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Viernes, 27 de mayo de 2011

CINE

Los 444 films

Por el momento, éste es el alto número de producciones cinematográficas nacionales, más una serie de extranjeras, que ha reunido el catálogo “La dictadura y el cine”, un trabajo de Marcela Visconti y Esteban Garelli que Memoria Abierta presentará el próximo 2 de junio. Todas las películas incluidas están relacionadas, en distinto grado, con ese sombrío período, sin descartar aquellas que apoyaron al régimen.

 Por Moira Soto

“El catálogo ‘La dictadura y el cine’ era una idea que Memoria Abierta quería llevar a cabo desde hace varios años”, señala Alejandra Oberti, coordinadora del Programa Archivo Testimonial de esta ONG fundada en 1999 con el objetivo de promover el recuerdo activo mediante la acción coordinada de cinco organismos de derechos humanos, reunidos para contribuir a la elaboración colectiva de la memoria del terrorismo de Estado. “Hasta ahora, entre los materiales para aportar a los docentes con el fin de estudiar ese período, en la bibliografía poníamos un listado muy modesto de películas. Clásicos como La historia oficial, Montoneros, una historia, Garage Olimpo... Pero sabíamos que había una cantidad muy grande de películas que referían al período dictatorial. Ese fue como un primer cataloguito, un tanto casero. El motor ya estaba encendido, teníamos la certeza de que el cine había abordado esa temática ampliamente y que iba a ser muy útil saber con más precisión qué películas integraban una lista más completa. Ahí entra a tallar la realización del catálogo. El trabajo que hacen Marcela Visconti y Esteban Garelli es parte de la producción de recopilación y preservación de materiales relativos a la historia reciente. Se trata no sólo de sumarlos y guardarlos sino de ponerlos a jugar, a rendir en distintas producciones. Siempre con la intención de transmisión, de darles accesibilidad. La comisión de Memoria Abierta participó con gran interés en la realización de ‘La dictadura y el cine’, fue un proyecto muy querido y muy acompañado.”

Este catálogo, cuyo lanzamiento y contenido fue anticipado por Las12 el 25 de marzo pasado en la nota “Cartelera abierta”, se puede consultar en www.memoriaabierta.org.ar/ladictaduraenelcine y será presentado el próximo jueves por Lita Stantic, Gonzalo Aguilar y Ricardo Piglia, oportunidad en que se entregarán ejemplares en DVD. Marcela Visconti y Esteban Garelli empezaron este trabajo en enero de 2010: “Trabajamos a la par, nos complementemos muy bien, sobre todo a la hora de escribir”, detalla Visconti. “Ambos miramos películas, redactamos sinopsis, colaboramos en la escritura de la introducción... Nos fuimos repartiendo, cotejando, discutiendo. Siempre fue importante que estuviese la mirada del otro, el intercambio.”

Garelli es guionista graduado en la Enerc (Incaa), autor en el cine y la TV de guiones para documentales, ganador del concurso de Operas Primas del Incaa. Visconti es egresada de la carrera de Artes de la UBA y siempre estuvo muy interesada en el cine. Cuando cursaba un seminario de Metodología de la Investigación tuvo que hacer un ejercicio de proyecto para una beca y a ella se le ocurrió pensar algo sobre cine policial y dictadura. La persona que estaba a cargo le sugirió que hablara con Ana Amado, de la cátedra de Análisis de películas y crítica: “La llamé, nos encontramos. Yo esperaba que ella me preguntara cosas teóricas. Pero ella fue al punto: ‘¿A vos por qué te interesa este tema?’. No le pude responder con exactitud, me fui pensando y entonces me cayó la ficha. El proyecto se presentó finalmente y gané mi primera beca como estudiante. Ese informe tenía que ver con el delito y los crímenes durante la dictadura. Y muchos años después, no por azar, trabajo en este catálogo”.

El catálogo se abre como un abanico en muchas direcciones: Argentina ’78, Clima de época, Proyecto económico, Impacto urbano, Búsqueda de verdad y justicia, Biografías...

–En muchísimas. Como te decía, con Esteban nos llevamos muy bien en el trabajo, es un chico sumamente talentoso, nos potenciamos. No nos conocíamos previamente: resultó un muy buen encuentro. Fuimos de a poco, pensando cómo realizar el proyecto. Yo tenía la idea de que había que revisar toda la bibliografía vinculada con el tema, hacer un relevamiento de títulos, ir al Museo del Cine, a la Universidad del Cine... Esa fue una primera etapa: cubrir esos recorridos, leer muchos materiales. Y armamos un listado grueso de todo lo que encontramos.

