Viernes, 4 de diciembre de 2009 | Hoy
EL MEGáFONO)))
Por Virginia Menendez y Eugenia Tarzibachi *
El gobierno de la ciudad lanzó una campaña para promover la lactancia materna que resulta problemática, por varias razones, la primera y fundamental es que constituye la única medida planteada por el macrismo para las mujeres en lo que va de su gestión. De esto, se deriva la conclusión implícita: mujer (adulta) madre. O mujer recipiente: no sólo para gestar a un ser en su cuerpo, portarlo, sino también para trasvasarle su contenido.
“Elegí el mejor futuro para tus hijos. Amamantá, Tu amor es el mejor alimento”, dice el eslogan y en la imagen más difundida de la campaña (un bebé tomando la teta) podemos acordar con el enunciado políticamente correcto que la encabeza: “Prioridad 1: los niños”. Acordamos porque “los/as nuevos/as” necesitan de nosotros/as, los adultos/as, para vivir. Sólo que, para poder darles una buena vida, nosotros necesitamos estar en nuestros cabales y alguien tiene que estar en condiciones de asumir la función materna. Para esto, sería mejor que el Estado abandonara el discurso extorsivo de la campaña en la que las letras chicas dicen que amamantar es un mandamiento.
En vez de inmiscuirse en las decisiones personales, bajo ese manto visual de ingenuidad, la política pública debiera centrarse en lo que le compete para que la infancia sea “prioridad 1”: garantizar los derechos de las personas a elegir si quieren tener hijos/as, cuándo y con quién, ¿qué mejor para un niño/a que sus progenitores hayan podido elegir su llegada al mundo?, los derechos de los/as chicos/as tras financiar adecuadamente los hospitales pediátricos y las escuelas, y crear las condiciones que hagan posible que las familias asuman el cuidado de los más pequeños/as cuando ya están entre nosotros, a través de políticas de empleo, vivienda, igualdad de género, entre otras.
¿Y de qué madres nos habla el gobierno de la ciudad en su campaña? Las imágenes connotan una madre biológica o, al menos, una con leche en sus senos. En tiempos de precarización laboral, de doble y triple jornada, culpabilizan a las mujeres que no pueden amamantar. Los gays y las mujeres que deciden adoptar a una niña y/o un niño (por el motivo que sea) no están representados. Y remite a una mujer blanca, pasiva, calma. Una mujer fuera de las exigencias del tiempo social, una mujer reducida en imagen a un seno. Su mirada no cuenta. En el afiche (sin rostro) se pretende figurar a todas las mujeres, pero lo que muestra es a ninguna mujer. ¿Quién de nosotras/os es esa madre entonces? Así y todo, si logramos identificarnos pero no somos como ella, ¿es que no elegimos “el mejor futuro para nuestros hijos/as”?
¿Y de qué niños/as e hijos/as nos habla la campaña? De los varones (¿suecos?) e hijos biológicos. Al utilizar el genérico masculino “los chicos”, “tus hijos” invisibiliza a las niñas. Y el lenguaje no sexista excede en mucho el los/as, el arroba, la X o el símbolo que inventemos para hacer un lugar a la diferencia. La mirada ordenadora de esta imagen es sexista. Es una mirada patriarcal.
Finalmente, ¿Qué es el afecto para el gobierno de Macri? ¿Cómo es posible reducir un fenómeno tan complejo y maravilloso como la transmisión del afecto a un líquido como es la leche? ¿Cómo es posible cargarle a la leche “materna” el aditamento del amor? Sólo un vacuo discurso político-publicitario puede lograr tal trasvasamiento sostenido por la reducción de la función materna a la provisión de leche generada en los propios senos. A mamá, ¿mandamientos?
* Virginia Menéndez es abogada y Eugenia Tarizbachi es psicóloga y forman parte de la asociación civil (en conformación) GENER.ar
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