Viernes, 20 de abril de 2012 | Hoy
DANZA
La coreógrafa Margarita Bali reflexiona sobre la importancia exagerada que se le da a la tecnología poniéndola al servicio de su propia búsqueda como artista.
Por Sonia Jaroslavsky
A Margarita Bali se la conoció como una de las coreógrafas del grupo Nucleodanza allá por los ’80. Además de una vasta producción en danza participó de aquella emblemática película de Pino Solanas, El exilio de Gardel. Es justamente de esa experiencia como coreógrafa de varias escenas de la película que se despertó su interés y posterior reflexión acerca de la potencialidad de la cámara en relación con el cuerpo y la danza. Otro factor clave y llamativo que se sumó para su labor en el vínculo de la danza y la tecnología resultó ser su paso como estudiante de física en Ciencias Exactas de la UBA y su posterior graduación en Biología en la Universidad de California.
Se puede decir entonces que es desde pequeña que Margarita piensa en un mundo atravesado por lo tecnológico: el de la ciencias primero, el de las artes, después. Este interés fue aumentando a lo largo de toda su carrera creando videoarte, videoinstalaciones o tecnologías interactivas. Dos en la cornisa (1993), Naufragio in vitro (2000), Pizzurno Pixelado (2005), Desde el sofá (2007) u Octaedro: Acuario electrónico, presentado en Tecnópolis (2011), entre muchas otras obras.
Hombre rebobinado, su última criatura, es una obra que se generó a partir de la videoinstalación Desde el sofá, que a posteriori quiso llevar a un escenario con un hombre físicamente integrado al espacio de proyecciones propuesto en esta obra. Margarita Bali explica el origen de su nuevo experimento: “En Desde el sofá hay dos personas proyectadas sobre un sofá real en efecto trompe l’oeil, supuestamente performers que fueron contratados por una galería de arte para actuar todo el día. Allí, en el sofá, dialogan sobre el transcurrir del tiempo, sobre lo que hace el resto de la ciudad, comentan sobre los visitantes a la exposición y básicamente reflexionan desde una visión naïve sobre la importancia de la tecnología en el arte actual. Esta idea de la videoinstalación surge como reacción a un estado desilusionado del arte tecnológico que venía siendo formal y muy frío. Es por eso que en Desde el sofá traté de hacer mi reflexión desde una óptica más lúdica sobre la exagerada importancia que se le da a la tecnología”. Es desde esa obra que surge Hombre rebobinado. De tantas veces que Margarita Bali vio la videoinstalación es que se fue imaginando una ampliación basada en el personaje central de Sandro Nunziata. En Hombre rebobinado el bailarín es llevado al entorno real del living de una casa. Explica Bali: “La idea era expandir el personaje a los conflictos de su vida diaria, poder incluir otros caracteres de su entorno familiar con proyecciones en otros muebles y detalles arquitectónicos del espacio real y desarrollar así una obra completa sobre la vida ficcional de un artista del teatro alternativo”.
Hombre rebobinado es un juego sobre el tiempo, sobre lo vivido, sobre los recuerdos que se reviven, o sobre los que se quisieran modificar, dice la coreógrafa. “Es central en la obra el abordaje del tema sobre el trabajo del artista, la precariedad, la necesidad de inventiva constante para ganarse la vida siendo un performer en este país. Un hombre que en su obsesión por coleccionar marcos de cuadros antiguos intenta enmarcar su vida, sus familiares, su hermano con dificultades, el pasado y también el futuro de sus hijos. El personaje es carismático, soñador, obsesivo, divertido, afectuoso, inventivo. Cualidades que quizá no son apreciadas por su entorno; y su mujer, con un sentido muy realista y eficiente, con los pies más en la tierra, se hace cargo de todas las contingencias cotidianas. Un biodrama inventado donde también se incluyen citas reales del pasado artístico del bailarín Sandro Nunziata, como su solo Gravedad, sus actuaciones en obras de Nucleodanza y su participación en el teatro y el cine. Tuve como asistente de guión a Gerardo Laffitte, que me ayudó a diagramar el hilo conductor y a atreverme con textos por primera vez en una obra mía. También me interesó mucho en esta obra trabajar con distintas generaciones reales, que incluyeron también al bebé de once meses Camilo Nunziata, las jóvenes y exuberantes bailarinas Soledad Gutiérrez, Laura Gerolimetti y Alejandra Márquez, la colega de tantos años y excelente intérprete Ana Deutsch, el actor de unipersonales Sergio Chiocca y, por supuesto, el protagonista Sandro Nunziata con una larga trayectoria en la actuación de teatro físico (Pista Cuatro y Grave-edad).
