MODA
Cultoras del arte textil
Una muestra en el Recoleta da cuenta de variadas e interesantes búsquedas textiles por parte de artistas plásticas argentinas y chilenas.
Por Victoria Lescano
Ingresar a “Textiles sin fronteras”, la muestra que en la sala 15 del Centro Cultural Recoleta reúne obras de seis artistas argentinas y chilenas que experimentan con hilados en formatos que exceden al tapiz, permite apreciar las múltiples posibilidades de tejidos arty para transmitir mensajes. El continente es una sala blanca del primer piso donde se conjugan algunas tramas artesanales en tonos primarios, tierra y también extravagancias en flúo y collages con lana y papel.
En el comienzo del recorrido los maniquíes vestidos con túnicas y tocados de la serie “Noche Andina” y los tejidos rojo y azul tramados por Claudia Mazzola hablan de sus cruces con la indumentaria. Desde mediados de los noventa, en sus viajes por Perú, Chile, México y la Argentina, la autora se consagró a la recuperación de técnicas textiles emblemáticas de la américa prehispánica.
“Para casi nadie”, su obra con bordados y anillado cruzado y terminaciones símil guantes compone una serie que en el 2002 obtuvo el Segundo Premio del Salón Nacional de Artes Visuales. “Paisaje urbano”, la apuesta de Silvia Millet, remixa tramas textiles y tickets de subte que simbolizan la letra H. “Fue mi recurso para mostrar la realidad social y el hambre, aproveché una serie del subte que incluyó campañas publicitarias con iconos infantiles”, dice Millet. La autora eligió el tejido como bastidor tras graduarse en bellas artes en la Pueyrredón, suele combinar textiles con piezas de poliéster y resina, y asegura que la premisa es aprender nuevas técnicas. Con ese criterio, al último verano lo consagró a poner en práctica manuales de instrucciones sobre textiles mapuches.
Berta Teglio se formó en arte textil con Nora Correas y desde mediados de los ochenta obtuvo decenas de premio en salones especializados (del Salón del Minitextil 1997 y el Premio Women in Textil Art del Florida Museum al Premio de Honor del Salón Nacional de Arte Textil 2000).
Con “Sin nombres”, la instalación de cuerpos tejidos en tamaño real y también una serie con hombrecitos en miniatura construidos con hilos en tonos de flúo completan la participación argentina. Ya en el catálogo, un texto de la especialista Isabel Iriarte hace hincapié en los aportes funcionales y culturales de los tejidos: “Además de permitir arropar niños, techar hogares o construir puentes, el tejido revela a los hombres y mujeres que se congregan frente a los telares, el camino para desarrollar las formas más complejas”.
Las artistas chilenas Ana María Rojas, Paola Moreno y Carolina Yrarrázaval comparten una aproximación al formato tapiz aunque con improntas avant garde y también cierta militancia en técnicas de conservación textil. De paso por Buenos Aires para la inauguración de la muestra –una semana en que todas se cobijaron en el hogar de Claudia Mazzola–, Ana María Rojas Zepeda advierte: “Lo primero que hice con el textil fueron tramas vinculadas con el otoño, mientras me formé en la Universidad de Varsovia, uno de los escasos centros en que los textiles tienen un lugar de privilegio entre las bellas artes, comprobé que mis raíces latinas aparecían en las tramas mucho más de lo que yo quería. Allí hice mi tesis en iconografía precolombina”. “Momia”, su tapiz en tejidos planos combinados con yute, incluye serigrafías y muchas de las obras en exhibición suman cintas impresas en papel de arroz con estampas de simbología de las etnias originales de Chile, léase mapuches, aimara o rapanui. A fines de 1990, Rojas editó un libro con sus investigaciones sobre esos símbolos en formato de libro para chicos. “En verdad recién después de muchos años estoy saliendo del tejido tradicional con derivados del cáñamo. Cuando vivía en Europa, trabajé exclusivamente con lana, pero al volver a Chile sentí que ya no podía seguir usando lana, que seguramente tendría mejor destino en abrigo para niños. Buena parte de mi trabajo consiste en la conservación preventiva destinada tanto a la documentación como al rescate de técnicas. En un trabajo reciente basado en Atacama, hicimos una comparación de técnicas y estilos de la región argentina situada a la misma altura –más precisamente en Jujuy–. Me llamó la atención un dato muy interesante: a todo lo que ellos tejían –por ejemplo, acolchados con ornamentos que representan joyas del patrimonio familiar– lo mandaban a bordar con sus parientes en la Argentina, lo que demuestra que etnia es una sola y que los límites que hemos puesto en la modernidad son falsos.”
Las tramas de Carolina Yrarrázaval consisten en piezas en telar vertical con líneas puras y los nombres “Rojo sobre Rojo” o “Capas grises” que además de adornar paredes podrían ingresar a los percheros de cultoras del art and crafts más exigentes. Fundadora del “Grupo Arte Textil Chileno”, asegura que no teme desafiar tradiciones al recurrir a tintes químicos. Sus “Capas”, algunas con pliegues de cintas al bies, se pasean por galería especializadas de La Habana, Washington, Austria y recientemente, el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago. La serie de Paola Moreno que combina tejidos con tizne, lino y marcos de metal oxidado resultó de un proyecto de investigación centrado en las distintas etnias, la tapicería medieval y el arte contemporáneo. Moreno, quien ejerce la docencia en Artes Visuales de la Universidad de Chile y la Escuela de Diseño de la Universidad Católica, lo desarrolló con una beca del Fondart (premio del gobierno chileno para artistas) otorgado en el 2001. En sus superficies color arena de corte minimal aparecen raros fragmentos quemados. “Es una cita a los sacrificios andinos con textiles que hicieron los españoles y que nunca fueron muy divulgados. Sobre la mirada contemporánea recurrí a cajitas contenedoras de textiles, sedas y pelo, porque considero que el textil es un lujo que está tendiendo a desaparecer y hay que preservarlo”, aclara. Y sobre la avanzada del arte textil, desliza: “Hasta hace algunos años, a los artistas textiles nos consideraban artesanos y simples hacedores de tapices, en definitiva, creo que uno también hace su propio tapiz al momento de vestirse y en la forma de combinar colores y texturas”.