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Viernes, 27 de diciembre de 2002

TENDENCIAS

Escrito en el cielo

La astrología no predictiva, aquella que estudia y se basa en cartas astrales, seduce cada vez a más gente –entre ellos, muchos psicólogos– que buscan completar conocimientos teóricos con otro tipo de saberes. “Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para que pueda cumplirse el milagro de lo Uno”, es una máxima esotérica que explica, en cierto modo, la lógica de esta búsqueda.

 Por Sandra Chaher

Carl Jung decía que al hombre moderno no le quedaban nuevas fronteras para explorar, excepto el alma humana. Esa búsqueda interior, que se manifestó de diferentes formas a lo largo del siglo XX, y que continúa, sería el origen del interés creciente en los últimos años por las disciplinas esotéricas. Entre estas últimas, la que logró mayor difusión fue la astrología, y el fenómeno tendría su explicación: sus fundamentos astronómicos, matemáticos, geométricos y la evidencia estadística reunida en las últimas décadas la “naturalizan” para la estructura mental del hombre y la mujer actuales, todavía permeados por la cosmovisión moderna del mundo que demanda pruebas para creer. La gente mira al cielo, buscando en los astros la confirmación de la antigua premisa hermética que en el siglo XX rescataron los investigadores de los nuevos paradigmas científicos: “Lo que está abajo es como lo que está arriba. Y lo que está arriba es como lo que está abajo, para que pueda cumplirse el milagro de lo Uno” (Tabula Smaragdina).
Este “principio de correspondencia”, uno de los siete que se atribuyen a Hermes Trismegisto –personaje egipcio legendario que no se sabe si fue rey o dios, y tampoco si verdaderamente existió, pero que habría sentado las bases del pensamiento esotérico de Occidente– nos estaría diciendo que lo que pasa en una dimensión macro como el cielo tiene su correspondencia en nosotros, pequeños mortales. Por lo tanto, mirar una carta astral, regida por tránsitos de planetas, nos estaría dando una idea de las influencias energéticas de esos astros en nuestras vidas. Mirar una carta es ver el universo, pero a la vez es mirarse a uno dentro de ese universo y reconectarse, re-ligarse, con él.
Pareciera entonces que hay gente que en plena era de materialismo, pero también de crisis, no va por la calle tratando de encontrar monedas detrás de los árboles, sino obnubilada distraídamente con estrellas y astros fulgurantes. “Mirar hacia arriba es consecuencia de estar mirando más hacia adentro. Mirar el cielo es mirar más profundo quién soy dentro del universo. Estamos en una época de crisis de valores y de crecimiento evolutivo de la humanidad; hay una aceleración de la evolución que nos dejó sin referentes culturales, sociales, políticos e ideológicos, y en este contexto mirar hacia arriba tiene un simbolismo casi poético. El cielo es la dimensión de lo desconocido, lo infinito, lo misterioso. Y la astrología como lenguaje nos permite descifrar los dibujos que están en el cielo y que sugieren alguna orientación para las inquietudes del hombre actual.” May De Chiara es una terapeuta y astróloga cuyo recorrido personal puede ser tomado como metáfora de los cambios de paradigma que se están dando en la –aún– sociedad moderna, y de los cuales el interés por la astrología es uno de los síntomas. Después de una formación clásica en la UBA, de donde salió con título de psicóloga, a los 30 años hizo unacrisis profesional y existencial, sintió que los contenidos freudianos y lacanianos eran acotados para su búsqueda –ella agregaría que su condición de acuariana en permanente transformación colaboraría–, y empezó a estudiar astrología con Eugenio Carutti, fundador de Casa XI, “el” lugar de referencia para la astrología no predictiva en Buenos Aires. Fue una de las fundadoras de esa casa de estudios en 1987, y durante algunos años se mantuvo en el cuerpo docente. Hoy se define como una terapeuta que mira “desde la astrología” y usa una amplia gama de herramientas (psicoanálisis, gestalt, bioenergética, flores de Bach, gimnasia rítmica expresiva, y piedras y cristales) en sus terapias. “Pero la comprensión de la persona es astrológica. Cuando estoy con un paciente lo que tengo en mente es qué aspecto de su carta astral estamos trabajando, qué energía de su carta pone en juego y cuál niega. Pero esto no lo explicito en el discurso. El lenguaje es terapéutico.”

