Viernes, 19 de febrero de 2010 | Hoy
DIEZ PREGUNTAS > A MARIA RADO*
Por Clarisa Ercolano
1)–¿Cuáles son las dos caras de la eternidad?
–La eternidad tiene más de dos caras. En mi libro solamente aparecen dos. Una es la eternidad como realidad, como la conocemos, y la otra es la eternidad espiritual, más ligada a lo trascendental.
2)–Su escritura, de algún modo, se antepone a las visiones catastróficas del futuro. ¿En qué se inspira?
–Que el futuro de la humanidad no sea catastrófico depende en gran parte de nosotros. Para adivinar el futuro me inspiré en los hechos de la actualidad y en el probable desarrollo de las ciencias, de la sociedad y de la política. Los problemas serán similares pero no hay dudas de que pueden variar las soluciones.
3)–Plantea, aunque alegóricamente, el fin de la inseguridad. ¿Alguna receta para darle a la sociedad?
–Si la criminalidad es una enfermedad, habrá entonces que encontrarle la cura, empezando por la inserción social, la educación, el acompañamiento que tanto se predica en algunos sectores pero que queda en prédica mayormente. En el libro surge una solución práctica, que pasa mucho más por el hacer.
4)–Habla también del destino, de algún modo construible y de las oportunidades. ¿Su literatura tiene una veta metafísica?
–Para mí la casualidad no existe. Creo firmemente en la causalidad. El destino es sólo construible hasta cierto punto. Es como si estuviéramos parados a la orilla de un río donde pasan barcos. El libre albedrío consiste en nuestra decisión de tomarlos o dejarlos pasar. No creo que mi literatura sea metafísica, más bien creo que es simbólica, a veces fantástica, aunque verdaderamente, no hay nada más fantástico que la realidad.
5)–¿Cómo fue la regresión espontánea que la llevó a escribir su cuento autobiográfico?
–Fue totalmente inesperada, mientras transitaba un sueño. Luego, ya despierta, surgieron más y más detalles. A veces pienso que me ocurrió para poder luego transmitir el mensaje de que existen otras vidas, además de ésta que conocemos.
6)–En su otra vida, dice que fue un hombre. ¿Cómo se sintió?
–Fue el detalle que menos me llamó la atención, sinceramente. Ser hombre me pareció algo sin nada de extraordinario.
7)–¿Qué rol juega el miedo, la sensación de riesgo constante?
–El miedo está siempre latente, es parte de nuestra vida, Tenemos miedo de todo, del futuro incierto, del exceso de trabajo y de la falta de trabajo, de las enfermedades, de la muerte, miedo por nuestros seres queridos, y si somos felices tenemos miedo de perder la felicidad... Tener miedo es humano. No tener miedo es sobrehumano. Quizá los dioses y los demonios no tengan miedo.
8)–¿Qué le gustaría escribir próximamente?
–Quizá más respuestas a más preguntas. O un poema, ya que hace mucho que no escribo ninguno. O una pieza de teatro, que nunca he escrito. Aunque en mi caso escribir no es una cuestión de gustos, es más bien una necesidad. Creo en el lector que comparte, participa y es cómplice de mis historias, casi como si fuese un voyeur.
9)–¿Qué la trajo desde Hungría?
–Pongamos que fue lo que se conoce como idealismo juvenil. Por lo menos eso fue lo que me hizo abandonar al país donde nací. Como no quería volver y tenía un tío que vivía en la Argentina...
10)–¿Cómo será el mundo en 100 años?
–No lo sé. Sólo espero que no sea peor que el mundo de hoy, que sea un poco más espiritual y menos materialista. Quién sabe si no estamos de vuelta en 100 años, y una de las dos (o de los dos) no le hará la pregunta al otro (o a la otra) de cómo será el mundo en 100 años.
* María Rado es escritora. Nació en Hungría en 1939, ex refugiada, argentina por elección. Entre sus obras sobresalen Los tambores del miedo, Rubor de damascos, Paraíso perdido y Otra Génesis. Acaba de editar un volumen doble, El fraile y la mujer y Cero absoluta, vida eterna, donde una regresión a una vida pasada y en otro cuerpo la lleva a descubrir historias actuales.
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