las12

Viernes, 28 de diciembre de 2012

CABULERAS

Actos de fe

Son apenas algunas horas antes de la medianoche del 31. Una carrera contra reloj en la que hay que echar mano de colores energéticos, lanzar monedas al aire, pedir deseos imposibles atorándose con uvas, encender velas augurantes de buena onda, arrojar agua para alejar las penas, abrazarse fuerte para romper el desamor o para fortalecer cariños que ya existen. Todo ritual es bueno cuando el deseo de un 2013 feliz acucia. La cuestión es tener una eficiente guía de cábalas a mano. Como esta que les obsequiamos con dedicación.

 Por Flor Monfort y Roxana Sanda

En El extraño mundo de Jack, su personaje central, esa especie de Santa Claus en negativo del Halloween, buscaba desesperadamente un empujón al ánimo que le devolviera las ganas de creer, o de seguir envuelto en una fantasía –darky, sí, pero fantasía al fin–. Quién no quiere lanzarse como Jack o como su enamorada silenciosa, siempre perdiendo un brazo o una pierna en busca de la felicidad. Todas un poco Jack, un poco heroínas, frente a un 2013 vertiginoso, insondable o provocador de nuevas ilusiones, abalanzadas en busca del talismán que obsequie amor, libertad, inmensidad; que libere de ansiedades, que saque de pobres, de solas, de mal acompañadas, de saturación, de sobrecarga. Aquí, un listado absolutamente pagano, repleto de pensamiento mágico y en el fondo, muy en el fondo, tablita salvadora de los deseos. Un protocolo del “por las dudas” y “siga las instrucciones”. A ver si todavía se cumple.

ABRAZO Y BESO. In-fal-ta-bles. Representan el amor y la compañía de pareja (anche eventual o inesperada, llámese invitada/o de último momento). Las brujas buenas recomiendan efusivamente abrazar y besar a quien se quiere y/o desea locamente para asegurarse un 2013 cargado de romance o sexo.

AGUA. Líquido preciado y precioso entre los fluidos de este planeta, simboliza expulsar de la vida que una vive el llanto, las penas y la negatividad que siempre quedan pegadas a la piel como melaza de malas ondas. Los chinos sostienen que el recorrido del agua es fundamental para evitar estancamientos y garantizar el buen fluir de las emociones. La receta, sencilla, austera, sin mayores complicaciones pero prometedora de un fluir cotidiano más armónico: arrojar un vaso de agua desde la morada donde transcurre la espera del año nuevo hacia la calle, para dejar correr las lágrimas no derramadas y ayudar a las tantas derramadas a fluir mejor.

PALMAS AL MAR. A las que la noche del 31 las encuentre en alguna playa de estas o de otras costas, deberán correr hacia la orilla del mar para arrojar palmas blancas a Jemanjá. Entiéndase por palmas blancas lo que floristas amables interpreten. Hay que confiar. Y salir del mar de espaldas, a contramano, para no fastidiar a las diosas.

FRUTAS BLANCAS Y AMARILLAS (sólo para cristianas creyentes). Toda mesa de Año Nuevo que se precie de tal debería tener sobre sí frutas blancas y amarillas. Las blancas (podría suponerse el ananá, la banana, el durazno blanco quizá. Se aceptan sugerencias) simbolizan a Jesús. Las amarillas (pera, limón, si es arrancado del árbol tanto mejor, pomelo, ciruela falsamente denominada blanca), en cambio, a la Virgen María.

PALMAS ROJAS Y UN ANANA (valen piñas). En el centro de la mesa deberá colocarse un recipiente con nueve palmas rojas rodeando graciosamente un ananá, nada menos que para complacer a uno de los dioses que regirán este universo el año próximo: San Jorge, un peso pesado del santoral, cuyo número astral es, precisamente, el nueve.

SEIS HUEVOS COCIDOS. Atención: sólo para aquellas que pretendan un 2013 con embarazo en camino. Colocar un cuenco con seis huevos cocidos en la mesa donde se realice la cena, como símbolo excluyente de la fertilidad de las mujeres que residen en la vivienda anfitriona.

ARROZ BLANCO Y LENTEJAS. Nada de integral, por favor. Arroz blanco pureza que no se pase ni se pegue, y lentejas, muchas, pero muchas, adornando fuentes enlozadas (evitar melamina por lo menos esa noche). Dupla que representa la abundancia de alimentos durante todo el año.

