Viernes, 19 de febrero de 2010 | Hoy
Por Lorena Cardin *
Algunos estudios estiman que el poblamiento del Gran Chaco se produjo, aproximadamente, hace unos 8000 años. Los qom, usualmente denominados toba, se organizaban en bandas compuestas por familias extensas de residencia matrilocal que conformaban unidades mayores o tribus endógamas. Antes de que la colonización ocupara la mayor parte de su territorio se desplazaban por extensas zonas cazando, recolectando y pescando. Estas actividades eran realizadas colectivamente y su principal característica era la cooperación y el reparto de lo obtenido entre parientes y amigos. La generosidad sigue siendo un valor reivindicado por ellos.
A partir del proceso de conquista y colonización fueron sedentarizados y compelidos a trabajar como mano de obra asalariada en emprendimientos agrícolas, ganaderos y forestales de terceros. Si bien nunca abandonaron las actividades de caza, pesca y recolección el proceso de reducción de su territorio ha dificultado la obtención de los recursos naturales, fundamentales para el desarrollo de su vida.
En la actualidad, al no contar con los medios de producción necesarios para trabajar sus tierras (semillas, herramientas, productos fitosanitarios, etc.) y ante la falta de empleo, su subsistencia depende, en gran medida, de la obtención de pensiones y de planes sociales estatales. A la vez, comenzaron a escucharse las voces de hombres y mujeres qom que reclaman el cumplimiento del derecho internacional y de la Constitución Nacional que los reconocen como sujetos de derechos especiales. En Formosa, como en otras provincias, los qom demandan la efectivización de la ley nacional 26.160 que suspende los desalojos judiciales de comunidades indígenas y ordena realizar un proceso de relevamiento en todo el país de las tierras que tradicionalmente ocupan.
Contrariando imaginarios sociales que sostienen que la mujer indígena ocupa un lugar marginal en la lucha política, nada escapa a la mirada atenta de ellas. Por ejemplo, en las asambleas –cuando no están de acuerdo con alguna opinión– se ponen de pie y expresan con firmeza su objeción. A la par de encargarse de la recolección, de las actividades domésticas, de la artesanía y de la crianza de los niños, son indispensables en la lucha a favor de sus derechos: tanto que se encargan de recaudar el dinero necesario para los viajes, buscan la mercadería para cocinar durante las reuniones y se ocupan de invitar a los miembros de la comunidad a asistir a las asambleas. Su participación en la preparación de las reuniones políticas y su presencia en ellas, siempre atentas a lo que sucede, son fundamentales para alcanzar las metas que comparten con los hombres. ¤
* Licenciada en Ciencias Antropológicas y docente UBA.
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