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Viernes, 31 de julio de 2009

TEATRO

Hacia un instinto paterno

Pequeño papá ilustrado, el nuevo espectáculo de Los Macocos, se concentra en la figura paterna y sus enredos cotidianos mientras deja a la figura de la mamá fuera de plano. Bien hecho, así descansa un poco.

 Por Natali Schejtman

¿Manual de paternidad? Algo así. Pero ojo: paternidad no en el sentido genérico de materpaternidad. No. Paternidad, padres, papás. Eso es lo que propone Pequeño Papá Ilustrado, la última obra de Los Macocos. Como banda de teatro, conformada por Daniel Casablanca, Martín Salazar y Gabriel Wolf, ellos llevan más de 20 años presentando obras cómicas, entre las que resaltan La fabulosa historia de los inolvidables Marrapodi –desopilante historia del teatro argentino– y Los Albornoz –un retrato hilarante de la decadencia económica y no sólo de una familia argentina–. Probablemente atravesados por sus propias experiencias de familia, esta vez Los macocos se dedicaron a hurgar en las relaciones padrehijo y padrehija.

La obra está planteada como la presentación de un dudoso manual (el Pequeño Papá Ilustrado, un manual deformación) escrito por el famoso teórico J.J.J.J. Además, se van representando sketches ejemplificadores, paródicos de la pedagogía paternal, con los distintos núcleos. En esta intención de asumir el rol de padres con protagonismo y responsabilidad, la madre es mencionada al pasar, y nunca de modo que su ausencia tenga que ser justificada por un avatar extraordinario, aunque no pierda su aura como tal.

Pequeño Papá Ilustrado se regodea en esas situaciones por las cuales la paternidad es, justamente, algo complicado. A saber: el padre que intenta dormir al hijo, tratando de no dejarse vencer por sus exigencias de minidéspota; el padre que desea un momento de intimidad con su esposa, novia o amante y se ve interrumpido permanentemente por un hijo que pide atención; los padres que llevan a sus hijos a la playa buscando disfrutar de sus vacaciones pero notando que entre la arena pegajosa, el peligro del mar y las demandas permanentes difícilmente puedan incluso leer el diario; o el padre de un hijo adolescente hilarante, que intenta sacarlo desesperadamente del estado larval en el que reposa adentro de su cama y se enerva al no poder mantener un diálogo adulto con el chico. La relación entre padre e hija se ve, por ejemplo, cuando él la lleva a un ginecólogo, con todo el pudor del mundo, y el médico termina aconsejándole que la próxima venga la chica con una mujer, porque la nena ya creció.

También, habrá espacio para llamados telefónicos de los padres mayores a sus hijos adultos, a los presentadores. Al fin un corrimiento de la típica madre hinchapelotas escenificada: estos padres también pueden aparecer e hinchar. O presionar, como el de uno de los presentadores, al que su hijo quiere contarle, se presume, que es gay (y quiere adoptar) pero su padre no le deja aire del otro lado del teléfono y lo inunda con data de sus logros deportivos en Taekwondo.

Eso sí: ni autobombo ni padres sensibleros o poco irritables. Nada de eso. Pero con mucho y muy buen humor en el relato de escenas de la vida cotidiana, la focalización masculina deja en una ubicación tácita, autónoma o a veces invisible a la mujer y eso, bien lejos del desprecio, contribuye a ir desalojando los lugares comunes y establecidos relativos a la crianza que inundan a las familias argentinas. ¤

Pequeño Papá Ilustrado se presenta los sábados (21) y domingos (19.30) en el N/D Ateneo, Paraguay 918

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