ARREGLOS DE MESA CON HOJAS DE BOLDO. Es cierto que su aroma tira a fuertón –a esta altura para qué negarlo–, pero el noble yuyo siempre pensado como infusión digestiva juega aquí un rol más jugoso, porque simboliza la transformación positiva del año venidero. De fácil resolución, sólo requiere ir a casa de venta de alimentos naturistas y adquirir la clásica bolsita con la hierba, para distribuirla como el talento de cada una inspire.

BOMBACHAS DE COLORES. Modelo a libre elección, llámese vedettinas, culottes, hilo dental, bombachudo u otros etcéteras de lencería. Amarillas: significa atraer con fuerza la alegría y el dinero. Calzarse una de éstas garantizaría un comienzo de año pleno de felicidad y riquezas materiales. Coloradas: ¿falta aclarar que atraen el amor y la pasión como ningún otro color lo hará nunca? Entendido esto y aun así alguna se resiste porque no le resulta “fashion”, tómese una cinta de igual color y átesela a la cintura, sobre la piel, para que el año nuevo explote de amor y deseo. Rosadas: son el must en las vidrieras de las lencerías la semana antes de las fiestas, pero en versión tema libre. Algunxs las relacionan con el amor, otrxs con la armonía y tantxs otrxs con la buena suerte. Queda a vuestrx criterio.

CAMBIO DE PRENDA (la que lleven puesta. No vale intercambio de regalos). Dicen que animarse a hacerlo implica fortalecer la pareja. Si el gesto se concreta entre dos que están caminando por la corniza de la relación, propicia un decirle adiós a la crisis. No está de más intercambiar pilchas si el vínculo está mejor que nunca, se supone que ambos destinos continuarán ligados fuertemente durante el año venidero.

FOTO CON UNA CINTA. Sólo si se está muy decidida a que un individuo o una individua entregue su amor incondicional deberá atarse con una cinta roja una fotografía del personaje deseado. Acto seguido, dormir esa noche (sí, la del 31) con la imagen encintada bajo la almohada. Sale o sale.

LIMPIEZA DE LA CASA. Para sacar malas energías de la casa, se aconseja barrer con fuerza hacia la calle sin llevarse puestas mascotas ni parientes indeseables. Muy buen ritual para quienes viven en casas o PH, no así quien desde un edificio tirará toda la mugre por la ventana. Tampoco limpiar toda la casa, salvo que sirva como terapia.

LISTA DE DESEOS. (No apto para gente ansiosa. Lleva un rato, hay que pensarlo dos veces, no olvidar el proverbio árabe del cuidado con lo que desees, y esas cosas.) Para que los sueños se hagan realidad, es preciso realizar, papel y lápiz en mano, una lista de anhelos y soluciones a los problemas coyunturales. Una vez concluido el listado, doblar la hoja en todos los dobleces que se tenga ganas y abrirlo a las 12 de la noche del 31. No hace falta leerlo en voz alta a los presentes, ni siquiera a la persona más próxima. Es muy saludable evitar la abulia ajena.

LUCES ENCENDIDAS (tema sensible). Si las temperaturas que hacen saltar las térmicas lo permiten, sería de buen augurio recibir el 2013 con todas las luces de la vivienda encendidas. El objetivo es ambicioso: posibilita que el hogar irradie prosperidad y éxito ¡durante todo el año! De no creer. Por cualquier emergencia, distribuir en reemplazo velas blancas por toda la casa.

EL RITUAL DE LAS VALIJAS. Para garantizarse un año de viajes y aventuras allí donde nadie nos conoce, un ritual que viene de España dice que a la hora del brindis se debe tomar una valija de viaje y dar una vuelta manzana con ella. No está bien desaparecer por ahí a las 12, pero puede invitarse a toda la familia a imitar el emprendimiento o bien aprovechar, justamente, para desaparecer. Si se trata de un viaje deseado de a dos, hacerlo con el ser amado.

PLATA EN EL BOLSILLO, un billete debajo del plato o todos los que tengamos a mano en el bolsillo. Para empezar el año con buenaventura financiera, nada mejor que focalizar en estos temas y no en los imposibles: paz mundial, fin al hambre en el mundo, etcétera. Recordar luego dónde se guardó el billete, porque gran disgusto sería que los efluvios de la fiesta lleven a poner la ropa en la máquina de lavar sin sacar los morlacos de allí.

Uvas negras, uvas verdes, pasas de uva... lo que no vale es que estén bañadas en chocolate. Una de las más arraigadas costumbres por este lado del mundo es comer doce al sonar las campanadas del reloj. Un deseo por cada campanada para los espíritus golosos, o tres deseos en total para no pecar de ambición es lo más usual. No falta quien se atraganta en la empresa o quien pela sus uvitas bien temprano para evitar atragantamientos. Usted piense sus deseos y luego trague. Se aconseja buenas dosis de sustancias líquidas a mano.