El religar de las
cosmovisiones
El pasaje de los conocimientos basales de la modernidad, entre ellos el psicoanálisis ortodoxo, a líneas de pensamiento que comprenden aspectos más amplios del ser humano, por un lado; y por otro el vínculo entre la psicología y la astrología, parecieran ser el marco de comprensión del interés actual por esta forma de conocimiento que es una de las cuatro grandes tradiciones esotéricas de Occidente.
“Los paradigmas tienen que ver con modalidades culturales o formas de ver el mundo, la ciencia o la misma astrología son paradigmas. Son miradas que una vez surgidas, si tienen éxito, se instalan en la cultura de esa sociedad. El pensamiento moderno surgió después de una fuerte lucha de intereses con el pensamiento religioso. Después vino el Siglo de las Luces, el XVIII, y esta cosmovisión ya estaba prácticamente instalada en la sociedad. Y entonces, entre fines del XIX y comienzos del XX surgen dentro del mismo campo científico los nuevos paradigmas, que intentaban responder las preguntas sin respuesta del pensamiento moderno. Pero a la vez traen una nueva concepción del mundo y lentamente todavía están en proceso de ser integrados a la cultura. Estos nuevos paradigmas surgen primero de las investigaciones de la física cuántica, la teoría de la relatividad, la neurobiología, y para mediados del siglo XX empieza también la transformación en las ciencias humanísticas, y surge, entre otras disciplinas, la psicología profunda. Lo interesante es que la nueva visión del mundo que traen coincide con las tradiciones de la sabiduría antigua. De hecho hubo físicos como Fritjof Capra que exploraron la relación entre la física moderna y la filosofía oriental. Y varios físicos cuánticos fueron místicos, como David Bohm e incluso Einstein.” Ana Llamazares es antropóloga y preside la Fundación Desde América, donde dicta un curso sobre Nuevos paradigmas y Programas de estudios de la conciencia, y además es investigadora del Conicet sobre iconografía y chamanismo en el noroeste argentino.
–Los nuevos paradigmas, a nivel filosófico, se relacionan con las cuatro grandes tradiciones esotéricas occidentales o herméticas: la astrología, la cábala, la magia y la alquimia. Y a partir de la legitimación de los nuevos paradigmas, estas disciplinas empiezan a tener un paraguas bajo el cual desarrollarse. Es cierto que la astrología es la que más se ha difundido. Y creo que tiene que ver por un lado con su gran disposición mental, afín al pensamiento científico, y con el auge de la psicología profunda, porque la astrología que se está difundiendo en el mundo en las últimas décadas no es la predictiva, sino la que tiene vinculación con la psicología, particularmente la junguiana. La psicología clásica se concentraba en los enfoques individuales, pero la nueva psicología –la psicología profunda, profundamente emparentada con la junguiana yarquetípica y con la transpersonal– busca a la astrología porque tiene necesidad de una mirada más amplia. Ya no es sólo asistir a neuras particulares sino comprender nuestra psique como algo que no termina en el cuerpo físico ni en el lapso que hay entre la vida y la muerte. Y esto se emparenta con uno de los principios de los nuevos paradigmas que es la visión holística del mundo: todo lo que hacemos tiene consecuencias. Somos responsables de nuestros actos, que tendrán ecos en la transformación universal. Ya no se busca a la astrología sólo para profundizar la búsqueda de uno mismo. La astrología hoy es una metáfora, o una parte, de un proceso más amplio de reconexión espiritual, de re-ligazón con la naturaleza, con el universo, con una unidad que el pensamiento moderno había escindido.