La tecnología de Hombre rebobinado está conformada por ocho proyectores de video que funcionan en sincronismo: cada imagen es proyectada con precisión de “mapping” sobre un mueble o un detalle arquitectónico del living, lo cual genera en el público una sensación de presencia real de los integrantes de la familia en diversos momentos. La “voz cantante” la lleva principalmente el texto de la conversación de la pareja en el sofá, mientras en los otros sitios se observan imágenes aludidas en la conversación: situaciones en la calle, el pasado de los personajes, momentos más oníricos, referencias simbólicas y en varias instancias la intensidad de la escena conduce a la proyección simultánea de todo el entorno. “El sonido está espacializado —explica Margarita— para cada proyector con sus correspondientes parlantes y se siente real la direccionalidad de los sonidos de ambiente interno, externo y de las voces. Gabriel Gendin compuso música para las escenas más coreográficas o de acción y cada uno de los ocho DVD que sostienen las imágenes contienen sus propios audios específicos.”
—¿De qué manera se incluye en la danza lo tecnológico?
M. B.: Puedo contestar que lo tecnológico afecta a la danza, la cambia, la confronta con otros parámetros, otras motivaciones y objetivos que implican una compenetración con el producto final, que es una obra visual y dramática en un formato diferente. Tiene el desafío y también la gratificación para el bailarín del aporte de lo propio, en cuanto a improvisaciones, búsqueda de material de movimiento o respuesta instantánea en vivo ante los estímulos disparados interactivamente.
—¿En qué estado de situación se encuentra la Argentina en relación con la danza y el uso de las nuevas tecnologías?
M. B.: En cierta manera se comienza la inclusión de lo tecnológico en Argentina a partir de videodanza a comienzos de los ’90. Con la perseverancia, contra viento y marea, del Festival de Videodanza, que dirige Silvina Szperling, se incluyó desde un comienzo los aspectos relacionados con lo tecnológico, lo interactivo y lo multimedial, a través de talleres e invitaciones a artistas y desarrolladores de tecnología locales y extranjeros. También en el presente tiene el potencial de influir en la danza la inclusión acelerada, en estos últimos años, de nuevas tecnologías y estudios multimediales en las universidades de Tres de Febrero, IUNA y Maimónides y diversas instituciones como Fundación Telefónica, Chela y Alianza Francesa. Diría que estamos detrás de la escena mundial por bastante, pero fundamentalmente porque no existe para la danza un ámbito ni físico ni equipado técnicamente para facilitar la congruencia de gente especializada como coreógrafos, bailarines, directores teatrales, técnicos en diversas tecnologías, ingenieros, videastas, camarógrafos, con la contraparte de equipos tecnológicos necesarios, computadoras, cámaras, software y hardware en un espacio centralizado adecuado para la convivencia del trabajo diario. Lo más complicado y fundamental es que el espacio tiene que ser permanente y que para cada intento de ensayar, investigar o mostrar al público no sea necesario montar y desmontar el complejísimo cablerío y los equipos; lleva infinito tiempo y además son costosos y delicados.
Hombre rebobinado. Viernes a las 20.30. Sala Loft: Jorge Newbery 3571, 1 7 (a 100 metros de Av. Córdoba). Informes y reservas: 4553-4572. $ 50 con copa de vino ($ 35 jubilados y estudiantes).
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