Viernes, 23 de julio de 2010 | Hoy
PASOS PERDIDOS...
La aprobación –primero en diputados y después en senadores– del matrimonio igualitario no representó sólo un avance en materia de derechos civiles. Fue un debate seguido en la calle, en las casas, en el twitter, en la tele, minuto a minuto, y argumento a argumento, hasta terminar con parejas, familias, personas, gays, lesbianas, heteros, travestis, trans y todos y todas abrazados/as por un país que se abrió la puerta de los derechos y los registros civiles al amor.
Pero fuera del arroz, la diputada nacional de Libres del Sur, Cecilia Merchán, festejó junto a la Federación LGBT, en el Hotel Bauen. “Seguimos celebrando la enorme conquista del miércoles 14 de julio. Es un triunfo del pueblo organizado, de las organizaciones sociales y de los miles y miles de argentinos y argentinas que lograron que nuestra sociedad sea más igualitaria y equitativa. Hemos dado un paso fundamental”, recalcó. Pero no cerró los pedidos. Ni la lista de deudas pendientes.
También habló de las peleas que, todavía, se avecinan y que involucran el cuerpo, los sentimientos, la vida o la muerte de –alrededor– una mujer por día en la Argentina: “Ahora continuaremos la lucha por otro debate que la sociedad viene reclamando hace tiempo: la promulgación del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo”.
Pero, además, el matrimonio igualitario abrió el debate sobre si la familia de hoy es el de la mamá y el papá que defendían los sectores conservadores o si miles de mujeres generan, aman y luchan diariamente por sus nuevos modelos familiares. “Hoy por hoy, existen innumerables madres solas que llevan adelante sus hogares. ¿Qué pasa, entonces, con los discursos que sostienen la necesidad de padre y madre bajo un mismo techo? Si seguimos el mandato tradicional de los sectores religiosos, el divorcio debería ser la ruina de la familia. Y, sin embargo, el divorcio demostró la posibilidad de continuar y mejorar lazos afectivos cuando las relaciones entre el padre y la madre ya no iban bien y continuar juntos hubiera significado una hipocresía. Bienvenidos sean los cambios en el esquema familiar porque demuestran que lo importante es el amor y el empeño”, señaló Merchan.
Mientras que Diana Maffía, legisladora porteña de la Coalición Cívica, también destacó otras zonas oscuras de las supuestas familias ideales defendidas por la Iglesia Católica y evangélica unidas por el color naranja. “El martes 13, en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, se presentó el resultado, del primer semestre de 2010, sobre Femicidios, a cargo del Observatorio de La Casa del Encuentro. Las muertes de mujeres, la mayoría en manos de sus parejas, aumentó un cuarenta por ciento en relación con el año pasado. Las mujeres mueren golpeadas, ahorcadas, acuchilladas, envenenadas y en varios casos ahorcadas. Mientras tanto, carteles color naranja decían “los niños tienen derecho a tener una mamá y un papá”. Los niños, las niñas, las mujeres y todxs nosotrxs tenemos derecho a una convivencia con protección y amor, con alimento y abrigo, con educación y recreación. Es imposible no preguntarse: ¿Quienes marchaban contra el matrimonio gay lo harían contra el abuso sexual infantil, contra la violencia de género, contra la trata para prostitución, contra los femicidios?”
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