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Viernes, 14 de octubre de 2011

MúSICA

Cosiendo la herida de su ausencia

En un concierto tributo, una docena de artistas argentinas, mexicanas y uruguayas homenajearán a la cantora Lhasa de Sela, fallecida con sólo 37 años el año pasado. Lo que las moviliza a participar, en sus propias palabras.

 Por Guadalupe Treibel

Para llegar al lado de Lhasa de Sela hay que atravesar tres discos, tres idiomas y más de una nostalgia, dejarse atravesar por frases descarnadas como “He venido al desierto para reírme de tu amor, que el desierto es más tierno y la espina besa mejor”, cruzar la voz clara, mirar más allá de los ojos rasgados. Ella –con su nombre de capital de Tibet– componía temas desgarrados, sonaba a folk norteamericano, blues, ranchera, chanson francesa, contaba historias de un abuelo libanés, vivía errante, sacaba discos cada mucho rato (La llorona, 1997; The living road, 2003; Lhasa, 2009). El tiempo lo usaba para no perderse: “Necesité esos años para volver a sentirme bien, independiente, sentirme como un ser humano que tiene cosas que decir que son sencillas. Vale la pena alejarse de todo para volver a apreciarlo todo”, contaba ella. Lástima que el 1º de enero de 2010, Lhasa se alejó demasiado.

Después de pasar su infancia en un (otrora) autobús escolar, paseando por rutas de México y Estados Unidos con su padre escritor –mexicano– y su madre fotógrafa –norteamericana–, de vivir sin TV, electricidad ni agua corriente, de convivir con sus hermanas payasas y contorsionistas en un circo por un año e instalarse en Montreal, Lhasa llegó a los 37 años y murió. Así, de repente, la mujer que escuchaba a Violeta Parra, Chavela Vargas, Billie Holiday o María Callas enfermó de cáncer de mama y falleció. Los que conocían sus canciones dejaron caer unas lágrimas: Lhasa, esa artista de culto, ya lo había atravesado todo.

No es de extrañar, entonces, que una decena de mujeres se reúna ahora para recordarla y, sobre todo, cantarla. Mujeres valiosas, cantoras y actrices, de aquí, Uruguay y México, mujeres como Flopa Lestani, Julieta Rimoldi, Irene Goldszer, Laura Ledesma, Liza Casullo, Valeria Cini, Paula Maffía, Valentina González, Casandra Da Cunha, Melina Sarmiento, Cecilia Bienati o la mentora del proyecto recitalero, la música Marianela Cuzzani. “Entendimos que había algo que se había acabado antes de lo que se tenía que terminar y había que coserlo para que cicatrizara”, explica la muchacha que –un año atrás– comenzó a cranear la propuesta.

“Es difícil encontrar referentes congruentes y en Lhasa hay coherencia: en su vida y en su canción. Y no pongo sus discos porque me pongan bien; los escucho porque los necesito, porque reivindican otra parte de la vida”, recrea Cuzzani sobre la mujer a la que homenajeará –junto a la troupe convocada– el próximo miércoles. Claro que, además del cariño que hermana, está la artista preventiva: la que llama a recordar a De Sela en el día internacional del cáncer de mama e invitar al chequeo, a desarmar el tabú y hablar el tema. “Es una enfermedad muy de género, con un rasgo particular: aquí la prevención hace muchísimo porque –detectada a tiempo– no es necesariamente mortal”, avisa Cuzzani sobre los fines.

Y la noble idea no se cierra; el proyecto es continuar como ciclo, mover las canciones y el mensaje a las provincias. “Incluso deliramos con empezar a grabar un disco el año próximo”, repasa Marianela sobre un evento que, en plena plaza y bajo el título “Con toda palabra”, promete imágenes, poesías, videos y preciosa música en boca de caños bien dispuestos, capaces de desnudarse para temas bien desnudos, con el bienhechor objetivo de llegar a la masmédula de la cuestión: ¿cuál es esa? Ellas mismas, las protagonistas, lo explican. En sus palabras...

