Viernes, 10 de enero de 2014 | Hoy
VISTO Y LEíDO
Terror anal y Manifiestos recientes reúne tres nuevos ensayos de la prestigiosa teórica feminista Beatriz Preciado. Allí repasa el deseo homosexual, la infancia queer y reposiciona los discursos y los sujetos, instalando la revolución en el lugar más bajo.
Por Marina Mariasch
Abrir un libro de Beatriz Preciado es enfrentarse con un texto roto. Lo que se espera, lo que la mente repone como parte siguiente a lo que una viene leyendo nunca aparece. Surge una idea nueva, reveladora, que sacude los conceptos instalados, incluso los que se consideran de avanzada. En Terror Anal y Manifiestos recientes (La Isla de la Luna) lo hace empezando por reescribir la historia de la sexualidad pasándose los relatos a los que estamos acostumbrados por el lugar que para ella es el eje de la cuestión: el agujero del culo. Preciado reescribe la historia de la sexualidad desde el ano.
El primer ensayo fue escrito para la reedición española, en 2009, de El deseo homosexual, de Guy Hocqenghem. Publicado por primera vez en 1972, es considerado el primer texto de teoría queer. Si El deseo homosexual se plantea una crítica a las lecturas de Freud y Lacan, aquí Preciado le da vuelta el guante a las ideas de Foucault y Marx. El guante, en este caso, sería la piel, órgano que nos envuelve como sujetos, dejando abiertos algunos orificios que se prestan al riesgo de ser penetrados.
Incluso desde las definiciones lingüísticas, dice Preciado, el ano ha sido relegado a su función fisiológica –así también como la vagina o el útero–. Mientras que al pene se le reconoce la cualidad sexual, el ano ha sido, para mujeres, hombres y niños, durante años, sometido a una operación de cerramiento. Está clausurado.
Citando a Hocqenghem, Preciado asegura que “el deseo homosexual es sobre todo una cuestión de infancia”, y también es un arma. Cuarenta años después, en el segundo ensayo que integra este libro de manifiestos recientes, Preciado habla directamente del niño queer. Se pregunta quién lo defiende: “¿Quién defiende los derechos del niño diferente? ¿Los derechos del niño al que le gusta vestirse de rosa? ¿De la niña que sueña con casarse con su mejor amiga? ¿Los derechos del niño homosexual, del niño transexual o transgénero?”.
La revolución que propone es total, no sólo se opone a las reglas del patriarcado, al machismo cavernícola o a la represión religiosa. Su bisturí afilado deja surcos en los discursos de la burguesía bienpensante. De eso se ocupa en el tercero de los ensayos que integran el libro. “Ellos dicen clínica reproductiva para convertirse en mamá y papá. Nosotros decimos colectivización de los fluidos reproductivos y de los úteros reproductores”: ¿quiénes son “ellos”, que integran una serie de interrogaciones que conforman el ensayo, sino aquellos que detentan la voz de la moral, incluso de la moral aceptada por la progresía?
El feminismo heterosexual, dice Preciado, le tiene miedo a la revolución anal. Lesbianas, gays y travestis son excluidos de un feminismo hegemónico y de las prácticas de extrema izquierda. Lo mismo pasa con las organizaciones que se consideran de “buenos homosexuales”. Preciado se inclina por el lado marginal: “Somos los jacobinos negros y putos, las tortas rojas, los trolos verdes, somos los trans, los animales de los laboratorios y de los mataderos, somos los migrantes, los chicos autistas y con problemas de atención, los viejos en situación precaria”. Por los sujetos que no tienen utilidad en la cadena productiva del capitalismo. De ahí, de la línea de producción en masa –de sujetos, de identidades– es de donde Preciado invita a bajarse. De culo.
Para conseguirlo, contactar con La Isla de la Luna/ Puan 376, CABA.
Tel.: 4432-8828 / [email protected]
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