¿Cuándo se les ocurre incorporar las películas que se hicieron en 1976 y 1982 y que, de algún modo, le hicieron el caldo gordo al régimen?

–Ahí estuvimos los dos muy de acuerdo. Yo, personalmente, siempre pensé que tenían que estar esas producciones, que era importante que figurasen. Entre las cuales alguna que puede sorprender, como una comedia picaresca de Porcel y Olmedo, un caso muy interesante. Se trata de Encuentros cercanos con señoras de cualquier tipo. En su desarrollo es una película que recoge ese género televisivo de la picaresca, que había empezado acá en los tempranos ’70.

Vale aclarar que ese film salió de Aries, la misma productora de La Patagonia rebelde, muchos de cuyos intérpretes debieron exiliarse.

–Sí, claro. Y se trata de una película que parece tan tonta con sus fáciles enredos de comedia. Pero la acción está ubicada durante el Mundial ’78, y en el inicio –sólo allí– hay un relato que dice que la Argentina ya ganó el Mundial, le hizo una demostración al mundo, etcétera. Una bajada de línea brutal. Ni siquiera se tomaron el trabajo de filtrar el mensaje, de deslizarlo en la trama. Algunos dicen como excusa que quizás ésa era la única manera de poder hacerla... Cuando en realidad con Olmedo y Porcel, en ese momento, se hacía cualquier cosa en el cine y la televisión. Nos decidimos por esta comedia, por ese fragmento tan explícito; pero en realidad, con una mirada más fina, podría figurar casi todo lo que filmó ese dúo cómico.

¿Ustedes se dedicaron a mirar película por película, tomando nota minuciosamente?

–En el caso de las que consignamos, nos tomamos ese trabajo: verlas, redactar sinopsis, pensarlas, tratar de detectar el punto exacto de complicidad. Porque no es lo mismo Comandos azules, los Superagentes que las de Palito Ortega... La primera es abiertamente pro, las de Palito, también: no olvidemos que su productora tiene tres films dedicados respectivamente a cada una de las Fuerzas Armadas, y él es protagonista. Una cosa nefasta.

Obviamente figura en el catálogo La fiesta de todos, insalvable por donde se la mire, con dirección de Sergio Renán y participación de actores como Juan Carlos Calabró, Susú Pecoraro, Luis Landriscina y varios más...

–Esa película es un caso extremo, absolutamente pro, con Félix Luna diciendo un discurso increíble.

En el otro sentido, hubo durante la dictadura obras como las de Aristarain, Tiempo de revancha y Ultimos días de la víctima, que se pueden ver como metáforas críticas. Y también hay muchas películas que justifican su presencia en distintos rubros.

–Sí, después de que armamos un corpus bastante grande, vinieron todas las decisiones que tuvieron que ver con el equipo de trabajo de Memoria Abierta, con la gente del staff estable y con el equipo de asesores (Ana Amado, Andrés Di Tella, Gonzalo Aguilar, David Blaustein, Claudia Feld, Mariano Metsman). Tuvimos reuniones donde se trataron los límites de periodización temporal, qué películas se incluían o no... Una vez que ese terreno estuvo más claro, empezamos a ver los films. No todos, porque hay cosas que no se consiguen. Y comenzamos a chequear que había reiteraciones temáticas. A partir de esa observación, fuimos armando estos cortes en donde asignamos las producciones que correspondían, y los cortes las cruzan de diferente manera. Esto surgió de la visión de los propios films, no lo habíamos pensado de antemano. En este sentido, “La generación de los hijos”, uno de los cortes temáticos, se imponía: es evidente que hay un momento, que tiene que ver con el ’95, donde los hijos aparecen en escena con nuevas demandas. Otro corte se llama “La mirada de los niños”, películas donde aparecen personajes infantiles durante la dictadura que miraban, veían cuando secuestraban a sus padres, hechos de violencia: Kamchatka, Un buda, Posadas (un corto del Bicentenario)...

¿A qué número de films llegaron hasta ahora?

–444 películas, es muchísimo. En el catálogo, también organizado por años, si ves las producciones de años recientes, resulta enorme la proporción de títulos que se hicieron, que se están haciendo ahora.

Más allá de las películas clásicas, como dijo Alejandra Oberti, que tienen mucho o poco que ver con la dictadura, la guerra de Malvinas, la transición democrática, ustedes hicieron algunos descubrimientos un tanto insólitos.

