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Desde que, cuatro años atrás, lanzase su primogénito Pretenciosa, Denise Murz no se cansa de repetir un mantra: “Pirateame toda”. Es que, lejos de las modalidades convencionales de producción y distribución de discos, la cantante y compositora ofrece su arte en forma gratuita y sin formato físico. Así, a disposición para la descarga online, sus tracks se han desperdigado como reguero de pólvora gracias a la modalidad 2.0: el “boca en boca” de blogs y redes sociales que la depositaron en los altoparlantes de hogares de Estados Unidos, Perú, Rusia y Chile (entre otros), discotecas porteñas, variopintas fiestas locales y otras de más kilometraje (tocó en la Nacotheque de Nueva York y pronto planea presentarse en la Blondie chilena).

“Al principio me comí el buzón de que me iba a descubrir un sello, el disco iba a salir en formato físico y me iba a llenar de plata. Después me di cuenta de que eso no iba a pasar; no sólo porque muchos no entendieron la estética sino porque las condiciones que ofrecen vienen con trampa. ¡Hasta te tocan los derechos de autor!”, avisa la artista que pasó de la solución digital a la militancia digital, incursionando –también– en la liberación de la propiedad creativa bajo la licencia Creative Commons.

Gracias a esta “campaña de guerrilla virtual”, como la llama, Pretenciosa logró superar más de 50 mil downlodeos y dejó cimentado un camino fértil para Mi gran conquista, su segundo disco digital, que largó el año pasado y sigue presentando, trasladando el desprejuicio del baile desfachatado a canciones con un concepto palpable: el de la pista de baile. No sólo los tracks se nutren de una sonoridad que se debe a ese –su– hábitat “natural”; también la experiencia de discoteca abre el juego de letras que, una y otra vez, vuelven sobre el anecdotario clubbing. Entre devotas bases que pregonan el más puro electropop, ésa es la puesta en escena que nutre la autenticidad (oh, ironía) de su propuesta.

“Salvo por el tema ‘Sexy Raid’, todas las historias ocurren en un boliche. La idea era tomar una situación que pasó o probablemente pase, y llevarla al extremo del ridículo”, concede la artista que, a la hora de relatar el casual encuentro de una chica con su ex pide, en dúo con el Miranda! Ale Sergi, “Hagamos un revival” (del tema “Revival”). O, para explicitar el rito del levante, ofrece líneas del tipo: “Rompecorazón, enseñame tu baile infernal en algún rincón” o, más bien, “Despistá hacia mi lado, yo quiero algo más privado, ¿dónde están los reservados? Puede ser en cualquier lugar” (“Qué diría tu madre”).

A lo largo de nueve temas, la-soldadita-bañada-en-purpurina, fanática de Madonna, Depeche Mode y Michael Jackson, repasa tácticas de levante, estrategias del desenfado, el belicismo del amor. ¿De dónde viene la armadura? “Mi tesis para recibirme en Comunicación Social, de la UBA, fue sobre cómo el amor se percibe en términos bélicos. De esa investigación salió el nombre del disco, Mi gran conquista”, concede la artista con alter ego. De noche, diva pop; de día, periodista (con otra firma, otro apellido, que elige no develar) en Tiempo Argentino, OhLaLá, entre otros.

Ducha a la hora de mezclar ingenuidad, kitsch y hedonismo, con una estética que se metamorfosea entre el pin-up trash y el glamour abrillantado, la oriunda de Liniers que compartiese escenario y estudio con figurones como la drag queen española La Prohibida, Dani Umpi y Nacho Canut, entre otros, sigue sumando planes. Mientras proyecta transmitir recitales desde su sala de ensayo, lanza una campaña crowdfunding en Idea.me para que los oyentes se vuelvan pequeños mecenas y la ayuden a grabar su próximo videoclip, “Pista”. A cambio, recompensas... Desde remeras, calcos y posters hasta recitales privados, un tema original a medida o participar del video. Otra monada 2.0.