Viernes, 7 de junio de 2013 | Hoy
JULIANA DI TULLIO
Por Roxana Sandá
La pregunta se la hizo una compañera de este diario, Irina Hauser: “¿Qué chances le ve este año a la despenalización del aborto?” Y ella, a menos de 24 horas de su confirmación como nueva jefa del bloque kirchnerista en Diputados, respondió: “Las mismas que le veo siempre, porque soy una optimista incansable. Es parte de mis convicciones. Presento este trámite cada vez que se cae. Pero yo hago números: hoy no están dadas las condiciones para aprobarlo. También hoy ocupo un lugar distinto al de ayer y entonces ahora debería tener una mirada más amplia. Nunca voy a dejar de pensar que la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) tiene que ser un hecho en la Argentina, aunque no haya condiciones fácticas posibles. Eso no significa que yo no siga trabajando para que alguna vez se dé”. Juliana Di Tullio, la primera mujer presidenta de bancada en la historia política argentina por decisión de Cristina Kirchner, va, ante todo, de frente. Es también arriesgada. Muchas y muchos de sus pares siquiera hubieran pronunciado una línea de esa declaración en coyunturas más holgadas. Algo así dijo Aníbal Fernández cuando le restó futuro al debate de la IVE porque “ahora tenemos un papa argentino”. Y he aquí dos lecturas, dos temperamentos posibles sobre un mismo tema. No se trata ya de apreciaciones políticas, sino de la estrategia en un invalorable abordaje, en perspectiva y en género. Ella, la psicóloga social casada con hijos que nació en octubre del ’71 en Morón, sabe militar con altura la política de género en territorios hostiles. La corre al llano, sin necesidad de bibliotecas. Por batalladora, sin duda, y, aclara, por genética “peronista y feminista”. Años atrás, en conversación telefónica con esta cronista, dijo llamar las cosas por su nombre cuando planteó que “el aborto es una cuestión de justicia social”, en un compendio de la más tradicional literatura peronista, aunque la agenda política de estas horas no esté demasiado propensa a repasar esas páginas. En sus casi ocho años como diputada del espacio K fue coautora del proyecto de matrimonio igualitario, “que no puede estar restringido a una porción de la sociedad”; presentó proyectos para la Ley de Identidad de Género, apoyó la ley de reconocimiento de una licencia laboral para padres adoptantes y la extensión de la licencia por paternidad, “para fortalecer vínculos”. Cuando Néstor Kirchner transitaba los primeros años de su presidencia, Di Tullio era embajadora para temas de la mujer en la Cancillería e integraba el grupo de mujeres que algunas escribas de la prensa hegemónica denominaron con desdén como “las chicas K” o “las cristinas”. Las tilingas de entonces no comprendían esas mesas de debate junto a Marita Perceval y Patricia Vaca Narvaja, enfocadas en la construcción de la plataforma presidencial para una mujer. La legisladora prefirió dedicarles su rechazo a otras brutalidades mediáticas: denunció públicamente a la editorial Perfil cuando la portada de la revista Noticias publicó un retrato erótico de la Presidenta. “Existen distintos tipos de violencias contra las mujeres y en diferentes ámbitos: Noticias combina dos tipos, la simbólica y la psicológica en el ámbito mediático.” Y en esto la definen sus menciones de Evita cada vez que quiere contraponer militancias, feminismos y equidades a la desmesura de los ataques. “Ella tuvo la voluntad de incrustar a las mujeres en un plano de igualdad en la construcción de poder político en la Argentina. Hay características del peronismo que son femeninas porque Eva las ha puesto en su adn: el concepto de equidad, de poder conquistar derechos colectivos. Nosotrxs no tenemos en nuestras plataformas frases o consignas de equidad e igualdad de género porque ya las tenemos en el adn. Y construimos desde ahí.”
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