Viernes, 30 de octubre de 2009 | Hoy
EL MEGáFONO)))
Por Claudia Cesaroni *
El 30 de septiembre, el ministro de Justicia y Seguridad de la ciudad de Buenos Aires, el ex juez federal Guillermo Montenegro, arengó a la primera promoción de agentes de la Policía Metropolitana: “Soy cuidadoso con el que me responde, pero perverso con el que me caga. No voy a dudar en destrozar al que se equivoque a propósito”. Salvo una nota en el diario La Nación, cuyo título engañoso era “Seguridad y tránsito, prioridades de la nueva Policía Metropolitana”, la amenaza no pareció escandalizar a nadie. Perverso, según el Diccionario de la Real Academia, es “sumamente malo, que causa daño intencionadamente”.
Intendentes, jefes de gabinete, vicepresidentes, jueces federales y gobernadores deberían recordar que sus palabras, aun aquellas que no constituyen una orden directa, habilitan a quienes los escuchan y les están subordinados a hacer cosas. La policía de la provincia de Buenos Aires a la que, en otra declaración de parecido tenor, (Carlos) Ruckauf le dijo que había que meter bala a los delincuentes, cumplió esa indicación con esmero, aplicando esa pena de muerte extrajudicial y arrasando en el camino con la vida de rehenes, en hechos como la Masacre de Ramallo.
Las fuerzas armadas de este país, amparadas en un decreto firmado entre otros por Ruckauf, que ordenaba aniquilar el accionar de la subversión, procedieron a secuestrar, torturar, asesinar y dinamitar o tirar desde aviones a quienes consideraron enemigos tan despreciables como los que luego el mismo Ruckauf mandó a pudrirse agarrados de las rejas oxidadas.
El 14 de octubre, luego de obtener la clasificación para el Mundial de Fútbol de Sudáfrica 2010, el seleccionador nacional Diego Maradona invitó a algunos periodistas deportivos –a los que identificó como sus detractores– a que se la chupen, lo que provocó innumerables debates acerca de la pertinencia del convite y de la ocasión elegida para formularlo. La batalla entre Maradona y los sectores que lo discuten está plagada de episodios parecidos y frases altisonantes. Pero el problema de entender desde el Estado es que hay otros que, por el motivo que sea –por subversivos, por delincuentes, por enemigos, en fin– carecen de toda humanidad y merecen cosas tales como la tortura, el exterminio, la cámara de gas o la pudrición en vida, conduce al nazismo y al terrorismo de Estado.
Por eso las declaraciones de Montenegro (u otras de Sergio Massa que invitaba a que los delincuentes se pudran en la cárcel) son infinitamente más preocupantes, ofensivas y brutales que la invitación de un director técnico de una selección nacional a que algunos sujetos se la chupen. Detrás de las palabras de Massa y Montenegro hay funcionarios que lo que chupan es gente. Y luego la desaparecen, la matan, o la dejan pudrir.
* Abogada y criminóloga.
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