Sábado, 2 de mayo de 2009 | Hoy
Heredera, tanto de madre como de padre, de una tradición que combina telas, moldes y confección, la joven diseñadora argentina modela año tras año su estilo propio agregando escenas familiares, históricas y detalles que toma de la vida cotidiana. La sastrería masculina, los modelos de siglos anteriores y una necesidad de confort que le transmiten sus clientas son elementos fundamentales de una propuesta que mantiene en equilibrio el realismo y la elegancia.
Por Victoria Lescano
Las colecciones de Vicki Otero revisitan clásicos del placard masculino y los toman prestados para construir el lenguaje de una colección de ropa femenina que empezó a tomar forma en 2002 y cuya raíz es la sastrería. La camisa, el jacqué, el pantalón y el chaleco, pero también la falda plato derivada de trajes regionales, la blusa que oficia de vestido y la ecuación vestido con chaleco son piezas de rigor tanto en su manual de estilo como en los exhibidores de su tienda de San Telmo –Carlos Calvo 600– y en la otra petit de Palermo –El Salvador 4719–.
En la construcción de su estilo hay dejos del frac de Fred Astaire, los chalecos que el dandy Lucio V. Mansilla se trajo de París y el célebre tuxedo de Marlene Dietrich cosido por la sastrería Knize pero transportados a fines de 2000 y al uso cotidiano. Se aprecian además rastros del paso por la carrera de indumentaria de la Fadu y señales notorias de una vida transcurrida en talleres de confección: sus padres están dedicados a la realización de indumentaria para la industria.
Una retrospectiva de las colecciones de Vicki Otero irrumpe en el invierno 02, con un homenaje al Principito de Saint Exupéry, mediante trenchs retro realizados en tonos de rojo, verde, azul y amarillo con pespuntes a contratono, con sus respectivas líneas de camisas, pantalón falda y chaleco con la que Otero participó de la tercera edición de Baf Wek. Continúa en el invierno 03 con citas a las domadoras de circo, la campaña mostró a la estilista Florence Argüello –amiga y habitual colaboradora en las puestas de sus desfiles– vestida con chaqueta negra que admitía una estructura de metal. En pleno furor del diseño de autor y la experimentación exasperó a un sastre de su equipo al encargarle sumar piezas de encastre que se adherían con velcros y solapas con bieses. El verano 04 admitió vestidos strapless con print africanos en blanco y negro, le siguieron atavios monocromáticos exaltando el saco, el pantalón y el minishort con dejos masculinos y las protagonistas de sus campañas acostumbraron posar en interiores fabriles y añejos. Las últimas colecciones fueron documentadas en la pasarela Laf (Latinoamerica Fashion Week) celebrada en Colombia Moda 08 y también durante el cierre de la última edición de Baf Week.
¿Cómo revisitás la sastrería clásica desde tus colecciones?
–Soy una obsesiva de la moldería, cada temporada trato de mejorar los calces, vuelvo a poner los moldes sobre la mesa para evaluar cuáles funcionaron bien y cuáles no y también hago consultas con varias modelistas. Los pantalones son el producto que más vendo puesto que hago el de talle alto, el bajo, el ceñido. Hay una búsqueda para que haya variedad y que puedan elegir, muchas clientas vuelven a renovarlo cada temporada. Considero que ahora también revisito mis primeras colecciones, me propuse mejorar el algodón duro que usé en mis comienzos por un pique de algodón con elastano que transmite una silueta mucho más suave. Para el verano 08 decidí volver a trabajar en esos materiales las tipologías del jacque, que son las tipologías que más me atraen. Miro muchos libros de época y me inspiro en la silueta del 1700 y 1800, estoy fascinada con los polisones y para este invierno los rescaté para llevar a una pasarela una silueta de caderas anchas pero también atenta a la tendencia. (En el último desfile irrumpieron también las estampas escocesas que dicta la tendencia y vestidos de silueta muy evasé.) Hay diseños que tienen que ver con la levita, son prendas por las que me reconocen y trato de reinventarlas y están muy relacionadas con lo que enseño en mis cursos de historia del vestido y taller de realización de indumentaria.
¿Cómo es la trama de la familia Otero vinculada con la moda?
