Viernes, 8 de junio de 2012 | Hoy
ESCENAS
Revelación de un mundo, de Clarice Lispector, fue la inspiración para que Juliana Muras y Verónica Mc Loughlin dieran vida a una noche de insomnio en la que lo mínimo también merece ser dicho.
Por Sonia Jaroslavsky
No duerme, interpretada por la actriz Juliana Muras, es la historia de una mujer que se prepara en su casa para salir con alguien. Minutos después suena el teléfono y el plan se cancela. La mujer decidirá no dormir y compartirá su soledad, sus temores, sus emociones con un público que inventa y que la acompaña.
Juliana Muras, actriz reconocida por sus actuaciones en Reflejos y Hacia donde caen las cosas, de Matías Feldman, o en Heldenplatz, dirigida por Emilio García Wehbi, y actualmente en plena etapa de ensayos de Japón, escrita por Jimena Anganuzzi y Alejandro Lingenti, explica que el motivo por el cual esta mujer se desvela y no duerme puede parecer a simple vista sin gran importancia. Es justamente esta nimia situación lo que la sumerge en ella misma, en su intimidad. “Me emparienta con algo que alguna vez sentí. Eso que pensás que si lo contás todos te dirían: ‘¿Ah, eso? No es nada’. Eso mismo, ella no lo deja pasar. Al contrario, decide hacer presencia en la profundidad con la que siente sus emociones. Así recorre diversas emociones y las acepta, las corrige, las repasa, las encarna, las afina.”
Verónica Mc Loughlin, actriz, directora y dramaturga (Voto de silencio; La Boticaria) explica que a nivel dramatúrgico se manejó el concepto de público inventado (un interlocutor creado mentalmente para ese fin). “Como cuando hablamos solos en casa. Ella no está haciendo teatro (no es stand up o un monólogo al público), sino que está en su casa, hablando con ella y con otros. De esa manera este público puede mutar, ser muchos, ser pocos, ser uno solo, aparecer y desaparecer.”
Juliana y Verónica cuentan que de Clarice Lispector les interesó particularmente su imaginario: “El universo que va construyendo mientras leés sus libros –aclara Muras, y continúa–, la atmósfera íntima en la que te involucra, la forma en la que te hace testigo de su intimidad. De su trabajo me interesa su intensidad, la forma en la que a veces descubrís que dice menos aún que lo que siente”. En cambio, Verónica lo primero que sintió fue una gran identificación con la autora de Revelación de un mundo “con cierta manera de expresar las emociones, esa acidez con la que se aleja de la solemnidad pero te hunde en la profundidad. A la vez que me resultaba duro leerla. La leí muy despacio. Después de cada texto necesitaba un poco de aire. Soltarla un rato. Ahora pienso que esos momentos de silencio, esas detenciones que hay en la obra, quizá tengan que ver con ese tiempo de digestión que tiene Clarice para mí. Ese tiempo para volver a escuchar lo que dijo. Para que esas palabras floten un rato dentro”.
Desde la puesta, la cercanía, el poco espacio que separa la escena con la platea real ayuda a la intimidad del encuentro. Los temas musicales que la mujer escucha y su explicitación en escena trabajan en el mismo sentido que la idea de público inventado, haciendo alusión a la musicalización de “los momentos” de la misma manera que lo hacemos en nuestra vida cotidiana. Así se escuchan “Sabor a mí” en versión de Luis Miguel, “Travel Song” y “The Tale” de John Cage, “End Titles” de John Zorn o “Toque de queda” de Jorge Drexler interpretada por Leonor Watling.
En esta noche solitaria la mujer pasa de su preparación muy coqueta para su salida con un hombre a la desilusión, el enojo, la tristeza. Luego una decisión que traerá calma sensible y profunda transitando en esta noche no sin humor los recuerdos, el silencio, el miedo, la anécdota, los sueños, la reflexión y el cansancio.
Funciones: domingos, 20.30. Sala Escalada. Remedios Escalada de San Martín 332. Reservas: 4856-0277. Entradas: $40 ($30 a estudiantes y jubilados).
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