[cerrar]

Comparta esta nota con un amigo

E-Mail de su amigo
Su nombre
Su E-Mail

La economía de la hiperoferta propuesta por Internet impuso una presión sobre las mujeres que las llevó a usar su sexualidad para conseguir atención. Las autofotos –autopornificación, autoexplotación– son algunos de los fenómenos más vistos en las redes sociales.

Frente a esto surge una nueva sensibilidad de las mujeres en la era digital, que tiene su punto de origen en las bitácoras bloggers y hoy encuentra un sitio de interés en un museo de chicas –hecho por chicas– en Internet. El GIM (Girls of the Internet Museum) es un espacio virtual que reúne arte o producción digital que tenga como característica común una estética definida por lo femenino.

“Lo femenino”, como si fuera algo posible de limitar, es un complejo del cual las creadoras de este sitio eligen algunas cualidades. Debajo del nombre del museo se lee, como una declaración de principios, “We’re into sincerity” (algo así cómo “nos interesa la sinceridad”). Es la sinceridad de las emociones la que ellas predican. “El museo pretende darle algo de contexto –ampliamente subjetivo– a las experiencias de girliness o girlhood que se dan en la web”, postulan desde una especie de manifiesto de la página.

Aunque lo femenino sea algo que está más allá de los cuerpos –desde Judith Butler y el posfeminismo–, las artistas del GIM son mujeres. En Screen Saver, Jeniffer Chan muestra la tensión entre la potencia y la inestabilidad que se da en un grupo de mujeres que –en tacos y mallas de lycra– destrozan sus netbooks con cuchillos y espuma detergente. Se trata de un YouTube incrustado. Artist Statement despliega una serie de tweets sobre cuerpo y violencia. El museo incluye citas breves acerca del arte y la figura de autor, de Bruno Latour, Chris Kraus e incluso anónimas.

El museo de cuatro paredes fue derribado como refugio de obras enmarcadas al menos desde Duchamp y las vanguardias de principio de siglo, y sufrió los embates de la topadora varias veces más. GIM corresponde al concepto que desarrolló el curador Pablo León de la Barra en su seminario “Museos no museos: cualquier cosa puede ser exhibida y en cualquier marco”. Y toma como modelos de inspiración estética a Petra Cortright y Olia Lialin, artistas que apelaron a soportes de Internet. Pero también a Los Simpson, por ser una obra “rápida y compleja”; a Kim Kardashian, por “su capacidad de auto-branding y modelo para la construcción del yo en la web”; y a Lady Gaga.

Cortright es una de las artistas más interactivas en cuanto a la utilización de su propia subjetividad e imagen en las redes sociales. Lialina es una de las heroínas del GIF, un formato gráfico de animación digital que se usa muchas veces en banners y publicidad, pero también puede ser transpolado al terreno del arte.

Como declara Jesse Darling, una de las artistas que participa en el GIM, “soy una artista que hago instalaciones formalistas y maximalistas, y que nunca tuve el tiempo, el espacio ni el dinero para hacer mi obra, por eso me dediqué a escribir y a hacer GIF”. Aprovechando las condiciones materiales de producción de la red y su carácter cuasi democrático, surgió este museo.

Las artistas del GIM navegan contra la corriente irónica, tan en boga en la actualidad de las redes. Para ellas lo que vale es la emoción auténtica, y la ironía va en contra de ese principio. Además, la realidad virtual no entra en competencia con la realidad material, porque forman parte de un mismo flujo vital.

Pero la experiencia, muchas veces entendida como lo personal y las emociones, y epítome de la subjetividad, tiene mala fama incluso para algunas autoras feministas. Puede ser tildada de confesional y de atajo para la política. Las artistas del GIM buscan poner en conflicto las problemáticas de la experiencia femenina y dar vuelta el guante de un soporte, Tumbrl, muchas veces reservado para imágenes confortablemente bellas.

http://gim-museum.tumblr.com