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Viernes, 8 de febrero de 2013

VISTO Y LEIDO

El mapa y el territorio

En Visto y oído, su nuevo libro de crónicas, la ineludible escritora argentina Hebe Uhart, dueña de una mirada atenta y sutil, se interna en distintas localidades del país para mirar con ojos extrañados un paisaje conocido.

 Por Malena Rey

Su narrativa nos tenía acostumbradas a cierto tipo de observación sutil, a una sensibilidad fresca que nos extraña al tiempo que nos acerca a los hechos narrados, y estas crónicas vienen a confirmarlo: Hebe Uhart, autora de muchos libros, tiene sobradas virtudes como narradora de mundos ficcionales, tanto como pasta de cronista, cosa que en Visto y oído, su nueva colección de postales de viaje, queda demostrado nuevamente. Ya en Viajera crónica, de 2011, Uhart recorría destinos como quien se pasea por jardines: podía detenerse tanto en el detalle pequeño como en lo exuberante y desconocido con la misma simpleza y sinceridad. Ahora se propone recorrer el país, el interior, localidades no del todo turísticas que por algún motivo le llamaron la atención, y en este gesto recuerda –salvando las distancias– a los Diarios argentinos de Gombrowicz: sin atender a los consejos de viajeros avezados, el escritor polaco se aventuraba en localidades periféricas por fuera de los circuitos canónicos de las guías de viaje. Uno de los destinos que comparten es, por ejemplo, Tandil, pero la visión aguda de Gombrowicz sobre las sierras no es la mirada lúcida y despierta de Hebe Uhart, que parece aprender a viajar cada vez. Así, ella repara en la hosquedad porteña en comparación con la cortesía de los parroquianos de los pueblos, o se detiene en los relatos orales de los moradores guiada, como faro, por la curiosidad.

Hebe Uhart es portátil y maleable: puede registrar tanto las peripecias de un contingente de alumnos del Gran Buenos Aires en Río Tercero en contacto con chicos de otras partes del país (“Un viaje desusado”, una crónica desopilante, la única que data de la década del setenta, en la que tipifica extraordinariamente a las maestras que acompañan a la comitiva), como internarse en la fábrica recuperada Zanon en Neuquén o adentrarse en un pueblito perdido de la pampa como Roque Pérez y entrevistarse con los que más conocen de su pasado. En sus visitas, Uhart parece tomar apuntes in situ: hay algo de la inmediatez de su mirada y de la sutileza de su observación y de su escucha que tienen un efecto instantáneo en la lectura. Pero también hay hechos documentados, o paradas de la propia cronista en las bibliotecas públicas para preguntar y leer sobre la historia del lugar.

En cada crónica de Visto y oído, la autora incorpora todo lo que encuentra sin jerarquías: carteles, trayectos en ómnibus, habitaciones de hotel, paisajes y anécdotas ajenas. Lo que sobresale, en todo caso, son algunas hipótesis propias que funcionan como mirillas por las cuales observa y saca conclusiones. Una de ellas, notable, es la que habla del tamaño de las ciudades; para Uhart, más que el dato demográfico, lo que define el tamaño de una ciudad es que, cuanto más grande, menos se adivina quién es o de qué trabaja la gente, y por otro lado, el trato que se les da a los perros (no es lo mismo ignorarlos que emperifollarlos).

También repara en actitudes propias de tal o cual región: en “Córdoba da para todo”, donde comenta su recorrida por el Uritorco y San Marcos Sierra, entre otras localidades, destaca, por ejemplo, que los cordobeses tienen gran puntería para poner apodos. Todas sus crónicas reflejan un minucioso trabajo de escucha y precisión. En este sentido, la única que desentona es la de Santiago de Chile, donde entrevista a tres escritores chilenos contemporáneos (Alejandro Zambra, Alejandra Costamagna y Diego Zúñiga) sobre sus propios recuerdos de viajes.

En el cruce entre la mujer que viaja y la mujer que escribe, apelando a los sentidos de la vista y de la escucha, siempre lúcida y curiosa, las modulaciones y matices de la voz de Uhart se ensanchan. Sin estridencias, de lo que se trata en estos viajes es de constituir experiencia, de esas que después se puedan compartir, contar o leer en forma de libro.

Hebe Uhart
Visto y oído. Nuevas crónicas de viaje
Adriana Hidalgo editora

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