Viernes, 29 de noviembre de 2013 | Hoy
INTERNACIONAL
Del cine a la tevé: Ghost, la sombra del amor (1990) se suma a la lista de películas que serán versionadas como series para pantalla chica el año próximo.
Por Guadalupe Treibel
Entre sus logros más excelsos, a Patrick Swayze pueden propinársele al menos dos: haber movido la pelvis con sensualidad para el desmayo, atajando a la Baby de Dirty Dancing sin perder la cintura, y convertirse en el fantasma más romántico de la historia del cine. Tan dulce era su Sam de Ghost, la sombra del amor que alcanza con pispear unos minutos de cinta para caer redonda de un ataque diabético –al son, claro, de “Unchained Melody”–. También coprotagonizó la mejor peli de surfistas hecha hasta el momento (Punto límite, de Kathryn Bigelow) y se animó, siendo un sex symbol, a ponerle su tuneado cuerpo a una coqueta travesti en ¿Reinas o reyes?, pero ése es sapo de otro pozo, porque aquí interesa el azúcar... Azúcar de 1990, en honor a la exactitud, dispensado en formato de thriller fantástico/romántico que tuvo entre sus filas al ya mencionado P.S., a Demi Moore y Whoopi Goldberg y que, contra cualquier expectativa, engrosó la billetera de Paramount Pictures en 500 millones. Lo que se dice un verdadero éxito Blockbuster. Y con dos Oscar, ni más ni menos.
Lo curioso es que aunque pasaron 23 años, hoy Ghost vuelve a conseguir una proeza: ser nuevamente relevante. ¿Cuándo? En las últimas semanas. ¿Cómo? Convirtiéndose en una serie de tevé. ¿Por qué? Ns/Nc; sólo los dioses de ultramundo pueden dar respuesta... Trascendió recientemente: Amy Powell, presidenta de Paramount Television, anunció que ya tiene a dos escritores –Akiva Golsman (Una mente brillante, Soy Leyenda) y Jeff Pinkner (Fringe, Alias)– preparando el guión del piloto que transformaría la historia de pantalla grande a pantalla chica. “Estamos muy entusiasmados al contar con la colaboración de dos talentos creativos y reconocidos para la adaptación televisiva de este clásico drama sobrenatural”, expresó Powell al dar por buena la inexplicable noticia. Eso fue todo: ni posibles reemplazos, actores/actrices, directores; ni siquiera el target (¿será para adolescentes?, ¿público Cocoon?, ¿jóvenes adultos?). En fin, sólo los guionistas.
Ojo, otros ya habían resucitado (con perdón de la expresión; Patrick, que en paz descanses) la historia original. Desde 2011, por ejemplo, existe Ghost The Musical, producción que sigue girando por Gran Bretaña, y de la cual se planean versiones para Alemania, Suecia, Hungría, China y Brasil. En 2010, por otra parte, los japoneses lanzaron una remake fílmica que, salvo algunas modificaciones, se mantuvo fiel al primogénito. Ghost: Mouichido Dakishimetai reinventó el soundtrack e invirtió los personajes (quien moría y retornaba como fantasmín era la Demi oriental; el muchacho, en cambio, quedaba vivito y coleando), pero mantuvo la famosa escena de la cerámica. Porque, a saber: desde 1990, hacer vasijas es hot... y causa de risa, como bien lo demostraron parodias en Saturday Night Live, La Pistola Desnuda, Wallace & Gromit, 30 Rock, etcétera. Lo que lamentablemente faltó en aquella oportunidad fue la peculiar escena donde una Whoopi posesa le presta el cuerpo al protagonista para estar a los besos con su novia Moore, y el personalísimo Vincent Schiavelli haciendo de fantasmín enojado de subte, enseñando al héroe a patear una latita. Nada relevante, apenas pormenores...
Aunque convengamos: Ghost en sí mismo es un pormenor, un detalle, una circunstancia ínfima. “Una mala película que encantará a millones”, adelantó Time Magazine en 1990, agregando frases del tipo: “Aunque el director Jerry Zucker quiere que su necrófilo romance sea sensible, bombardea fortísimo los sentimientos para que a ningún espectador se le escape el mensaje”. Distinto al romanticismo suave y elegante, sin sobrecargar de El fantasma y la señora Muir (1947), aquella obra maestra del cineasta Joseph Mankiewicz. De las (pocas) películas existentes de amor entre damas y fantasmas, esta producción de la Fox ha de ser una de las más memorables, con la deliciosa Gene Tierney y Rex Harrison haciendo de dupla imposible (por la falta de materialidad física del señor, de más está...). Para colmo de bienes, aquella cinta contó con música de Bernard Herrmann, con secundarios como Natalie Wood y recibió críticas como la siguiente de Variety: “Tierney ofrece la que indudablemente es su mejor interpretación hasta la fecha. Un romance cálidamente humano y fuera de este mundo que atrae a la audiencia como un tirón contagioso que nunca afloja”. Bien merecido, aunque –por suerte– los comentarios favorables no hayan alcanzado para que la tele la pida en suerte y le haga remake. A diferencia, claro, de Ghost...
Que Hollywood haya sacado del cajón su argumento sólo puede comprenderse en el contexto de “la era de los remakes” o, en otras palabras, de la falta de ideas (o, por qué no, del “sí ya tenemos los derechos, usémoslos nuevamente”), y siempre con mediocres resultados. Alcanza con ver la grilla del cable para darse por enterada, gracias a casos como Bates Motel –recreando la juventud del chico Norman, previo a volverse el matamami de Psicosis–, o Hannibal –recuperando al caníbal number one del cine, el homónimo Hannibal Lecter, lejos ya de la espléndida interpretación de Sir Anthony Hopkins–. ¿Y para el año próximo? Uff, de todo: adaptaciones a la tevé de Fargo, el film clásico de los hermanos Coen; de 12 monos, de Terry Gilliam; de la genial Scream, del genial Wes Craven; de Un gran chico, aquella comedia romántica con Hugh Grant, entre otras. Una locura que no para: del cine a la serie, en versiones que –recemos– hagan honor al original. Porque más no fuera por la memoria de Patrick, hasta Ghost merece respeto. Habrá que prender velas...
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