La psicología
expande fronteras
Liz Greene, analista junguiana y astróloga que en 1983 fundó en Londres junto a Howard Sasportas el Centro de Astrología Psicológica, y que se ha transformado en la máxima referente de esta línea de la astrología no predictiva y vinculada a la psicología, explicaba ya en 1986, en el prólogo del que probablemente es su libro más divulgado, Guía astrológica para vivir con los demás, las razones que para ella estaban en la base del auge de esta disciplina: “El incremento gradual de la tendencia a estudiar seriamente la astrología se debe a varios factores, algunos explicables y otros más misteriosos. Por una parte (...) un cuerpo de pruebas estadísticas en favor de la validez de la astrología. (...) ... se ha producido también un aumento de la buena –y de la no tan buena– bibliografía sobre el tema. (...) Pero es probable que también algo más sutil y más profundo esté operando en la base del creciente interés por la astrología en cuanto materia de estudio digna de un individuo en sus cabales. Pues la astrología pertenece a un territorio más vasto, el del estudio de la psique humana, y a medida que ganamos en comprensión y en complejidad psicológicas, empezamos también a explorar, al mismo tiempo que nos valemos de las fórmulas de la psicología moderna, otras vías de entendimiento más antiguas, relacionadas con la imagen y la imaginación”.
Dicen quienes saben del devenir de esta disciplina en el microcosmos porteño que hay una frase ambiciosa que recorre el ambiente: hoy hay más astrólogos en Buenos Aires que en cualquier ciudad del mundo. Si hace 20 años éramos “la ciudad psi”, hoy podríamos ser “la ciudad astral”. Aunque el fenómeno no sea tan extenso ni intenso, hay coincidencia en que aumentó la gente interesada en estudiar y hacerse cartas astrales, y más disposición a iniciar terapias con base astrológica que antes. ¿Que cuándo? Dicen que todo empezó con Casa XI. Que desde que existe esta escuela, mucha gente, sobre todo psicólogos, se abrieron a esta nueva perspectiva de entendimiento del mundo. Según Olga Wayne, historiadora, astróloga y miembro del equipo docente de este “espacio de estudio de astrología y nuevos paradigmas”, los psicólogos siempre fueron mayoría entre los estudiantes. “Hoy podríamos hablar de un 40 o 50% y no sé si no me quedo corta. Lo que sí cambió es que al principio venían sobre todo profesionales de líneas no ortodoxas –gestálticos, transpersonales– y en los últimos años se sumaron freudianos e anche lacanianos.” El interés de los porteños por una astrología que no busca respuestas precisas y rápidas, sino que bucea en las posibilidades energéticas de cada persona y en cómo integrar sus aspectos de luz y sombra también fue observada por Norma Osnajanski, directora de la revista Uno Mismo: “Dentro de la línea no predictiva pude observar desde hace ya más de una década una apertura de mucha gente que venía de la psicología. Sin embargo, si tuviera que medirlo en avisos en la revista, no creció la publicidad ofreciendo hacer cartas astrales ni estudios. En cambio la astrología predictiva, sobre lacual no hacemos notas porque entra claramente en lo no serio –ofrece soluciones mágicas y respuestas inmediatas– sí quizá tuvo más crecimiento publicitario, por el auge del pensamiento mágico en tiempos de crisis”.

Los astros en la terapia
May De Chiara trabaja desde hace años con sus pacientes desde una perspectiva astrológica. “Cuando tenés el mapa o la carta astral de una persona, lo que tenés no son cualidades fijas. No hay una relación causaefecto entre el signo del que sos y la forma en que te comportás. Por un lado, porque cada mapa está conformado por muchos más elementos que el signo de nacimiento, pero fundamentalmente porque lo que expresás es la energía de esos astros, cualidades múltiples que tienen gamas de manifestación. El mapa te marca las energías que una persona tiene y las que no tiene, es un límite amplio pero un límite. Uno sabe que hay un sinnúmero de posibilidades que pueden darse en la vida de esa persona, y no otras, y ahí viene el cruce de esas posibilidades con la historia personal y se arma la trama, el juego, entre conciencia –luz– y energía, que es la totalidad de tu carta. La energía es la suma de luz y sombra. Y la astucia del terapeuta está en ver el interjuego: qué cosas ves y aceptás de vos y cuáles negás, a cuáles les das luz y cuáles dejás en la sombra y hay que trabajarlas.”
–Muchas veces vienen personas que después de hacerles la carta me dicen “me sintetizaste en una hora veinte años de terapia”. Creo que los terapeutas ortodoxos se están quedando sin respuestas en parte por la crisis de valores en la que estamos y en parte porque la humanidad está atravesando transformaciones muy rápidas que exigen respuestas más dinámicas. Y si bien la astrología no es express, tiene una cualidad abarcadora que permite sintetizar muchos procesos. En terapia podés tardar años en desarticular lo que trae el paciente, pero si sabés por ejemplo que tiene la Luna en Leo, ya tenés un dato fundamental: seguramente es susceptible y todo lo va a herir. La astrología te ahorra los dos primeros años de la terapia, los de conocer a la persona. Después tendrás que ver cómo mueve las energías de las que dispone, dónde las tiene trabadas y dónde fluye. Yo creo que el psicoanálisis es la única y mejor teoría que tenemos del aparato psíquico, pero es lenta. La astrología te permite hacer buenas lecturas de procesos de vida y eso es importante para acompañar al paciente.
Laura Gutman es terapeuta y fundadora de Crianza, una institución desde la cual trabaja con la maternidad y los primeros años de los niños, y va por su segundo año de estudio en Casa XI. “Es cierto que el predominio de alumnos es del área terapéutica, sobre todo junguianos, y además la mayoría somos mujeres y casi todos estamos en búsquedas alternativas. Para mí era una deuda pendiente. Siempre había querido estudiar pero nunca había logrado disponer del dinero y el espacio físico y mental para hacerlo. Ahora los jueves es mi día de placer. Me tomo un café y me voy toda la tarde a la escuela. Yo empecé a estudiar con la idea de incluir la astrología en mi trabajo. Creo que nadie del ámbito psi debería estar ajeno a estos conocimientos, es como si con el psicoanálisis vieras las partes y con la astrología podés ver el todo. Y en mi caso creo que esta búsqueda coincidió con que estaba muy necesitada de un maestro, porque yo soy maestra de mucha gente, y eso lo encontré en Carutti.”

