Viernes, 2 de mayo de 2003 | Hoy
ESPECTACULOS
Como quien no quiere la cosa, Reese Witherspoon ha alcanzado el estrellato sin apartarse del camino, con ciertos riesgos, que ella misma se fijó. Legalmente rubia, en el 2001, fue el trampolín a la popularidad, pero las cinéfilas ya la habían detectado en Freeway o Election. Ahora se viene la segunda entrega sobre la blonda abogada fashion de gran corazón.
Por Moira Soto
Erase una vez un lobito bueno
Antes de llegar a la consagración popular que resultó
Legalmente rubia –producción “comercial” estimada sólo
por críticos desprejuiciados–, en el 2001 R.W. participó
en películas con rasgos interesantes, críticos, perturbadores
como Pleasantville (de cómo una chica y un chico, hermanos, se deslizan
en una seria televisiva de los años ‘50), Juegos sexuales (versión
aggiornada y poco feliz del clásico Las relaciones peligrosas), Election
(corrosiva sátira acerca de una estudiante trepadora amoral y un profesor
que se vuelve inmoral para detener su avance arrollador), American Psycho (audaz
apuesta de Mary Harron basada en el polémico best-seller de Bret Easton
Ellis).
Precisamente cuando rodó Juegos sexuales, en 1998, ligó con el
majo Ryan Phillipe (antes había ensayado con Mark Walhberg y Chris O’Donnell:
los chicos lindos son su especialidad) y, a la hora de promocionar el film,
la rubia ya estaba felizmente embarazada. Caperucita había crecido y
elegido, pero –como contó Reese en el programa de David Letterman–
le faltaba pasar una prueba espinosa: darle la noticia del bebé en camino
a su conservadora abuelita sureña que ni siquiera conocía al lobito
bueno genitor: “Tengo noticias maravillosas, abuela: voy a casarme”.
“Estupendo”, se entusiasmó la fina dama. “Bueno –se
envalentonó Reese–, tengo noticias todavía mejores... Voy
a tener un bebé.” A la abuela se le desdibujó la sonrisa
hasta que nació Ava Elizabeth, en el otoño de 1999. En esta oportunidad,
la actriz también desoyó advertencias (“sos muy joven para
ser madre”, “no podés detener tu carrera ahora por un bebé”,
etc.) e hizo lo que le dio la gana.
Legalmente rubia fue su rutilante regreso a la pantalla después del nacimiento
de su hija: una comedia irresistible con una protagonista adorable magníficamente
interpretada por R.W. Hora y media de bonanza y color para desbaratar el estereotipo
de la rubia linda, tonta y frívola. Elle Woods, blonda natural, tiene
que legalizar esta situación y lo hará con los mejores recursos:
buen corazón, inteligencia, inventiva y profundos conocimientos sobre
moda y maquillaje. El rosa Dior es su tono favorito, sobre todo en un bolso
de Prada, y nada le arredra su vocación de felicidad, ni siquiera que
la deje un novio ambicioso y tilingo por”demasiado rubia”. Ella lo
sigue a Harvard, no lo recupera, pero estudia leyes y va dejando una estela
luminosa por donde circula. “Una heroína contemporánea indomable”,
la definió el productor Marc Platt. “Lo que me encantó de
la historia es que realmente cuestiona tus percepciones”, comentó
R.W. “En la vida es tan fácil sacar conclusiones apresuradas de
la gente. Estaba muy interesada en explorar las diferencias que pueden existir
entre la apariencia exterior y la identidad profunda. Ella triunfa en sus propios
términos. La cuestión es utilizar lo que tenés y creer
en vos misma.”
Legalmente rubia subió la cotización de Witherspoon a 5 palos
verdes por Sweet Home Alabama, pero enseguida ella aceptó un proyecto
de bajo presupuesto, La importancia de llamarse Ernesto, porque ama a Oscar
Wilde. Y después de Legalmente rubia 2, producción por la que
le pagaron 15 millones, le dio el sí a Mira Nair para estar en un film
independiente que le pareció atractivo, Vanity Fair.
En estos días, Reese tiene que bancarse que la llamen “la nueva
novia de América”, que la comparen con Meg Ryan y Julia Roberts,
cuando ella se identifica más con Judy Holiday, aquella rubia fenómeno,
Nacida ayer, de los años ‘50. En un país donde han brillado,
y brillan, grandes cómicos, cuando se trata de hacer comedia, ese género
para el deleite romántico y la sonrisa dichosa, las actrices se multiplican
mientras que a los comediantes sutiles –chapeau al inglés Hugh Grant–
hay que buscarlos con lupa. Por un Cary Grant, la lista de las chicas, desde
que se apareció el género, es apabullante: Katharine Hepburn,
Irene Dunne, Carole Lombard, Mirna Loy, Lauren Bacall... y antes de llegar a
Meg, Julia o Cameron, un recuerdo para las exquisitas graciosas intermedias:
Marilyn Monroe, Kay Kandall, Shirley MacLaine, Stella Stevens... Reese Witherspoon
se suma con enorme talento a ellas, sin imitar a nadie y con excepcional amplitud
de registro: puede ser cándida e íntegra (Legalmente...) o sugerir
abismos de inescrupulosidad (Election, por la que fue nominada al Golden Globe).
Ella ha ganado su lugar palmo a palmo, corriendo riesgos y obteniendo el reconocimiento
del público por mérito propio. Porque no es una estrella prefabricada,
probablemente pueda cumplir con su deseo de una carrera larga, haciendo personajes
diversos, eligiendo su aire y siendo respetada, incluso dentro del cine más
industrial. Y si bien en la comedia ha tenido sus mayores sucesos y aprecia
mucho al género, aspira a hacer una remake de Esplendor en la hierba
o al menos “una historia igualmente profunda, trágica y romántica”.
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