“Dame unos minutos para actuar y hacer efecto, como las cremas”, canta Violeta Castillo en el comienzo del tema “Las cremas”, corte de difusión pegadizo y bailable de su nuevo álbum Hasta abajo, que acaba de aparecer en estos días. En el video, bastante simple y a la vez muy fresco, van sucediéndose distintas mujeres con ropa de color danzando solas, tirando pasos improvisados sobre un fondo blanco con una gestualidad que remite tal vez al momento de encremarse, al acto de hacer algo por y para ellas. Este, al igual que muchos lanzamientos independientes del año –y de sus otros tres discos, los bellos Uno, Otro y Horizonte–, es de corta duración: un EP virtual de cinco canciones que piden repeat y que abren de par en par las puertas del mundo sonoro de Violeta, movedizo, oscilante y genuinamente pop. Que su carrera es toda una promesa ya parece una obviedad: tiene 24 años y a fuerza de entusiasmo y talento viene tocando en vivo con asiduidad, grabando con muy buenos músicos de la escena local (en este disco, la acompañan Guido Lousteau, Pablo Vega, Joaquín Ferrer y Nicolás Pedrero), y ya se dio el lujo de tocar en el inmenso escenario de Tecnópolis y de abrir el show de Julieta Venegas en el Gran Rex. “Los discos circulan un montón, por suerte. Desde el año pasado estoy con el sello Estamos Felices, y trabajamos juntos. Me cuesta a veces lidiar con varias opiniones, porque me gusta hacer todo yo siempre, pero está muy bueno el intercambio. Siempre la última palabra es mía. A diferencia de los discos anteriores, en éste compuse todos los temas en teclado, con un Casiotone; me aburrí un poco de la guitarra. Estoy un poco más profesional”, dice, y aclara con criterio que está en un momento de transición en el que todavía no puede vivir completamente de la música, pero ya necesita dedicarle más tiempo. Da la impresión de que para “dar el salto” no falta demasiado, porque entre otras cosas Violeta Castillo tiene mucha energía y es muy versátil, puede tocar sola al frente del micrófono como acompañada por una banda, e ir adaptándose como pez en el agua a los cambios de formación. “Armo bandas de acuerdo con la necesidad del momento. Los músicos en general están en otros proyectos y tocan conmigo cuando se los pido. Mi proyecto es Violeta Castillo, y está bueno tener la posibilidad de ser promiscua y cambiar. Siento que estoy en un camino.” En ese camino se escuchan y cruzan referencias varias: el último disco de Lucas Martí, y el de Leo García, con quien colaboró, e incluso las letras de Rosario Bléfari, con quien hizo un taller de canciones, o el electropop de la chilena Javiera Mena, además de algunos raperos como JayZ y M.I.A., que están entre sus escuchas favoritas recientes. Las canciones de Hasta abajo muestran, por un lado, estas influencias en las que hace base, con el pop como amplio campo de maniobras, donde hay lugar tanto para baladas como para los distintos arreglos de “Las señales”, uno de los mejores temas del disco, y por otro exhiben una lírica que hace pie en las observaciones cotidianas: “Siento que puedo hablar de cualquier cosa, pero me gusta hablar de mí, de mi punto de vista sobre algún tema. Las letras son revelaciones, por más mínimas que sean”, y ese tono directo y curioso impregna también su blog La batalla del movimiento, en el que precisa los vaivenes del día a día.

Una ¿coincidencia? desafortunada es que el personaje de la insufrible Violetta de Disney se llama en la ficción como ella: Violeta Castillo. Lo que a priori no parecería ser ni bueno ni malo se vuelve perjudicial a la hora de darle difusión a su proyecto: “Es terrible. Tiene la misma profesión que yo, es una chica que hace canciones. En Twitter y en Facebook me dicen cosas como ‘te amo, Martina’, porque así se llama la actriz... Siento que me hace cierto daño porque es mi nombre y es mi marca...”. Curioso y molesto.

Hasta abajo (Estamos Felices) se puede descargar a través de la web
www.violetacastillo.com.ar
Blog: labatalladelmovimiento.tumblr.com