Casandra da Cunha

¿Por qué participar de un homenaje a Lhasa? Por amor. Su música es, para mí, un refugio. Su voz me reconcilia con un modo de vivir ciertas emociones que, a veces, me mueven hasta caer: tristeza, pérdida, fragilidad y un algo medio gitano, medio sin patria. Su voz me calma. Parece vagar sin rumbo y, al mismo tiempo, tiene el poder de adueñarse de cada rincón. De su obra, aprecio la libertad, el capricho, la lealtad con el mundo interno.

No me voy a tomar demasiadas licencias a la hora de interpretarla... ¿Para qué? Me propongo hacer sentir lo que ella me hace sentir a mí y, para eso, voy a movilizar todos mis recursos. Las dos canciones que elegí me resuenan por todos lados, en los huesos, y aluden al hogar en un sentido profundo, a tener un lugar en el espacio y en el tiempo. “Anywhere on this road” y “Is anything wrong”, que dice: “Encontré un hogar, / ahora empieza la vida / Puedo esperar un año o dos, / pero ni un minuto más”. Con la muerte –que todo lo resignifica–, el sentido que cobran esas líneas desde la partida de Lhasa es, sencillamente, conmovedor.

Flopa Lestani

Lhasa siempre mantuvo muy bajo perfil. Se tomó sus tiempos para componer y editar, cantó en los tres idiomas que hablaba y no fue el bocadillo de nadie. Su primer disco vendió muchas copias y en vez de tomar envión y acomodarse un contrato y más discos, ¡no!, ella se guardó. Editó dos discos más a intervalos de seis años, uno mejor que el otro, y, al cerrar la cuenta, el total da sólo tres, ¡pero qué tres! Listo. Todo bien con Lila Downs, pero Lhasa es otra cosa, chicas. Yo la tengo ahí arriba con Billie Holliday, Edith Piaf, Cesaria Evora y Chavela Vargas.

En mi caso, voy a hacer “Pa’ llegar a tu lado”, un tema del segundo disco The Living Road. Es un vals lento, con un aire de marcha fúnebre romántica y oscura. Y seguramente alguno más. Me propongo –como de costumbre– desvestir las canciones y –en el caso de la que elegí, que ya viene desnuda de origen–, llegarle a la osamenta. Me gusta hacer temas que puedo asimilar melódica y líricamente a mi modo de cantar. No hay manera de hacer una canción suya “al pie de la letra”, aun cuando la tentación de imitarla sea tan grande pero sabés que –además de ridículo– es imposible. Cualquiera que se aventure tiene que disfrazarse de algo y salir con mariachis a visitar balcones.

La verdad que ella falleció muy joven y por una enfermedad de mierda. Me da bronca cuando muere gente joven habiendo tanto viejo choto con arresto domiciliario... Se ve que no es cuestión de cupos. Nunca está de más recordar las recomendaciones de la gran Tita: “Muchacha, hacete el Papanicolaou”.

Liza Casullo

La voz de Lhasa me genera un efecto de imán; me deja pegada a sus vaivenes, a su gravedad juguetona y dramática, a su fraseo retrasado. Su canto es tan vital, intenso y estimulante que es difícil creer que se ha ido. Pienso que su obra es, al mismo tiempo, admirada por muchos y desconocida por otros tantos. Por eso, la combinación de un homenaje que nos permita reversionar y compartir sus canciones, sumando la posibilidad de difundir y concientizar sobre la prevención del cáncer de mama, es una gran idea.

Uno de los temas que voy a hacer, en colaboración con otras cantautoras, es “La Frontera”. Hay algo muy simple y visual en la letra de esa canción que abre –a través de imágenes–, sentidos que van mucho más allá de esas mismas imágenes: “Me arrastro bajo el cielo / Y las nubes del invierno / Es el viento que las manda / Y no hay nadie que las pare / A veces combate despiadado / A veces baile / Y a veces... nada...”.

