Viernes, 14 de octubre de 2011 | Hoy
RESISTENCIAS
Como todos los años desde hace 26, el Encuentro Nacional de Mujeres reunió voces y experiencias diversas en una modalidad siempre discutida pero intocable: conclusiones a las que se llega por consenso, discusiones horizontales donde todas las voces valen, plena soberanía para cada grupo que se sienta en círculo para poner un tema en el medio. Esta vez la cita fue en Bariloche, adonde costó llegar más que en otros ENM y donde la campaña electoral se coló con fuerza para generar alianzas políticas que puedan sostener también la agenda de las mujeres.
Por Elisabet Contrera
Historias de vida y lucha viajaron cientos de kilómetros para encontrarse en un punto del país: San Carlos de Bariloche. Historias diversas en colores, en magnitud y escenarios que inundaron el lugar de alegría, pasión y militancia. En una plaza, en el aula de la escuela, en un bar, sonaron sus voces firmes, decididas. Algunas fueron dispuestas a escuchar, a reencontrarse en el testimonio de la otra. Otras llegaron preparadas para discutir y ganar la pelea. Todas le pusieron el cuerpo, pese a las distancias, quitaron del letargo a una ciudad por momentos gris y apagada y regresaron distintas, revueltas, más organizadas.
El 26º Encuentro Nacional de Mujeres fue el marco de discusión y acción. Será una edición recordada por varias razones: se desarrolló en el medio de la campaña electoral, que se coló en los debates y crispó los ánimos de muchas; fue el escenario elegido para presentar una alianza de organizaciones feministas que apoyan al gobierno nacional, y también la antesala para pensar estrategias de cara al 1º de noviembre, cuando el Congreso de la Nación trate formalmente el proyecto de ley sobre legalización del aborto.
El clima electoral no sólo subió el tono del intercambio sino que además explicaría la baja en el número de participantes. En 2010, Paraná había recibido a más de 30 mil mujeres provenientes de diferentes puntos del mapa y este año, según datos suministrados por la comisión coordinadora, Bariloche les dio la bienvenida a 15 mil mujeres.
Semanas antes del encuentro, la dirigencia de algunos partidos políticos se preguntaba si era necesario enviar delegaciones frente a la cercanía de las elecciones. Tras discutirlo, algunos prefirieron focalizar las energías en la campaña y pegar el faltazo en la ciudad patagónica o enviar pequeñas delegaciones a dar el presente. A esto se sumaron la distancia y los costos del viaje y estadía en la ciudad. El revés económico provocado por la ceniza del volcán chileno no desinfló los precios para los turistas. Esta situación obligó a las cientos de mujeres dispuestas a viajar y participar a redoblar los esfuerzos económicos para estar presentes y a otras, directamente a desistir de la travesía.
Bariloche fue el lugar de presentación de una alianza política. Los primeros pasos se dieron en Buenos Aires cuando la agrupación Todas con Cristina abrió la convocatoria para formar un colectivo de organizaciones políticas y feministas que acompañan el modelo nac&pop.
La primera reunión se dio una semana antes del encuentro y participaron referentes del Movimiento Evita, de la Federación Tierra y Vivienda, del Frente de Mujeres del Nuevo Encuentro, partido liderado por Martín Sabbatella, y de Lesbianas y Feministas por la descriminalización del aborto, grupo a cargo de la Línea de Aborto “Más información, menos riesgos”.
Poniendo sobre la mesa las semejanzas (y a un costado, las diferencias), aceptaron crear la alianza. Están convencidas de que la “profundización del modelo” postulado por la presidenta Cristina Fernández se dará a través de la promoción de políticas con perspectiva de género. Resaltan los logros conseguidos hasta el momento, pero reconocen que faltan medidas para seguir avanzando hacia la equidad. En este contexto, ellas a través de la acción colectiva quieren colaborar en ese proceso.
Con este acuerdo previo, militantes de los diferentes espacios viajaron a Bariloche y organizaron la primera actividad conjunta en una plaza del centro de la ciudad, que se llamó el Festival Político Cultural La fuerza de las Mujeres. Allí dijeron presentes integrantes de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal y la agrupación Kolina, espacio conducido por la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner.