La dimensión infinita
De la misma manera que pueden leerse procesos en la carta astral de una persona, también es posible interpretar las transformaciones de una civilización por el tránsito de los planetas. En estas posiciones astralesse basó Nostradamus para hacer sus predicciones, o los mayas que dejaron un legado esotérico sobre el futuro de la humanidad básicamente producto del estudio de las posiciones planetarias. Quien sintonice en estos días Canal Infinito –una señal que astrólogos y esotéricos consideran devaluada con el paso del tiempo– podrá encontrar las predicciones mayas que hablan del fin del mundo tal como hoy lo conocemos para el año 2012. El 12 de diciembre de ese año la humanidad se encontraría frente a la encrucijada de desaparecer o de crear algo nuevo. “El gran cambio con los nuevos paradigmas –señala Llamazares– es la respuesta a la pregunta ¿de qué está hecho el mundo? Pasamos de la concepción de un mundo de materia a uno de energía, y de la fragmentación a la interconexión. Muchas personas empiezan a pensar en estos términos y eso genera efectos en la realidad. Y aquello que al principio era la búsqueda de unos pocos locos, como pudo haber sido la astrología, cada vez involucra a más gente, se arman redes, y las nuevas concepciones del mundo empiezan a ser más visibles y cotidianas.”
“Lo que dice la astrología hoy, desde el punto de vista de la humanidad -señala De Chiara–, es que estamos en proceso de ruptura de formas, cambio de creencias y un fuerte proceso de individuación y a la vez aceleración de este proceso. Los mayas lo llaman El tiempo del no tiempo. Lo que estamos viviendo es el planeta Urano transitando el signo de Acuario. Esto empezó más o menos en el ‘95, ‘96 y terminará entre el 2003 y 2004. Este tránsito es el que marca los cambios acelerados, la innovación y la ruptura de formas. Por otra parte, desde el ‘95 y hasta el 2010 Plutón estará pasando por Sagitario, lo cual implica los procesos que estamos viviendo de muerte de las ideologías, las creencias, los dogmatismos y las religiones. Y también está Neptuno en Acuario, que sensibiliza a la gente para captar las nuevas formas, o las no formas. Los tres son planetas que rompen, disuelven y transforman. Creo que lo que está en juego en esta instancia de la humanidad es la pérdida de las cosas que nos daban pseudo-seguridad. Norman Mailer lo explicó muy bien hace unas semanas en un reportaje donde decía que lo que estaba haciendo el pueblo norteamericano otorgándole poderes a Bush para emprender otra guerra contra Irak era cambiar libertad por seguridad, y que eso nos acercaba cada vez más al totalitarismo. Lo que yo veo es que todo lo que fue reservorio de cierta seguridad en el pasado, incluso los bancos, está explotando. Y me animaría a conjeturar que valores como la familia, e incluso el dinero, quizá dejen de ser valores, quizá dejen de existir.”

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