Paula Maffia

Para mí, Lhasa siempre ha sido un personaje inspirador; una mina con una historia compleja, una viajera, una persona con anécdotas e historias recopiladas por ella misma. Se ha ganado el mote de cuentahistorias porque las lleva en la carne y eso se ve clarísimo en cada una de sus palabras, en cómo las entona: todo lo que dice es sincero y sentido. Por otro lado, siempre me atrajeron los personajes incatalogables y ella es un buen ejemplo, porque su música... ¿qué es? Es una fantasía de canción gitana, ranchera de amor, delicadeza de folklore europeo, crudeza lofi capaz de generar imágenes quiméricas y evocadoras.

Las canciones que voy a hacer son “Por eso me quedo” (sola, sin acompañamiento); “Floricanto” (junto a Laura Ledesma y Marianela Cuzzani) y “Los Peces”, con Julieta Rimoldi. Auguro que, en cada canción, voy a usar un instrumento... ¡Hay que hacer honor al clima ecléctico de Lhasa!

Laura Ledesma

Lhasa es, para mí, una enorme fuente de inspiración, con sus letras profundas, sensibles, el timbre de una voz que encanta, el peso de canciones que dejan el cuerpo cansado... Qué lamentable que su carrera haya quedado trunca en su mejor momento. Por suerte, el homenaje va a hacer llegar su música a más gente y podremos sumar nuestra impronta en el placer de reinterpretar sus temas, solas y acompañadas.

Irene Goldszer

Lhasa apareció en mi mundo musical hace 11 años y, en ese momento, me hizo descubrir una mezcla europea y latina en sus letras y músicas, un fraseo particular en su canto, una emoción al decir que antes no había escuchado. Sus temas no son lo suficientemente conocidos por el gran público y si bien no tomo este tributo como una “misión” para transmitir su música, ese será el efecto que surgirá naturalmente. El punto es que, mediante sus canciones, podemos prestarle atención a una enfermedad como el cáncer de mama.

Valentina González

Como mexicana en Buenos Aires me parece importante ser parte de este tributo en el que se honra el trabajo maravilloso de una méxicoamericana. Lhasa significa aire fresco para las sonoridades de mi país, sacar a lo vernáculo de su sitio de pieza de museo y reinventarlo y alimentarlo de todo cuanto su alma quiso. Como artista, ella conectó sus raíces con todo lo que se encontró a su paso. Este tributo es sólo una muestra de gratitud y de ello sólo pueden venir cosas buenas. Yo haré “J’arrive en Ville” sola con mi loopstation grabando voces en vivo, tomándome algunas licencias artísticas para recrear esta versión a cappella.

Valeria Cini

De Lhasa aprecio la forma apasionada, dramática y casi desgarrada en su expresión, pura y sin amaneramientos. Una mujer contando sus sufrires, sus amores, su vida en las posibilidades de varias lenguas, dándole a la composición esa cualidad personal con sonido propio, con la suma de lenguajes musicales folclóricos. Aunque no siento que necesariamente haya influido en mi música, puedo reconocer los nuevos planos sonoros que trajo a mi universo y creo que esta es una fantástica oportunidad para dar a conocer sus canciones en ámbitos menos intelectuales.

Elegí hacer “El Desierto” porque es la primera canción suya que escuché; me conmovieron y agitaron totalmente las cadencias, el ritmo, los sonidos puros y la poesía genial en la simpleza de la letra, el tono de su voz es muy particular, dramático. Y elegí “La Marée Haute” porque esa idea de “montarse a la mar en alto y andar” la convierte en una canción épica. Y me gusta lo épico.

El “Tributo a Lasha de Sela en el Día Mundial del Cáncer de Mama” será el miércoles 19 de octubre a las 20 en Plaza de Colegiales, Av. Alvarez Thomas 1100. Entrada libre y gratuita.

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