Viernes, 12 de diciembre de 2014 | Hoy
MONDO FISHION
Por Victoria Lescano
El imaginario de los ornamentos egipcios en el cine suele remitir a Cleopatra personificada por la gran fetichista de los diamantes Elizabeth Taylor y que en 1963 dirigió Joseph Mankiewicz. Lejos de esa representación kitsch e inspirándose en el film Exodo, dioses y reyes, de Ridley Scott, cuatro referentes de la nueva escena de la joyería idearon piezas fetiche en celebración del reciente estreno local de ese film. Gabriela Horvat, Rita Hampton, Marta Marginet y Jimena Ríos fueron convocadas por el ojo atento de la productora Bernardita Fernández Alonso para idear piezas emblemáticas del estilo egipcio: collares, anillos, brazaletes y pendientes desarrollados según su oficio. Unos y otros fueron documentados tanto desde un corto de Küche como por una campaña de la fotógrafa Gisela Filc, con estilismo y maquillaje de Jazmín Calcarami. Las joyeras se refieren a sus modos de abordaje de las joyas egipcias, sus investigaciones en la estética del film y la historia de los ornamentos. De ahí que Rita Hampton, quien nació en Nigeria en 1979 y reside en Argentina desde 1980, estudió joyería con Enrique Sarasúa, Jorge Castañón y se complementó en Londres, en San Martin’s School of Arts, sentencia sobre el método para su joya con forma de escarabajo cincelado en bronce y con cuerpo de madera: “Alude al escarabajo pelotero muy venerado por los egipcios, para su realización partí del dibujo en escala real y luego fui resolviendo cuestiones técnicas. La estética egipcia me maravilla por su manera tan clara, sensible e ilustrativa de contarnos su mundo”.
Gabriela Horvat creó la firma de joyería que lleva su nombre en 2002 y desde entonces junto a su madre, la artista plástica Paula Dipierro, desarrolla piezas que exaltan lo primitivo, los gestos humanos y los colores de la tierra. Remixes de sedas naturales con chaguar y cobre bañado en oro 24 kilates junto a técnicas de cestería coiling —una práctica ancestral y habitual en la realización de canastos que fueron la materia prima y el recurso para sus collares orgánicos—. “Nos concentramos en el tema de las plagas que refleja la trama. Usamos los tonos arena, tierra y dorados que predominan en la película y reflejamos tanto el lujo como la miseria”, esgrime sobre su realización.
La flor de loto fue el disparador para los aros de bronce y plata bañados en oro que ideó la española Marta Marginet (licenciada en Publicidad en la Universidad de Barcelona y radicada en Buenos Aires desde 2010, con formación en joyería en el Taller Eloi de Buenos Aires). Como señala e instruye Marginet acerca de su elección estética: “Lxs egipcixs, como muchas civilizaciones antiguas, para embellecerse usaban flores de loto, hojas de papiro, hojas de olivo enhebrabas con hilos de lino, armando collares. Posteriormente, con el descubrimiento de las técnicas de joyería, cuando empezaron a trabajar con metales y piedras, lo que hicieron fue crear copias duraderas en metal y piedras de esas primeras piezas hechas con flores perecederas que eran falsos efímeros. Me gustó plantar mi pieza como si se tratase de uno de esos falsos efímeros, buscando la máxima estilización”. Mientras que Jimena Ríos (nacida en Mendoza en 1981, con estudios de joyería en la Escola Massana de Barcelona y la escuela Alchimia de Florencia) es la actual creadora del Taller Eloi, que responde a la premisa de transmitir el oficio de la joyería. Para el Proyecto Exodo ideó un collar con forma de escamas y destacó: “Mi admiración por la joyería egipcia me decidió a no intentar imitar el virtuosismo de los egipcios, la sutileza en la elección de los materiales y la destreza para usar las herramientas en Egipto, porque hacerlo iba a llevarme a un fracaso. Sí, intenté inspirarme en la estética general y en el concepto de la joyería para este pueblo, su respeto por el oficio y el valor narrativo de sus ornamentos. Con esto y basándome también en el relato bíblico del éxodo de Moisés, el collar está hecho de piezas muy finas de bronce laminadas, lijadas con charnelas soldadas para poder enhebrarlas”. Agrega que en la joyería egipcia los peces eran amuletos que se ponían en el pelo de los niños para protegerlos de las aguas del Nilo. Y destaca que el nudo en que culmina su pieza fue pensada para desprenderse con facilidad y dejar piezas en el camino como si se tratase de las migas de Hansel y Gretel. “Y también en alusión a un pueblo que escapa y deja vestigios.”
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