Septiembre dice el mes que es poesía o pájaros o flores. Ahora el calendario también dice que es calle, estudiantes, colectivo. Claudia Falcone tenía 16 años, estudiaba Bellas Artes y era hija de un ex intendente peronista de La Plata. María Clara Ciocchini tenía 18 años, nació en Bahía Blanca, fue scout en una parroquia provincial y también estudiaba Bellas Artes, donde conoció a Claudia. Las dos militaron en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Claudia, a partir de 1973, participó en tareas de apoyo escolar y de sanidad en los barrios pobres de La Plata. Y, en 1975, participó activamente en la campaña por el boleto estudiantil secundario.

Claudia no pudo evitar quedarse a dormir en la casa de su abuela, que ya no era escape. Clara también siguió a Claudia, que no sabía ya cómo seguir escapando cuando las encontraron, el 16 de septiembre de 1976, La Noche de los Lápices. Las dos fueron vistas en Arana y Pozo de Banfield.

La dos son estudiantes que sembraron a septiembre con sus nombres. Pero ya no son las únicas estudiantes, las únicas que hacen de septiembre un mes de renacimientos. Y no sólo por las flores.