Sábado, 26 de diciembre de 2009 | Hoy
DIEZ PREGUNTAS A: LUISA PELUFFO *
Por Clarisa Ercolano
–Creo que las dos cosas, pero ésta es una reflexión posterior, porque el título Nadie baila el tango surgió enseguida como la frase trunca de uno de los personajes de la novela (“nadie baila el tango como Fulano”). Pero sí, también es una metáfora, porque me parece que el tango es emblemático de una manera de ser, no sólo porteña, sino de la Argentina –melancolía, machismo, degradación de la mujer salvo la Madre, exaltación de la viveza criolla, pesimismo–. Además es la música de la inmigración que formó nuestro país.
–La elección del punto de vista narrativo es clave, cuando quiero contar algo tengo que sentir que la narración fluye. Pero también siento que no soy yo la que elige el punto de vista, que él me elige a mí, porque en general aparece con las primeras frases de la historia. En este caso creo que le dio el clima y el tono de intimidad que yo quería que la novela tuviera.
–Aquí también puedo decirte que no soy yo la que elige, que de alguna manera el tema y el contexto se me impusieron. También creo que la escritura es una forma de la memoria y la época del proceso dejó su huella, de hecho también aparece en mis dos novelas anteriores Todo eso oyes y La doble vida. Mucha gente no quiere pensar más en esa época y en la violencia de los ’70, pero yo creo que no tenemos que olvidar lo que nos pasó, porque es la única manera de preservar esta democracia.
–Me interesó incorporarlo porque realmente era todo un tema. Entonces la sexualidad para la mujer estaba asociada con el miedo a quedar embarazada. Aun con la aparición de la píldora anticonceptiva en los ’60, no existía libertad sexual para la mujer. La libertad sexual de hoy día era impensable entonces. Una madre soltera era repudiada y discriminada, y eso en cualquier estrato social. Y siempre la culpable era la mujer, al hombre no le llegaba la sanción, todo lo contrario. Tu pregunta también me recuerda un tango de Agustín Magaldi, que se titula “Levantá la frente” y está dedicado a una madre soltera. En este tango predominó la visión de la mujermadre, sobre la mujer considerada puta.
–En los ’70, la época en que transcurre gran parte de la novela, la Argentina era la “patria financiera”, había “mesas de dinero” por todas partes y especular resultaba más rentable que trabajar. Eso, y sobre todo el desprecio por la vida de las personas, marca y de gran forma a una sociedad que por otro lado reivindica ciertas revoluciones, al menos con un toque o un costado romántico o ilusorio.
–No sé si yo haría un balance de mi vida en ese momento. A lo mejor pensaría en cualquier idiotez para no enfrentar la situación. No lo sé realmente. Pero me pareció creíble que mi protagonista lo haga, como otras cosas que hace, que no sé si yo hubiera hecho. Y me dio pie para comenzar la historia.
–Yo sentí una comunicación con esta geografía del sur, de la Patagonia. Toda esta materia, la piedra, la madera, el agua, lo elemental de la naturaleza, estaba en mi poesía antes de venir. En el sur me siento en armonía para vivir, escribir, puedo decir que escapé de ese agobio al que referí cuando en una nota hablé de lo que me pasaba al subirme a un subte lleno de gente en hora pico.
–Para mí escribir es como emprender un viaje a lo desconocido. A lo desconocido de mí misma. Como cuando te ves en una instantánea o escuchás la grabación de tu voz. Nunca te ves como te ven los demás. “...lo desconocido que uno lleva en sí mismo, escribir; eso es lo que se consigue. Eso o nada...”, dijo Marguerite Duras.
–Sí, claro. Con Katherine Mansfield, Flannery O’Connor, Patricia Highsmith, Marguerite Duras, y más acá en tiempo y espacio con Clarice Lispector, Sara Gallardo y Hebe Uhart.
–El periodismo es muy atractivo en sí mismo y además es un buen entrenamiento, pero siempre sentí que no era lo mío, prefiero la independencia de escribir lo que quiero.
* Luisa Peluffo es porteña, pero hace años emigró al sur argentino. Periodista y escritora, recibió entre otras distinciones el premio Herralde de España y el Ricardo Rojas. Acaba de editar Nadie baila el tango, donde la mujer protagonista de la novela atraviesa todos los avatares de la infancia y la adolescencia en un país marcado por la opresión y la violencia.
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