Viernes, 19 de junio de 2009 | Hoy
Hace ya muchos años que el modelo del padre riguroso, rígido y distante ha dejado paso a un padre abiertamente interesado en conocer quiénes son sus hijos e hijas y también en ser conocido por ellos. Aunque todavía queda el hábito de “ayudar” a la madre en ciertas cuestiones de la educación y del cuidado que se consideran domésticas, los padres aportan a la relación un punto de vista y un carril propios para que el diálogo se produzca. Tal vez por eso a los padres consultados para esta nota les resulte tan sencillo y hasta natural sentirse orgullosos de sus hijos, emocionarse frente a sus logros y responder a las preguntas triviales y no tanto de este cuestionario sin sorprenderse, sin repetir y sin dudar.
Por Laura Rosso
1 Ni idea. Agustín nunca tuvo ningún problema para dormir. Desde la primera noche después que volvimos de la maternidad, durmió de noche y no menos de seis horas seguidas. Aunque parezca inverosímil. Sin duda lo he dormido alguna vez leyéndole un cuento, o mirando juntos tele. Aunque no diría que la ceremonia del ir a dormir estuviese muy arraigada en nuestra familia.
2 A mí me tocó más cuidarlo de día que de noche. Por mi trabajo (ensayos y esas cosas del teatro) yo era el que más ocupado estaba a la noche. Yo tendía a cuidarlo de mañana y de tarde. No me acuerdo cuántas veces lo cuidé mientras la madre tenía una salida. Supongo que unas cuantas. Más, sin duda, desde que nos separamos con la madre.
3 Sí, suelo acertar siempre. Aunque uno tiende siempre a verlo más chico de lo que es en realidad. Supongo que es una manera de negar que están creciendo. Generalmente la ropa se la traigo de España, adonde viajo muchísimo. Ahora que es adolescente la cosa se complica, porque no hay nada que le guste.
4 ¿Gustarme de las reuniones del colegio? Casi nada, supongo. Uno va ahí esperando sin duda que todas las maestras o profesores digan que tu hijo es el más maravilloso, buen alumno, simpático, buen compañero, etc., etc.
5 Quisiera que de mí sacase el loco empeño de hacer en la vida lo que quiera hacer. De la madre, su templanza para afrontar los problemas. No quisiera que heredase mi caótico desorden (aunque creo que ya es tarde) ni que se le peguen los arranques de mal humor de la madre.
6 Odio caer cada tanto en ciertos lagos melancólicos muy propios de mi viejo. Heredé de él el gusto por la lectura (especialmente Borges). Creo que no encontré aún el modo de que mi hijo disfrute leyendo lo que yo disfruto.
DIEGO GOLOMBEK,
CIENTIFICO Y ESCRITOR,
PAPA DE LUCAS, 5, Y MANUEL, 2 MESES
1 Cuentos (leídos e inventados), tomarles las manos y respirar juntos.
2 Si “salir de noche” es, por ejemplo, dar clases, muchas veces... Si no, cuando es necesario, siempre nos turnamos.
3 ¡Claro que conozco sus talles! (Van por edad, je.) A veces compro en los viajes, otras cuando veo algo especialmente interesante.
4 No está mal compartir los miedos, los crecimientos, los chismes –sobre todo si se trata de los hijos–. Finalmente, dejamos en la escuela o el jardín lo más importante que tenemos, y viene bien ponernos en común de vez en cuando. Che, son dos reuniones al año, tampoco es para decir que es molestia.
5 Ojalá tengan la alegría, la belleza y el entusiasmo de la mamá (y el pelo, claro). De mí, que sean un poco (sólo un poco) testarudos y que se emocionen por taradeces. Y que no sean dos dudas ambulantes como los padres a la hora de decidir cuestiones sin importancia.
6 A mi pesar, repito el cascarrabismo y seguro que les transmito la pelada familiar. Algo que aún tengo que aprender es que, sea lo que fuere que estuviera haciendo, mi viejo paraba todo para darnos bola, contestarnos, seguirnos a su modo.
MARIO SEGADE,
AUTOR Y DIRECTOR,
PAPA DE MORA, 8, Y FRANCO, 3
1 Tener paciencia, saber cantar entonado y bajito, ser de miembros superiores estirables para desde el piso llegar a la cama y poder tocar su mano, tranquilizándolo/a. Amor y amor y paciencia y poder tener reemplazo cuando a la hora, nada se haya logrado.
2 Todas las necesarias. Cuidar niños dormidos es una papa. El asunto es cuando están despiertos y con propuestas.
3 Los talles infantiles son fáciles pues vienen por edad. Tomá. De todos modos, de eso se encarga con buen criterio y dedicación mi mujer.
4 Me gusta que planeamos muchas veces las salidas de campamento de padres e hijos y no me gusta nada más. Cuando algo nos moviliza, pedimos entrevista personal.
5 Los parecidos son tramposos. Me gusta que adquieran las ganas de ser honestos y amar al prójimo sin burlarse.
6 Mi padre fue muy importante en mi vida, de modo tal que no acepta repeticiones.
1 Cuando Mateo era muy chiquito y no se dormía, nos íbamos a dar vueltas en auto, siempre con música. Ahora, de más grande, hay opción de cuento leído o inventado. El cuento inventado tiene capítulos que vamos inventando a lo largo de los días.
