Viernes, 7 de junio de 2013 | Hoy
LA CANTANTE KARINA BEORLEGUI CONTINúA FESTEJANDO LOS CINCO AñOS DE SU FADO TANGO CLUB, UN CICLO DONDE AúNA LAMENTOS POéTICOS Y RAíCES PORTUARIAS.
Por Guadalupe Treibel
“Para que acontezca, autogestiono”, define la cantora y productora Karina Beorlegui que, cinco años atrás y en la flamante compañía del trío de guitarras Los Primos Gabino (Juan Pablo Esmok Lew, Nacho Cabello y Esteban Ruiz Barrea), creó el Fado Tango Club y hoy continúa cosechando halago y público gracias a encuentros mensuales donde los géneros se amalgaman y conversan. “En aquel entonces, no había otro lugar donde escuchar fado”, confiesa la mujer que, entre sus tantos logros, suma una voz privilegiada, tres discos (Caprichosa, Mañana zarpa un barco, Puertos Cardinales) y la organización del primer festival porteño de fado y tango que, en su primera edición a fines del año pasado, ya contó con las privilegiadas presencias de Zé Perdigao y Ramón Maschio (arreglador de Mafalda Arnauth).
Admiradora de Tita Merello, Azucena Maizani y Mercedes Simone, entre otras, Beorlegui habla del próximo encuentro de su ciclo, promete tangos camperos como “Cruz de palo”, joyitas olvidadas como el chorofado “Meu amor chorou”, clásicos burreros como “Palermo”, y habla con Las12 de lo que es, fue y será, entre lamentos poéticos, raíces portuarias y –por qué no– alegrías autóctonas.
Cuando inauguraste el Fado Tango Club, ¿imaginabas que los encuentros mensuales llegarían a cumplir cinco años?
–Soñaba, no esperaba, y admito que este quinto año me parece una locura. Justamente para festejar el logro, al próximo encuentro lo titularemos “El origen” porque, junto a Los Primos Gabino, vamos a hacer una retrospectiva de los cinco años que llevamos con el ciclo. Ciclo que afortunadamente ha ido creciendo con el correr del tiempo y que, por primera vez en 2013, no va a tener invitados. Para esta fecha vamos a ser sólo la banda y yo homenajeando un repertorio cada vez más apreciado, porque al crecimiento local del fado lo ha acompañado un crecimiento mundial, y eso lo ha convertido en un buenísimo lugar de pertenencia musical. Porque la historia de este género ha pasado por etapas muy similares a las del tango, surgiendo en un momento de bajón y sanando a partir de una mirada actual más luminosa sobre el tema que ha acercado a muchísima juventud. Cada vez más, en Portugal, la gente lo estudia y le aporta su propia mirada, más o menos transgresora. En nuestro caso puntual, preferimos no alejarnos demasiado y ser leales a los códigos y yeites tanto del fado como del tango. En nuestros encuentros, no vas a encontrar versiones electrónicas de ninguno de los dos estilos. Sí clásicos y sorpresas, porque nuestra apuesta es estrenar dos temas nuevos en cada fecha.
Los últimos dos encuentros te encontraron muy bien acompañada: María Volonté el pasado abril, Alejandra Radano en mayo...
–Agradezco que hayan estado porque siempre es necesario ir contra el estigma del divismo, ser una buena anfitriona y compartir podio con otras mujeres artistas. Diría que ambas fueron un momento bisagra para el club, porque nos permitió abrirnos a gente que quizá no está ni tan en el tango ni tan en el fado: María va al blues y a los temas propios, Alejandra viene del teatro. Además, están los desafíos personales, como haber abierto el show con un dúo a cappella con la Volonté o estrenar con Alejandra un fado que hacía Mercedes Simone, “Meu amor chorou”, una joyita que ni siquiera está del todo traducida; no la tenía ni la Academia Nacional del Tango.
Se dice que al propio Gardel le gustaba mucho el género...
–Sí, él cantó varios fados. Lo mismo Mercedes Simone o Agustín Magaldi. Y, desde la otra orilla, Amália Rodrigues empezó su carrera con repertorio de Gardel, interpretando temas como “Cuesta abajo” o “Melodía de arrabal”. De hecho, la portuguesa Mafalda Arnauth vino varias veces, igual que Cristina Branco y Misia, y todas incursionaron en el tango en algún momento. Es ineludible que al fadista le guste el tango. Hay algo que siempre está al encuentro de los géneros. Por eso, siempre he mirado al fado con los pies puestos en el tango, siendo consciente de las coincidencias entre ambos, buscando similitudes y puntos de encuentro. Llevo trece años aunando los géneros, desde antes de que mi primer disco (Caprichosa, 2003) fuera editado. Es que, más allá de las diferencias en complejidad, son dos mundos con muchísimo en común –la bohemia, por ejemplo: Osvaldo Peredo tranquilamente podría ser un fadista de haber nacido en Portugal–. Por eso siempre evoco la imagen de un fractal, porque Buenos Aires y Lisboa tienen una raíz y un ADN en el que coinciden: los barrios marginales de puerto que los vieron nacer; la nostalgia de los pescadores y las vendedoras de naranjas o claveles en Lisboa, la nostalgia de quienes dejaron su pueblo natal de Europa para trasladarse a Argentina; las influencias africanas en los dos casos; los poetas... Hay un paralelo entre Pessoa y Borges con sus esquinas, el arrabal, la cultura de suburbios.
Durante un tiempo te autodefiniste como “cantante de puertos”. ¿Te sigue sentando bien el rótulo?
–A mí lo que me gusta es el lugar con identidad musical. Por eso, cuando hablo de “puertos” incluyo al flamenco o el blues, que también tienen ese origen de lamento, de pasión, de sangre, de identidad local, de poesía y música. Ahora, por ejemplo, dije “retruco” y me puse a investigar la copla andaluza para enfrentarla –en el mejor de los sentidos– con el tango. Respecto del rótulo, también me gustaría reflotar mi faceta de actriz. Tengo ganas de armar, para el club, un espectáculo más compacto y cerrado, con la mirada de un director teatral, con un comienzo y un final. Es posible que lo hagamos pronto.
¿Tienen invitados previstos para las próximas fechas?
–Hay posibilidades que falta confirmar. Posiblemente el próximo show sea con Lidia Borda y quizá más adelante estén Franco Luciani y Elena Roger, pero por ahora son ideas.
El año pasado concretaste otro sueño: la primera edición del festival porteño de fado y tango. ¿Cuándo será el segundo encuentro?
–Fueron cinco días de música en seis sedes, con una respuesta del público alucinante. La idea fue plantar bandera y convocar a grupos de otras partes. De aquí en más, posiblemente sea bianual e itinerante; quizá el año próximo se haga en Montevideo y, más adelante, en Lisboa. l
El próximo encuentro de Fado Tango Club es esta noche, viernes 7 de junio, a las 22 en el CAFF, Sánchez de Bustamante 764. Entradas $ 60. Anticipadas a $ 50 en Musetta, Billinghurst 894, teléfono 4867-4037.
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