Viernes, 2 de enero de 2015 | Hoy
PASOS PERDIDOS
Algunas usan paraguas chinos que son como sombrillitas multicolor para taparse de los rayos del sol; otras, remeras de agua que no sólo las sacan del tormento de la bikini sino que también las protegen del sonrojo; y algunas más se animan a las capelinas, las gorras y los sombreros. Las formas de protegerse de los rayos solares son diversas y –también– proponen diferentes formas de diseño. Sin embargo, todavía cuesta que quienes logran irse de vacaciones (con todo el esfuerzo para llegar al mar, la pile o el río) no pretendan volver con la piel bronceada en menos de siete días como un trofeo.
Sin embargo, la quemazón no es para nada recomendable. Patricia Troielli, dermatóloga y jurado científico de la Fundación de La Roche-Posay para la Investigación en Dermatología de Latinoamérica, alerta: “La exposición desmedida al sol aumenta las posibilidades de padecer cáncer de piel. Los rayos llegan a las zonas más profundas de la piel, producen envejecimiento precoz, manchas, lentigos y arrugas. La radiación es constante todo el día, todo el año, no se siente en la piel, no es filtrada por el vidrio o las nubes y participa directamente del daño celular crónico que lleva al fotoenvejecimiento y al cáncer de piel”.
La forma de protegerse es no exponerse de forma dañina al sol; utilizar protección solar alta veinte minutos antes de vestirse y repetirla cada dos horas; no prolongar la permanencia bajo el sol; evitar estar a la intemperie entre las 10 y las 16; llevar sombrero en la cabeza; lentes para sol y remera (en lo posible de colores oscuros y que no esté húmeda). Pero, además, hay que estar alerta si se detecta un lunar que pica o sangra, cambia de color o aumenta de tamaño, ya que si el cáncer de piel se detecta a tiempo, es curable en la mayoría de los casos.
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