Viernes, 4 de diciembre de 2009 | Hoy
MúSICA
Nacida en Hong Kong y asentada en Londres, la cantautora Emmy The Great aprovechó su disco primerizo para repasar una relación en vías de descomposición. Aun cuando las canciones suenen inofensivas. Y no lo sean.
Por Guadalupe Treibel
La dicotómica Emma-Lee Moss se siente a gusto en el contraste. Menudita, juega al nombre de heroína con súper ego musical y, bajo el mote Emmy The Great, dispara un folk antifolk, donde la canción dulce miente. Es que detrás de su bonita voz hay una metralleta lírica que agujerea la cotidianidad con cinismo alimonado y que, en tono francamente íntimo, pareciera despacharse contra una seguidilla de malos ex novios, relaciones o gestos. “Lo malo de ser china es que la gente cree que eres mona y poco más. Me he pasado la vida demostrando a la gente que no soy lo que creen”, ha dicho ella, mientras batallaba contra preconceptos que no aplican. Pero una veinteañera capaz de cantar “Rezo para que llueva porque estoy tratando de encontrar a dios y hacerlo llorar” es algo más que mona.
Nacida en el ‘84 en Hong Kong, Emmy viajó a los 12 años para Londres con familia completa y se asentaron. Pasó por varias escuelas; soñó con ser escritora (“De chica, escribí una obra sobre Cenicienta y tres osos que vivían en California; nada muy genial”); escuchó música (Ash, Lemonheads, Weezer, Smashing Pumpkins); finalmente, hizo música. Su público empezó a crecer, al verla en shows compartidos con Martha Wainwright, Tilly and the Wall o Kimya Dawson. ¿Saltito inmediato? Su single debut, “Secret Circus” (2006), seguido por el EP “My Bad” (2007). Dos años más tarde, el boom, “First Love”, su primer larga duración y carta presentación oficial, que acaba de editarse en España.
“El sueño es siempre el mismo / Un pie cae como un eco dentro del paso que nunca dio”, canta en “War” y asienta la poesía del disco que toma su nombre del relato “Primer amor”, de Samuel Beckett. Al parecer, la cantautora y compositora se obsesionó con el cuento y no pudo menos que repasar la idea de enamorarse; aunque fuera desde un punto de vista un poco... oscuro.
Como explicó a la revista Rockdelux: “Es un disco de ruptura. Sería conceptual si todo fuera inventado pero es más bien confesional”. De ahí que el universo lírico de los trece tracks adquiera un tono personal ineludible y temas sobre un choque en auto, ser seducida y abandonada, una primera vez no muy feliz o abortar tomen otra dimensión. Las letras... a la altura de las circunstancias: “Me acariciabas como a una mascota / pero no eras mi dueño”, dice en “First Love”. O “Casi tuvimos un bebé / Pongo mi mano en mis entrañas, planeo alimentarlo con el corazón / Ya no soy la chica que recuerdas / Era solo una nena / Ahora soy lo que me convertiste”, relata en “We almost had a baby”. O “City Song”: “Tu boca sabe a descomposición”. O la rotunda sentencia de “24”: “Todavía no eres Charles Bukowski”.
“He apostado por una visión romántica de mi ex, que aparece como un Lotario que rompe el corazón de una joven virginal que sería yo misma”, repasó La Grande sobre su disco, el debut que la depositó en la ráfaga antifolk sin pena (¿con gloria?). Pero, ojo, que hay más que canciones en su ruta de vida...
Además de artista, Emmy ha hecho periodismo musical. Aunque, a decir verdad, no planea continuar el oficio: “Estaría demasiado involucrada con el otro lado y así jamás podría volverme Jedi”.
Ella, que siempre lleva un cuaderno para anotar lo que ve por la calle, que se interesa por “los cosas inapropiadas que a uno se le atraviesan por la cabeza cuando algo sale mal”, dice escribir lo que piensa. Ni más ni menos: “Es lo que haría si hiciese un libro. Cada idea que tengo, la convierto en una canción”. Entonces, buen momento para el vitoreo y que viva la inspiración.
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