2 Unas cuantas. De hecho, nosotros tenemos todas las semanas “la noche de varones”. Esa es la noche en la que Martina no está en casa y es como el plan de “independencia de las mujeres”.
3 No. Sí sé cuánto calza. Me gusta comprarle zapatillas, botas, zapatos... Como viajo seguido, en general de los viajes siempre traigo algo de pilchas, incluso ropa que sé que le va a quedar grande pero que en algún momento va a usar.
4 Lo que más me gusta es esa cosa de comunidad, de barrio, encontrarme con gente y con mundos no tan cercanos para mí. Lo que no me gusta es que a veces se hacen largas, tediosas... Pero mi prejuicio era peor de lo que terminaron siendo en realidad. No te voy a decir que me vuelvo loco con las reuniones de padres, pero no las sufro tanto como me hubiera imaginado antes de tener que asistir a ellas.
5 A mí en la voluntad, luchar para no rendirse frente a las adversidades. A Martina en su sensibilidad, en el trato con la gente y en su intuición. No quisiera que sea tan colgado como yo, eso seguro que es mejor que no lo herede. Y no me gustaría que tenga los cambios de humor repentinos de su mamá.
6 Me resulta raro porque soy un padre relativamente joven y no puedo evaluarlo. Siento que aún hay tiempo. Me siento en una etapa de formación como padre y no puedo sacar una conclusión ahora. En líneas generales, siento que es atroz la manera en que se aprende a ser padre, a los golpes y todos los días. A veces tengo unos ataques de responsabilidad que no sé cómo manejarlos.
1 Según las edades. A los bebés es bueno acompañarlos, acunarlos, averiguar si tienen hambre, etc. En otras edades, y luego de averiguar si no están con fiebre o alguna otra dolencia física, lo mejor es una actitud firme, decidida y sin griteríos que le deje claro a la criatura que no tiene otra alternativa que irse a dormir. Hay épocas en las que es útil el relato de algún cuentito o historia si se tiene la inventiva suficiente. Me parece absolutamente inapropiado dejarlos, abandonarlos ante alguna pantalla, jueguitos de computadora o TV. Sí es bueno acompañar la acción parental con cánticos, los que tienen la suerte de tener oído musical, o disquitos de música para niños. Hay uno muy bueno de Bob Marley.
2 Creo que nunca. Con todas, siempre hemos salido juntos de noche.
3 En general he acertado, sin embargo, la última vez que le compré un buzo a uno de mis hijos que cumplía 39 años, la erré. Supuse que estaba tan gordo como yo.
4 Cuando tenía reuniones de padres (hace ya mucho tiempo), que en el jardín me hicieran sentar en las sillitas de los chicos y la maestra nos dijera: “Ahora, nos sentamos todos”.
5 Ya no puedo contestar porque cada uno de los cuatro míos eligió a quién y en qué parecerse. Sí puedo decir que preferiría un futuro para ellos de matrimonios felices que no terminen en divorcios. Lo cual, obviamente, no fue mi caso, llevo tres matrimonios en mi haber.
6 La forma de discutir, con su tonalidad y su volumen de voz, aparentemente autoritario. Y lo que no pude transmitirles fueron sus “andaluzadas”.
1 Cantarles en la oscuridad. Bailar lentos en la oscuridad cantándoles al mismo tiempo. Dormirse uno antes que ellos y dejarlos solos aburriéndose.
2 Miles.
3 Estoy al tanto de los talles. Le compro ropa cuando viajo.
4 Hago memoria (mi hija tiene 15, la época de las “reuniones de padres” está lejos). Me gustaba la sensación de formar parte de una comunidad. Me molestaba comprobar la cantidad de lugares comunes que la comunidad obedecía como si fueran verdades reveladas. También era molesto que los padres siempre quisieran hablar más de sí mismos que de sus hijos.
5 Tal vez no estaría mal que tuviera mi curiosidad, mi sentido del humor, mi lealtad. Es genial que tenga la gracia, la audacia y la libertad de la madre. No quisiera que heredara mi ansiedad ni mi talento para ahogarme en un vaso de agua, y tampoco la preocupación por el control, de su madre.
6 Debo haber repetido muchas, pero no me importa demasiado. Creo que hay que decidir no repetir una o dos, las verdaderamente cruciales, y después relajarse. Nunca traté de transmitirle nada en particular de mi padre; mi padre se las transmitió siempre solo.
1 ¿Tiene una fórmula propia para hacer dormir a su niño o niña?
2 ¿Cuántas veces cuidó a sus hijas/os mientras la madre tenía que salir?
3 ¿Conoce los talles de ropa que usan? ¿Dónde y cuándo les compra ropa?
4 ¿Qué es lo que más le gusta y lo que más le molesta de las reuniones de padres en la escuela?
5 ¿En qué quisiera que se parezca a usted, en qué a la madre y en qué cosas a ninguno de los dos?
6 ¿Qué cosas de su propio padre no quiso repetir y sin embargo repitió? ¿Qué cosas quiso transmitirle de su padre y no pudo?
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