La plaza se llenó de banderas, imágenes y merchandising del feminismo nac&pop. Imanes para la heladera, prendedores y remeras con la cara de Cristina Fernández llenaron el lugar, al igual que los pañuelos verdes a favor del aborto legal. Entre todas las banderas partidarias movidas por el viento del sur, estaba María Eva Gómez (30), referente de Kolina. En diálogo con Las 12, resaltó la importancia de este nuevo espacio como estrategia para tener más fuerza dentro del campo del feminismo, liderado –según ella– por los partidos políticos de izquierda.
“A pesar de tener el 50 por ciento de los votos del país, el encuentro significa meternos en un terreno donde somos minoría. De todas formas, no nos achicamos y participamos. Tenemos la convicción, la fuerza y la militancia”, sostuvo. También consideró que será un espacio para incrementar la participación de las mujeres. “Ante la muerte del compañero Néstor (Kirchner), vimos una cantidad de mujeres que se acercaron a darle el apoyo a Cristina desde un lado personal. Queremos que todas esas mujeres puedan sumarse y debatir con nosotras”, remarcó.
Mientras en la plaza del centro cívico las chicas K estrenaban canciones y consignas a favor de Cristina Fernández, más cerca del lago Nahuel Huapi, las mujeres de organizaciones de izquierda realizaron por fuera de los talleres un encuentro para pensar un plan de lucha nacional de cara al 1º de noviembre, cuando el Congreso comenzará a tratar formalmente los proyectos sobre legalización del aborto. “Queremos que todas las mujeres participen del armado del plan y como la comisión organizadora nos pone trabas, lo haremos por fuera de los talleres”, explicó una joven que pasó aula por aula a invitar a las participantes.
Los talleres son más que el corazón del encuentro. Son un espacio de lucha, de expresión y discusión. Tienen reglas y tiempos: “Son soberanos, democráticos, plurales y horizontales”, explicaron las organizadoras. El programa de este año incluyó más de 50 talleres sobre diversos temas: mujeres e identidad, lesbianismo, derechos sexuales y reproductivos, adicciones, violencia, trata de personas, prostitución, desocupación, pueblos originarios y organización barrial, entre otros. Frente a la cantidad de participantes, muchos de ellos se dividieron en subtalleres.
Hubo varios temas con mucha convocatoria. En el taller “Mujeres y pueblos originarios” participaron más de 400 personas. Allí se habló sobre la situación de desamparo de las comunidades y a la hora de las conclusiones, criticaron fuertemente al Estado Nacional. En orden de importancia, siguieron los espacios para discutir sobre aborto. Uno de los talleres se llamó “Estrategias para el acceso al aborto legal, seguro y gratuito”, y el otro “Mujeres, Anticoncepción y Aborto”.
En ambos casos, las discusiones se iniciaron tímidamente y luego generaron largas disputas entre agrupaciones de izquierda que cuestionan la falta de políticas públicas al respecto y las militantes de organizaciones feministas, gremiales y estudiantiles que acompañan al gobierno nacional. Mientras que las primeras criticaron la postura de la Presidenta contra el aborto legal y aseguraron que la habían escuchado decir que “iba a vetar el proyecto si lo aprobaba el Congreso”, las segundas llamaban a la reflexión en algunos casos y en otros respondían con furia y desacreditaban a sus oponentes. Las provocaciones, chicanas y acusaciones estuvieron al orden del día entre ambos sectores.
En el medio de esta puja, se perdió el discurso anacrónico y retrógrado de las mujeres católicas y su “defensa del niño por nacer”, que en esta última edición del Encuentro no fue eje de incidentes ni de grandes disputas.
En ese contexto, marcado por la pasión y la convicción de ambos lados y sin una señal que pudiera aventurar un punto intermedio, las organizaciones de izquierda retomaron su lucha para que cambien las reglas de juego de los encuentros. Hoy, la modalidad es el consenso y no la votación. Las conclusiones de cada taller son elaboradoras el último día y reflejan todas las opiniones y posturas.
