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Viernes, 15 de octubre de 2010

MONDO FISHION

Entre la disco y la mansión

 Por Victoria Lescano

Locación, club nocturno de Palermo –Belushi– y allí clima de cóctel festivo que admite público cultor del jeanswear con matices de últimas tendencias. En la barra y en la previa del desfile que se celebra en la sala contigua, una niña de apenas dos años toma un refresco sentada en la butaca junto a su joven madre: la niña va ataviada con leggins dorados, remera y botitas texanas. Las agentes de la agencia que convocan a la presentación de la colección verano 2011 de Complot, antes de dar entrada a la sala disco donde transcurrirá el desfile, invitan a tomar una cerveza en la barra. Puertas adentro de la disco, hay primera y segunda fila de butacas de cuerina. Una pantalla exhibe la nueva campaña de la firma: allí las secuencias previas a alistarse para una salida nocturna de un grupo de amigas protagonizadas por modelos de la agencia Pink y Lo management. A la proyección le sigue una pasarela de looks y estilos según Complot –una firma con anclaje en la cultura rock que una joven estilista presente elogia “porque la ropa está bien hecha, hay tendencia y no se zarpan con los precios, como muchos de lo diseñadores y marcas actuales”–. Le siguen pasadas que conjugan los estilos pregonados para el verano venidero “tonos pastel pero en gamas de raídos y contrastados con los clásicos del navy en azul, rojo y blanco y las estampas hawaianas y africanas de la tendencia”.

Por un lado hay citas a los años noventa –¡que ahora son retro!–. Y allí irrumpen remeras cortas que exhiben el abdomen, camisas escocesas cuasi grunge, jeans que simulan haber sido tomados del placard del novio –-significa que se lleva uno o dos talles más grandes–, shorts de jeans y remeras con prints de bandas de rock. Por otro, estampas de playas, frutas y aves exóticas emulando un tour por Hawai en vestidos y en remeras anudadas para la ocasión. Entre uno y otro hay apologías de las estampas florales, del uso y abuso de encajes para exaltar fantasías de enaguas antiguas heredadas de la abuela o compradas en mercados de pulgas y también vestiditos para ficticias marineritas calzadas con plataformas de corcho. Al cierre, la cantante y ex modelo Deborah de Corral da un concierto breve y contundente: sin impostaciones y con jean, una remera y botas canta “These boots are made for walking”. A sus pies baila en trance la niña de botitas texanas y leggins que se trepó al escenario.

Locación, jardín de mansión de la calle Ortiz de Ocampo alquilado a una familia patricia y allí un desfile diurno de El camarín, la marca con anclaje en el rescate del vintage y local en la galería Promenade, contigua al hotel Alvear. La primera fila con sillas doradas conjuga actrices de la tv, muchas vestidas para la ocasión, con alguna pieza de la firma que convoca. Otras asistentes sacaron a relucir sus estiletos y vestidos de gasa de procedencia extranjera –un vestido con estampas de labios rojos y zapatos estileto a tono–. La colección se llama “Amor libre” y admite variedad de looks vintage en color crudo, marfil o celeste como mayor estridencia cromática.

“Tablas, alforzas, bordados antiquísimos rescatados de otras épocas preparan el clima para entender esta colección como irrepetible”, elogia el dossier de la colección. Y un rato después, el cierre y un apuesto cantante en vivo –quien entona “Love Me tender”– con traje, chaleco y botas raídas como gesto elegante y luego de una visita al comedor, los livings de la mansión en cuyo piso rugen alfombras de animal print ante tanto muebles de estilo francés. Luego de un refrescante helado de fresas y chocolates, y de los sociales de rigor, se presenta la diseñadora. Se trata de Yanina Solnicki, quien además de buscar ropa vintage por distintos lugares y países es médica. “En su mayoría son piezas difíciles de encontrar y de las que me cuesta mucho desprenderme”, señala sobre las búsquedas que dispararon la colección. Acto seguido, dice sobre su método: “el principal secreto es tener gente que sepa manejar estas prendas, respetar las terminaciones a mano y trabajarlas con delicadeza”. Y a la inevitable pregunta del contraste entre la austeridad de guardapolvos de su profesión con el uso de transparencias retro, sentencia: “Siempre me vestí con ropa vintage, hasta el ambo y el guardapolvo de medicina que uso también son vintage”.

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