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Viernes, 19 de junio de 2009

MúSICA

El huracán Andrea

“Es malo para mí, ¡cómo me gusta!”, canta la versión más cruda de Andrea Alvarez que, con disco nuevo, devuelve al rock femenino la distorsión terapéutica.

 Por Guadalupe Treibel

“Cuánto más inteligente es la mujer, más vil y berreta es su álter ego. Con el rimmel todo corrido, puede hacer los desastres más grandes”, se ríe Andrea Alvarez, ex integrante de Rouge, pionera en bandas de chicas. Es que Doble A, su tercer trabajo solista, asume experiencias tragicómicas y, en primera persona, devuelve sexo y rock a la escena musical. “Hay una raza de mujer que se puede identificar con las letras: las acompañantes terapéuticas de faloperos. Me río de mi tendencia porque ya no me seduce más. Siempre digo: soy adicta a cosas que no consumo”, juega la baterista y percusionista.

Para desprenderse del estigma de “ser querida” —como máximo objetivo estereotipado al que la mujer puede aspirar—, Alvarez titula su cancionero Doble A y vuelve el temario un tributo a la autosatisfacción. “¡Soy fanática de los vibradores! Y es un gastadero de pilas. Si más chicas tuvieran consoladores y orgasmos, no sólo se conocerían mejor sexualmente; también estarían acompañadas por hombres que les gustan verdaderamente. Ya no tendrían la necesidad de acabar. Es como ponerle azúcar al Nesquik... A veces hay que endulzar un poco más, aunque sólo sea rico”, explica a pura metáfora.

Con invitados como Ricardo Mollo y Richard Coleman, para armar el analógico y visceral Doble A, Alvarez optó por un productor extranjero “por la forma en que afuera trabajan la voz y el sonido” ¿La consigna? Ser aguda y femenina, como Karen O —del grupo Yeah Yeah Yeahs—. “Acá, la voz siempre termina siendo pop, tipo maestra jardinera. Nadie se anima a desentonar con la imagen de mujer-niña y esa estética no es real. Termina por no ser creíble”, asegura.

Sin más, llegó el estadounidense Jim Diamond (que trabajó en los primeros dos discos de los White Stripes) y comenzaron las jornadas de sonido crudo, directo. Cuenta la baterista: “No hubo arreglos de canales ni automatización de la voz. Y Jim tenía un trato muy piola conmigo como mujer. Para él, yo era la jefa y nunca cuestionó nada. ¡Era todo fácil! Uno después piensa: ¿Por qué tiene que haber siempre un displacer camino al objetivo?”.

Con la batería en primera línea y el grito armado de Alvarez haciendo olas, Doble A muestra la identidad sonora de la mujer-de-instrumentos-tomar. “Es muy orgánico”, asegura la música que, mientras preparaba el disco, fue convocada para participar del acústico de Julieta Venegas y dijo que no. “Era lo opuesto a lo que venía escuchando, estaba en otra frecuencia”, dice.

Y, al momento de componer, desintoxicación visual. “Lo primero que hice fue apagar la televisión. Es más ¡ya no dejo que mi hijo vea a Tinelli! Es la denigración del femenino y el masculino. ¿Ellos me van a marcar qué es lindo, qué es feo? Se mezcla todo por culpa de esa mentalidad berretizada”, define Alvarez.

Ella, que rastrea bandas nuevas por MySpace constantemente y escucha grupos locales como Humo del Cairo o 107 Faunos, entiende que —en el negocio de la música internacional— las mujeres venden. Entonces, ¿qué pasa en Argentina? En sus propias palabras: “No digo que el país esté lleno de PJ Harveys y la gente no las quiera ver. Las mujeres no siguen esta forma de expresión; tienen otros parámetros. No están absolutamente comprometidas, por lo menos, con el rock”.

Tampoco ve que la música sea sexy, más allá del género que componga: “Las personas estás asexuadas y no asumen esa faceta que, a mí, me moviliza. Jon Spencer, por ejemplo, hace música sensual. La onda lánguida no me va”.

En parte, ese es el motivo que la aleja de la moda de bandas de percusión. “Si viene un grupo africano, lo voy a ver. Pero, de los argentinos haciendo música étnica, no me banco el tema de la sexualidad. Para tocar percusión, hay que tener la pelvis floja, que es un centro de plantamiento que no tiene que estar trabado. Lo más negro que tenemos acá es la cumbia villera, que es antigroove. Si el varón no mueve la pelvis, ¿cómo va a tener reggae o funk?”, asegura, mientras piensa en próximos proyectos...

Como un disco solista más radical, también producido por Diamond. O un larga duración compartido con Gori al mejor estilo White Stripes, junto a quien grabó recientemente el tema “Dime que estás llorando”, de León Gieco, para un tributo al músico al que le tiene “cariño histórico”. Sobre la canción y la vida, la mujer de los platillos, es determinante: “Cuando uno pasa las cosas con intensidad, significa que está viviendo”. Y Andrea Alvarez sí que vive.

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