tiene hijos aún cuando no tiene idea donde van a dormir? Hay cosas más preocupantes que las fotos que subo. Ok, tengo una novia; capaz mañana quiero casarme con un hombre; ahora, la persona que me hace feliz es ella. No tengo nada que ocultar.
–Al principio, en el fotolog, muchos me decían “torta” despectivamente o “ésta que anda besando mujeres”. Pero era más la cantidad de nenes de 13 años que me apoyaba. ¡Es increíble como chicos de 13 años la pueden tener más clara que psicólogas! Ojo, no es que busco impulsar que cada uno exponga su sexualidad. De eso no soy yo la encargada. Pero sentís ese apoyo y notás que la gente no es tan cerrada como antes. Las cosas están mucho más claras.
–Sí, de prevención de enfermedades, de no a la violencia. Pero es complicado porque somos menores. No es que mañana me levanto y digo: “Voy a llevar cinco mil papel higiénicos a tal barrio”. Ojalá pudiera. Subiría todo al camión de mi papá e iría con todos los floggers a repartirlos. El otro día, por ejemplo, un chico se me acercó para hablar de una causa y yo me re-emocioné hasta que usó la palabra “política”. Digo, tengo 17 años y sé que el año próximo voy a empezar a votar pero ahora no tengo edad política para opinar y tampoco me interesa hacerle un favor a una campaña. Lo que quiero es ayudar, que se prenda gente de onda, no para hacer publicidad. No se puede formar un líder político de 13 años. Creo que no lo puede formar nadie. ¡Mucho menos yo!
–Porque podés ser flogger emo, cumbiero. Se puede ser lo que sea, es muy abierto. Me parecería divertido que, como moda, dure porque es algo sano. No consumimos nada, no gastamos mucha plata. Lo único que tenemos en común es el fotolog. Después, cada uno depende de su personalidad.
A punto de terminar el secundario, Cumbio quiere ser periodista y lamenta no haber podido ir el fin de semana a ExpoUniversidades. Estaba “de gira” por el interior. Sus “fans”, agradecidos. Le sacan fotos, le tiran ositos, le dejan notas en el hotel. ¿Quién hubiera imaginado que abrir una página y subir imágenes sería el punto de partida para una moda (flogger) y un icono (Cumbio)?
Mientras, Agustina Vivero (que siendo chica tiene sobrenombre masculino y siendo flogger, escucha música tropical) le escapa a las categorías. En plena (y renovada) verborragia inocente, aclara: “No me gusta que me pongan rótulos, no es necesario”. Ok, no es necesario.
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