QUEMA DEL MUÑECO. Una tradición chilena propone quemar un muñeco viejo para cortar con la energía del año viejo. Ponerle algún trasto que no se quiere ver más y tirarlo a la pileta de la cocina como quien se deshace de un enemigo indeseable o un amor perdido. Es una operación bastante aparatosa la de andar quemando un objeto, pero dicen los ritualistas del otro lado de la cordillera que vale la pena.

OTRA DE CHAMUSCAR. Ahora papeles. Si se intentara borrar las cosas negativas del pasado, ese lastre que sigue pegando abajo, el procedimiento para acabar con ellas es escribirlas en un papel y a continuación quemarlo para que esos nefastos hechos no se repitan el próximo año.

MESA DECORADA. Aquí hay que ponerse en serio con el mantel. Tiene que estar bueno, no necesariamente nuevo, pero que tenga un estilo, una onda, algún hule palermitano bonito, pocos lamparones, por favor. La cuestión radica en que si se engalana la mesa con la mejor mantelería, vajilla (igual en este caso: preferible evitar la melamina, y si los bordes no están cachados, tanto mejor) y copas, el efecto rebote es la prosperidad. Acompañar con algo dorado para que no falte el dinero. No echar mano al gato de la fortuna que mueve una de sus patitas. Un adorno navideño en tono oro zafa. Las velas: coloradas, varias, incendian de amor los corazones familiares.

MONEDAS DORADAS. Si la idea es que no falte dinero durante el nuevo año, colocar en un monedero rojo trece monedas doradas y tenerlo cerca durante toda la cena. El monedero puede ser reemplazado por morralcito del mismo color. No vale andar robando monedas a amigas y parientas. Romper el propio chanchito.

OTRA DE MONEDAS. En la misma sintonía de buena fortuna y prosperidad. Guardar doce monedas de igual denominación y revolearlas al cielo cuando den las 12. Una obviedad: ojo con el efecto gravedad sobre el público infantil y las mascotas. Que no termine en una desgracia con suerte.

PRENDAS, COLORES Y USO. Blanca: vestirse de blanco se relaciona con alejar las enfermedades y atraer la buena salud. Casi, casi que a veces dan ganas de disfrazarse de Casper. Nueva: ideal para frívolas sin remedio o fashion victims de toda laya. Calzarse una pilcha a estrenar (valen outlets u ofertas de las noches de los shoppings) significa que siempre habrá ropa nueva dentro del closet en los futuros 365 días.

SENTARSE Y PARARSE (se corre riesgo de ridiculez o patetismo extremo). Si lo que se busca en este viaje de ida que es el 31 de diciembre es engancharse con alguien y hasta casarse, habrá que sentarse y pararse en cada una de las doce campanadas del reloj. Vergonzosas podrán hacerlo en el baño, utilizando el inodoro como asiento, previa bajada de tapa. Se sabe de brindadoras tempraneras que intentaron este ritual sin bajar la tapa y terminaron encajadas en el sanitario, con el traste mojado y pidiendo ayuda para que les desatoren la humanidad.

BRINDAR SOBRE UNA SILLA O ESCALERA. Para que el 2013 depare un devenir de continuo ascenso, subirse a una silla o pararse en la escalera más cercana a la hora del brindis. En ambos casos, las malas ondas, siempre rastreras, seguirán de largo y no se enredarán entre las piernas cual hiedras venenosas.

MAS VELAS Y VELONES. Quién ignora que, según el color elegido, el noble cebo atraerá la energía correspondiente. Para una y para los seres queridos. Azul: paz, tranquilidad, armonía, calma, suavidad. Amarillas: abundancia, tirar manteca al techo, bolsillos repletos, pagos recibidos a término. Coloradas: pasión, calenturas sin límite (¡y correspondidas!), aleje de la envidia, alta emoción. Verdes: buena salud. Qué más quieren. Blancas: claridad, pureza interior, alto nivel espiritual. Anaranjadas: inteligencia plena, claridad mental, racionalidad exquisita (no se recomienda a personalidades soberbias, creídas o pedantes).

VINO ESPUMANTE. Su presencia es tan necesaria como una botella de agua helada al amanecer, cuando sólo quedan los restos de la festividad. Una bebida espumante regala generosa millones de burbujas, que al momento de despegar del líquido hacia narices y ojos prometen un instante de felicidad que permanecerá durante todo el año. Sea el mejor extra brut, sea un demi sec, sea un gamba di pernice, una sidra o un ananá fizz, pero que burbujee. Tanto como para creer que todo el año es año nuevo.

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