Luciana, del Plenario de Trabajadoras, tras dos horas de debate en el taller, planteó la necesidad de modificar el sistema. “Nunca vamos a llegar a un acuerdo. Mientras tanto, ¿qué hacemos?”, preguntó. “¿Seguimos viendo cómo se mueren las mujeres en abortos clandestinos?” El mismo planteó llegó desde la agrupación Pan y Rosas.
Este reclamo fue escuchado en varias aulas de las 19 instituciones donde se realizaron los talleres y, finalmente, no halló quórum. El lunes pasado, cada taller elaboró sus conclusiones de acuerdo con el consenso. En uno de los cinco grupos en el que se subdividió el taller sobre anticoncepción y aborto, las participantes reclamaron mayor presupuesto para crear centros de atención para las mujeres, exigieron buena atención de la mujer que concurre a los hospitales en todas las circunstancias y propusieron movilizar a las plazas del país a favor del aborto legal, seguro y gratuito.
El encuentro es también un lugar donde algunas hablan por primera vez y otras siguen pensándose a sí mismas. Mariana tiene 20 años y viajó por primera vez al Encuentro Nacional de Mujeres. Tras 26 horas de viaje, llegó a Bariloche movida por la curiosidad y la adrenalina. Milita en el Movimiento Evita y colabora en la Línea de Aborto “Más información, menos riesgos”. Por ello, decidió participar de los talleres sobre ese tema. “Es un espacio para dar la discusión. Será difícil porque tenés que defenderte de la Iglesia y de los partidos de izquierda”, explicó.
Con esa precaución, en su primer día en los talleres, permaneció callada y estudió, entre mate y mate, a sus interlocutoras y luego sentó su postura con respecto a cómo lograr la despenalización del aborto: “Hay que meterse a los barrios y militarla, presionar al Congreso para que avance en ese sentido. Este gobierno permite las fisuras, como ocurrió con el proyecto de matrimonio igualitario y debemos aprovecharlas”, remarcó.
Carolina tiene la misma edad y milita en el Frente de Mujeres de Nuevo Encuentro. Es el segundo año que participa del ENM. En esta oportunidad, se sintió más acompañada a la hora de debatir y defender su postura en el taller Mujer, poder y política. “Me sentí menos sola, pude retrucar mejor las críticas de los partidos de izquierda. El primer día del taller se habló del poder político y sin nombrarlo se hacia referencia al gobierno nacional. El segundo fue más explícito y empezaron a pegarle al Gobierno. Yo, junto a compañeras y mujeres de otras fuerzas, tratamos de explicarles que no todos nuestros males son responsabilidad de la Presidenta, que no todo es blanco y negro, que las cuestiones vinculadas con el poder no se miden en términos absolutos.”
Soledad tiene 30 años, es militante de La Fulana y participó del taller sobre Mujer y Lesbianismo. “Empecé a militar cuando se debatía la ley de matrimonio igualitario y este año me sorprendió el nivel del debate, muchas mujeres del interior del país pudieron contar sus historias. En otra época no se hubieran animado, pero hoy el contexto social motiva su participación, llama a involucrarse y encontrarse”, sostuvo. Como crítica, cuestionó la decisión de la comisión organizadora de eliminar el taller de activismo lésbico.
La misma sorpresa tuvo Claudia Castro, referente de La Fulana. “Cada año se acercan más mujeres a participar del taller de lesbianismo, van con muchas ganas de saber cómo cuidarse, cómo decirles a sus hijos o padres que son lesbianas, pero también encontré mujeres que vinieron de incógnito, que todavía tienen miedo”, contó. Por ello, “tras la conquista jurídica que significó la ley de matrimonio igualitario, el laburo ahora es ganar la conquista social”, sostuvo.
Graciela tiene poco más de 50 años y recorrió el país participando de los encuentros. Estuvo en Bariloche junto a su hermana y su madre. “Fue muy movilizante. Recordé los encuentros del 2001 y 2002 cuando las mujeres participábamos del encuentro como una manera de hacer catarsis frente a todos los problemas que teníamos como país. Los temas más importantes eran los movimientos sociales. Hoy, las prioridades de discusión son otras y ya no es el único espacio donde debatir”, recordó.
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