Viernes, 8 de febrero de 2013 | Hoy
FOTOGRAFIA
La fotógrafa Julieta Anaut recrea con sus obras el origen de la humanidad con citas a la literatura y una celebración del cuerpo femenino.
Por Silvina Herrera
Una mujer rodeada de animales dóciles en un campo despojado y seco, una mujer embarazada mirando hacia la nada, muchas mujeres reunidas en un ritual de iniciación y naturaleza viva, otras mujeres en la imitación de un soliloquio, durmiendo en una terraza sobre una máquina de coser o detrás de los edificios de una ciudad gris son algunas de las imágenes que recrea la fotógrafa y artista Julieta Anaut en sus muestras itinerantes. La última que presentó y que seguirá recorriendo distintas ciudades del sur se llama Fauna Latente, un proyecto que ganó una beca del Fondo Nacional de las Artes. “Esta muestra vincula a la mujer con la naturaleza, que se relaciona con la parte animal. La adoración a lo natural tiene que ver con el origen de la humanidad y con una vinculación con la madre tierra”, afirma Anaut.
En sus fotos hay una búsqueda para volver a cruzar la naturaleza con el arte, una conciencia de la urbanidad y de la importancia de la utilidad cultural pero con un sentido de resistencia a la alienación. Muchas de sus imágenes están protagonizadas por ella misma, pero prefiere no definirlas como autorretratos: “Pienso en cómo incluir mi cuerpo en mi obra, no trato de hablar de mí, sino de la mujer desde mi cuerpo, incluirme en ese espacio, en esos sueños y ambientes oníricos, incluirme en otra realidad, porque el entorno actual todavía es hostil con la mujer. Yo muestro un deseo muy grande de una vuelta al origen y un respeto que hoy no existe, individualmente o en grupo, por eso incluyo una comunidad que se reúne a adorar, que muestra el vínculo entre varias personas, como en un ritual”.
Anaut realiza la técnica del collage o fotografía con intervención digital, un método que deviene en un mosaico de yuxtaposiciones propio de la modernidad. “Utilizo la fotografía como medio principal, pero no es el total de la composición de la obra, porque intervienen muchas otras disciplinas, como el vestuario, la actuación de las modelos o personajes, la escenografía, el dibujo o pintura y la posproducción. La manera de construir las obras es bastante espontánea y algo casi cotidiano, porque voy juntando material fotográfico cuando viajo, por ejemplo, muchos paisajes y elementos que me puedan llegar a servir como escenarios, utilería o vestuario. Entonces la obra finalmente se compone por muchos momentos y espacios distintos”, explica. Una de sus muestras anteriores fue Mujeres Silvestres, en la que da cuenta de un intento de regreso a la naturaleza primogénita. Para ella, sus obras transmiten la idea de “una mujer libre, poética, una mujer en un estado de adoración a la naturaleza, una actitud de entrega y de sacrificio, pero vivido de una manera feliz”. Otra de sus presentaciones se llamó Ofrendas, inspirada en Ofelia, que transmitía imágenes “de una figura coronada de pájaros, un cuerpo en enredadera de una mujer en constante mutación”, como ella misma describió. Las fotos transmiten una impronta de belleza, de libertad optimista, de tranquilidad. En las fotografías reunidas en Destierro del mar aparecen espacios de agua y su imagen retratada en una evocación a Frida Kahlo.
Las muestras de Anaut también tienen una conjunción con la literatura, la poesía y la mitología. Algunas de sus fotos están acompañadas por textos propios, de escritoras contemporáneas o de algunos de sus autores preferidos como Julio Cortázar y Alejandra Pizarnik, de quien se incorporaron algunos de los versos de Caminos del espejo en la muestra titulada Ofrendas. “Me interesa la poesía y la literatura –dice–, porque me nutren. También me inspiro en la mitología, hice una centaura, una medusa y una sirena. Me gusta retomar los rituales antiguos.”
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