–Es cierto; en la página de inicio del catálogo, en la barra superior, hay una estrellita que lleva dos hallazgos dispares: uno, la película sueca llamada Murallas de la libertad (Frihtens Murar), de Marianne Ahrne, producción que no se estrenó en nuestro país y que abrió el Festival de Cine de Moscú en 1979.

Claro, ese festival en el que la delegación argentina se declaró ofendida porque la producción sueca mostraba que no se respetaban los derechos humanos en la Argentina. Habían viajado Leonor Benedetto, Mario Sabato, Gerardo Romano...

–Sí, viajó una comitiva desde la Argentina integrada por el director, actores y funcionarios a esa muestra. Cuando ven el film de apertura, se ofenden, se van y mandan una queja formal para que se retire esa película del festival. La Argentina hace ese pedido vía diplomática y logran lo que querían. Murallas de la libertad después se estrena en Suecia. En la presentación del jueves próximo vamos a mostrar un fragmento de este film. Al parecer, por el tipo de historia que cuenta, la directora se habría encontrado con algún argentino exiliado. Cuando conocimos este episodio, googleamos el nombre de la directora y encontramos su página web con una dirección de mail. Le escribimos y nos contestó. No fue tan fácil: hubo muchos correos por cuestiones legales. Finalmente nos dio una copia que no se puede copiar, sólo mostrar.

¿Cuál es el segundo hallazgo que presenta el catálogo?

–Se llama Estoy herido. ¡Ataque!, una ficción de propaganda que hicieron los militares, se calcula que en 1977, dura 20 minutos y se pasaba por TV. Se la daba por perdida, la gente que vivió esa época recordaba haberla visto. Es una ficción que toma un caso real de la guerrilla en Tucumán, el combate del río de Pueblo Viejo, para hacer este film de propaganda realmente abominable, muy burdo. Es que los militares no vieron el cine como un aliado sino como un enemigo a combatir a través de la censura. Investigando, nos enteramos de que se había pasado en un programa de Rolando Graña, Punto DOC, en 2001. Insistimos hasta que logramos hablar con este periodista, que nos dice: “Yo me preguntaba por qué durante todos estos años nadie me lo había venido a pedir...”.

¿Por qué decidieron dejar de lado toda evaluación artística?

–Estuvimos de acuerdo con Esteban, y apoyados por todos los que participaron en las discusiones, en que el criterio principal fuese que el catálogo resultase lo más inclusivo posible. Por eso hay películas donde el tema central es la dictadura, y otras que tienen una mínima referencia. Es cierto que en general no hay una evaluación artística, pero nos hemos tomado alguna licencia en cuanto a los films hechos durante la dictadura, los títulos que mencionábamos antes. Claro que en los primeros intercambios nos preguntábamos: ¿cómo poner una obra del nivel de Garage Olimpo al lado de una de Palito Ortega? Lo resolvimos mediante los índices temáticos y el nombre que les dimos. Sin hacer un análisis artístico, puntualizamos algunos detalles, como señalar “un tono sensiblero”, damos ese tipo de pistas...

¿Qué otros materiales raros, olvidados, relegados, sin estrenar?

–Primero y principal está incluida la película de Ana Amado y Nicolás Casullo, que acá se vio poco porque Ana tiene la copia en master en México y está tratando de traerla. Hay una copia en DVD, tomada de un video, que no es buena. Si bien no es un descubrimiento porque ya estaba en el Archivo, Memoria Abierta se la había pedido a Ana. Pero no ha tenido difusión. Montoneros, crónica de una guerra de liberación (1976) lleva la firma de Ana y Nicolás, con seudónimo, y es uno de los pocos casos de cine hecho en el exilio. Otro es Resistir (1978), de Jorge Cedrón, quien firma Julián Calinki. Y también está la mención de Las vacas sagradas (1977), de Jorge Giannoni: ésa no la tenemos porque el original sólo está en Cuba. También vale mencionar Este año comen un día no y el otro tampoco (1985), es decir, realizado en la transición democrática. Y un caso realmente curioso es Bandidos como Jesús (1976), una película que alguna gente piensa que no se hizo y de la que sólo hay registro concreto en el British Film Institute, donde se la menciona y se habla de dos directores, Cristina Ruiz y Giampiero Tartagni. Trataría sobre el compromiso militante de un sector progresista de la Iglesia Católica local.

El catálogo “La dictadura en el cine” se presenta el jueves 2 a las 19, con entrada libre, en el auditorio Malba, Figueroa Alcorta 3415.

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