Viernes, 2 de septiembre de 2011 | Hoy
MúSICA
Helena Pérez y Daniela Ruiz forman Los Galgos, una banda que hoy las pone en el centro de la escena con un disco poderoso y la honestidad necesaria para resistir ese viejo y conocido estado de coma: el machismo en el rock.
Por Flor Monfort
“Yo no soy una buena chica/por las dudas vos no te distraigas”, dice Vineland, una de las canciones de En el corazón sucede lo que sucede, el primer disco de Los Galgos, la banda que, inspirada en la novela de Sara Gallardo, tiene su perfume en las canciones y dos mujeres tan fuertes como frágiles en guitarra, voz y bajo. La formación la completa Martín Ramos Mejía, pero son ellas las que definen el espíritu de equipo, el corazón y la chispa de Los Galgos. Se conocieron separando la paja del trigo en el granero de Twitter, primero como declaradas feministas, una rareza en chicas que recién estrenan los 30, después con todo el vértigo de una amistad nueva y sincera, el encuentro entre dos mujeres que ya saben que van a ser grandes amigas. “Para mí fue crucial el día que nos juntamos con otras mujeres. A mí me interesaba intercambiar, se dio una discusión porque mi posición yo la presento como proactiva, no de denuncia constante. Creo que hay que hacer y generar espacios donde la línea entre si sos mujer o sos hombre no exista. Se hablaba del tema de la violación y yo dije ‘a mí no me va la posición de la víctima, a mí me va la posición de la defensa’. Me parece que se tiene que blanquear que las mujeres tenemos fuerza y podemos hacer uso de ella. Eso desencadenó una violencia tremenda, pero como yo estaba empezando mi relación con Daniela y no quería ponerla en peligro, entonces me paré y me fui” dice Helena.
D.: –Hay cierta posición de “no somos feministas somos femeninas” y todas esas boludeces.
H.: –Sí, cuando estás desesperada por encontrar espacios donde hablar de verdad de lo que implica ser mujer, te encontrás con diálogos donde se termina hablando de con quién cogió cada una y por eso somos re liberadas y decimos todo sin tapujos, y vamos viendo si coincidimos en tipos... Yo no quiero entrar en esa, para mí eso no es ni femenino ni feminista ni nada. En todo caso está enmarcado en ese falso mujerismo que se cree liberal y lo único que hace es hacerles el juego a los tipos. A mí lo que no me gusta es esa postura de “¿y por qué si sos feminista no te importa con quién cogés? Y no, no me da lo mismo, en treinta años de vida nunca me dio lo mismo y no me va a dar lo mismo. Todas esas confusiones llevadas a la música, que es un lugar vinculado con la noche, y con cierta fantasía que no existe hoy por hoy pero que subsiste, hace que nadie sepa cómo tomarte. Los tipos cuando no pueden entender lo que estás queriendo decir y cuando tampoco tienen ganas de entenderlo, pasan a la agresión. Yo sé que podría tener una carrera más fácil si me posicionara en un lugar de objeto y de estar todo el tiempo sensibilizada. Porque la verdad es que a mí me han lastimado tantas veces y lo veo alrededor, lo veo en las charlas de mis amigas, en un estado de Facebook, lo veo en un twit del tipo mantra “yo les tengo que agradar a los hombres”. Y la realidad es que nunca les terminás agradando a los hombres. Nosotras en Facebook estamos “casadas”, entonces la agresión es “blanqueen que son lesbianas” y cuando se dan cuenta o se enteran o me ven con mi novio es peor, porque entonces no se entiende, es “ah, encima no es lesbiana”. Ahí es cuando te das cuenta de que no vas a agradar nunca, y yo quiero dormir tranquila, no quiero hacer fuerza para agradarle a nadie.
D: –Lo que molesta no es sólo que seamos feministas, es la actitud pro activa como decía Helena. La mujer, por más feminista que sea, si está callada no molesta. Nosotras al principio habíamos formado una especie de grupo con otras bandas para armar fechas y tocar juntos. En algún momento una espera cierta reciprocidad, que en nuestro caso nunca llegó. A nosotras nunca nos volvieron a invitar a tocar. Jamás ocultamos contactos, nuestro trabajo es serio, y cobramos por tocar, no tocamos gratis, y muchas de esas bandas jamás hubieran cobrado por tocar si no fuera por Los Galgos, pero hay algo que molesta. Cuando sacamos el disco lo mismo, entre ellos todos se felicitaban, se arengaban y a nosotras, que también sacamos un disco al mismo tiempo, nada, silencio.