–Mi mamá se llama María Vázquez y tiene un local propio llamado “Curtis”, que toma el nombre de su pueblo natal en Coruña. El local es muy conocido en la zona oeste, ella hace mucha ropa de fiesta y la tiene muy clara en cuestiones de técnica y de molderías. Para mí es un referente, le pido que supervise mis desarrollos y ella me pasa sus secretos. Por otra parte, mi papá tiene la fábrica de camisas Mónaco, que compró hace algunos años, pero también hace producto terminado para distintas marcas de hombre. Si bien en Mónaco, un clásico del atuendo democrático, no tiene muchas versiones de camisas en cuanto a la moldería, las variantes tienen que ver más con la ocasión de uso, ya ropa considerada sport o de vestir, fueron construidas sobre una base única superprobada. Mi vieja me llevaba al taller desde que era bebé, yo lo tenía tan incorporado que a la hora de elegir un oficio no lo dudé, la costura era algo de mi vida cotidiana, aunque ignoraba que existiera la carrera de moda. Cuando me llevaba materias, a modo de castigo, me mandaban a trabajar en la fábrica de mi viejo, como era ropa de hombre a mí no me interesaban, aunque ahora me interesa cada vez más ver cómo trabajan allí, y en mi taller de corte de Mataderos tengo varias máquinas que pertenecieron a la fábrica Mónaco.
¿De qué modo abordabas la vestimenta en tu propio placard?
–Siempre tuve una actitud rebelde hacia los dictados de la moda, en la adolescencia se tradujo a un momento punk y a otro hippie. Mi mamá se esforzaba por vestirme bien, pero yo prefería ropa de ferias o de tías que me pasaban sus atuendos de juventud. Aunque también conservé mucha ropa de etiquetas locales de los años 70 que vendía en su tienda como Corp, Nina Ricci, Mirta Marinucci, Elsa Serrano y Terragno. En la actualidad me gusta ver la tendencia de moda, estar informada y, a la hora de hacer, voy por otro lado. De todos modos no puedo obviar las tipologías que son moda.
¿Cómo es el modus operandi actual en tu taller y el abordaje a la moda como negocio?
–Me llevó mucho entender cómo abordar la moda como negocio y mi primer local en Palermo fue en una casa alejada del circuito comercial. Pero hace un tiempo se sumó a la marca mi hermana mayor, si bien ella es médica, me hace la bajada comercial. La realidad es que desde que en la colección aparecieron los metales a mano, muchas prendas no se vendieron, empecé a suavizar las texturas y aprendí que si quería denotar dureza tenía que contemplar el confort. En mi taller realizo mi stock para la temporada, pero también hacemos producto terminado para marcas como Félix, Flavia Martini, Lupe, Vero Alfie y también imagen corporativa como varios uniformes para el hotel Faena. Todo esto responde a una necesidad real de mantener el taller trabajando todo el año. Tener un taller propio permite poder desarrollar cambios que las mismas clientas te sugieren, como cinturones fajas para determinadas prendas y hacerlos en poco tiempo.
¿Quiénes son las seguidoras de tu sastrería que combinan la levita con un jean para ir al trabajo en lugar del tailleur clásico?
–El cincuenta por ciento de ellas son extranjeras, me costó llegar al público local. El local de Palermo es la llave para el público extranjero y las tiendas del interior. Estoy empezando con clientes del interior: Chubut, Córdoba, Tucumán son buenos puntos de venta. Y de modo esporádico vendo a tiendas de Australia, de Berlín, Suecia, Italia, México. Me pasó algo insólito y muy interesante con pedidos para Puerto Rico, me fascinó ver las deformaciones que surgieron de mis ropas, me pidieron escotados y fue un desafío salir de mi esquema. Algo similar me pasó con los talles luego del nacimiento de mi hijo. Yo era el referente para el talle uno de mi colección, pero subí mucho de peso y me vino muy bien para entender que necesitaba ampliar la curva de talles, sumé un talle cuatro, estoy ahora accesible a hacer talles grandes y me encanta ver que las mujeres se vayan contentas con ropa que contempla sus medidas.
* El curso anual de Vicki Otero comienza en mayo.
Por información, remitirse a [email protected]
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