D: –Nos han llegado invitaciones a festivales de mujeres y eso también merece una señal de alerta porque es una automarginalización. Yo no estoy de acuerdo. Cada feminista define el feminismo a su manera, la mía es de igualdad y equiparación de oportunidades.
H.: –A mí nunca una mujer me invitó a tocar. Yo rescato el trabajo de Florencia Ruiz, de Nubes en mi casa, que está encabezada por una mujer y tienen cosas que me gustan mucho. Y obviamente a María Gabriela Epumer. Su decir tenía que ver con manejar la intimidad pero con una honestidad brutal, no recubriéndola de ese falso imaginario femenino donde nada está mal, y donde hablo de las frambuesas y las relaciones, y salgo a tocar en pijama. The Gossip es una banda fundamental, no sólo por su calidad musical, sino porque esta banda acá no sería posible. La mina es feminista, gorda y lesbiana, acá terminaría en un chiste. Yo puedo admirar la cumbia queer pero convengamos que tienen que encubrirse en el chiste, y yo, con mi banda, no quiero hacer ningún chiste, yo tengo ganas de hablar de otra cosa. Toda la gente que dice “qué bueno el último disco de The Gossip”, acá no consumiría una banda así.
H.: –Hay un doble standard en la música nacional: si está hecho afuera está bien. Nuestras canciones no dicen “te voy a cortar en pedacitos porque sos hombre”, son canciones de amor en muchos casos. A PJ Harvey se le permite hablar del aborto, acá no se permitiría. Entonces llega un punto en que me planteo “¿qué tengo que hacer para no fracasar?”, porque nadie quiere tocar sin público. Si yo te digo que no me importa que me vengan a ver te miento.
D.: –Lo nuestro es una manera de hacer interesar. El público se va formando a medida que va escuchando las letras.
H.: –Yo no quiero que me venga a ver gente de 40. Para que el rock sobreviva se tiene que manejar con un rango de gente que tenga 10 años menos que vos. No hay que olvidar jamás que una banda te puede cambiar la vida, vos podés dejar de ser un parásito total en tu casa y encontrar una razón para vivir y para levantarte todos los días. Yo en eso creo a rajatabla, y lo que una tiene que empezar a pensar es cómo llegar a esos pibes. Nosotras tocamos en Ciudad Universitaria, no me interesa tocar en una fiesta a las 3 de la mañana para gente que no me está dando pelota y si lo hago es porque me van a pagar, pero ahí no está mi público.
D.: –Otra cosa que les molesta a los hombres es que nosotras blanqueamos que el rock no tiene más glamour: no estás ganando un centavo, no sos famoso y no tenés groupies. Nosotras no lo decimos desde afuera, lo decimos desde adentro porque lo sabemos, y eso les revienta.
H.: –Yo perdí la cuenta de las veces que me dijeron “no seas mala”. O me han llegado a preguntar si era feminista porque me violaron.
–Courtney Love es muy importante, L7 o The Slits son bandas que se reivindican y se saben feministas. Todos los tipos que te nombran a Cobain y dicen “qué grande” no saben que el tipo era feminista o se olvidan de ese pequeño detalle que determinó mucho de la sensibilidad de Nirvana. Cuando vinieron de gira, todo el mundo dijo “tocaron mal”, y la verdad es que salieron a tocar mal a propósito porque a la banda que tocó antes, una banda de mujeres que se llamaba Calamity Jane, las bardearon y escupieron durante todo el show, y eso el periodismo de rock no lo dijo, puso “lamentablemente no fue un buen recital”. Nosotras nunca nos sentamos y dijimos “che, vamos a hacer una banda feminista”, eso se da a medida que vos peleás todos los días. Para mí el feminismo es eso, yo no necesito tener un PhD para declararme feminista, tengo que salir a la calle todos los días y bancarme todos los abusos de los cuales soy más sensible porque para mí un piropo no es un halago, que un tipo me siga media cuadra con un auto me resulta escandalosamente siniestro, y que me digan algo sexualmente agresivo en Twitter tampoco me es indiferente. Aunque a veces me arrepiento, prefiero los caminos más difíciles y tenía que tener una banda que entendiera eso. Martín y Daniela lo entendieron y acá estamos: ante las agresiones, yo soy de amianto.
El año que viene Los Galgos editará su próximo disco Fuerza y tempestad.
Más info: www.losgalgos.bandcamp.com
www.facebook.com/losgalgoslosgalgos
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