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En Código rosa..., Dahiana Belfiori despliega las distintas experiencias del aborto desde una ficción que es, también, la reescritura política de esas experiencias personales que condensan también una historia propia, una singularidad. Esa tensión de lo personal-político potencia un dúo que el feminismo emparentó y que los socorrismos ponen en juego como militancia, como un dar vida al feminismo.

Socorristas en Red es una experiencia que nació con las Revueltas de Neuquén y arde en todo el país. El último plenario, en Agua de Oro, Córdoba, convocó al doble de activistas que el año pasado, cuando ya eran el doble que el anterior. No se trata sólo de acción, porque esta apuesta al acompañamiento, a la sonoridad, a restar solemnidad y tragedia para sumar decisión propia y empoderamiento recoge también lo más rico de una tradición, en varios sentidos.

Dahiana Belfiori se nutrió de las historias que las socorridas compartieron solidariamente con las mujeres que las ayudaron a abortar. Y así contaron sus vidas atravesadas por el patriarcado y su consecuente violencia, por el machismo como su forma de expresión simbólica, pero también esas vidas llenas de decisiones liberadoras, de momentos cruciales en los que se trata de jugarse por el deseo propio, de hacerse cargo de lo que se quiere hacer.

Con prólogo de Selva Almada y un capítulo final de Nayla Vacarezza, si algo evita el libro es generalizar. Como cada ilustración, de Luis Acosta y Gisela Martino, que les dan aire a relatos no siempre fáciles, pero sí fluidos. Porque la experiencia del aborto es única, no se repite.

Dahiana, ella misma socorrista en su ciudad, Rafaela, elige también una voz para cada historia, desde la médica aliada del hospital público Castro Rendón en Neuquén, que se empeña en enseñar sobre aborto en las universidades, hasta la joven en situación de prostitución que ha vivido “todas las violencias”, cada relato deja escuchar una voz propia, tan propia como colectiva –aunque parezca una paradoja– no sólo en el sentido de acompañamiento, sino también de esas marcas que el patriarcado deja como muescas en las vidas de las mujeres.

Despejar las culpas, desterrar la vivencia del aborto con el único sentido de tragedia, desechar las ideas religiosas que impregnan las políticas públicas mucho más allá de lo aceptable y contar cada aborto como lo que es: un acto de libertad de la mujer que puede decidirlo, de eso se trata Código rosa..., y también de documentar una iniciativa que llena de vitalidad al feminismo, al convertirlo en mucho más que postulados para hacerlo intervenir de manera concreta en las historias de mujeres de carne y hueso.

Es un libro de relatos pero es también un libro militante, porque al proponer nuevos sentidos para el aborto también deja al descubierto las prácticas concretas que se siguen llevando adelante, aunque el Congreso Nacional haga oídos sordos, y aunque a veces parezca imposible avanzar en la legalización. Las Socorristas en Red creen que los acompañamientos en los abortos medicamentosos, las redes que se forman con profesionales y trabajadores de la salud pública, la posibilidad de reunirse en bares y plazas, también empujan la legalización hacia un horizonte posible, en lugar de dejarlo en el limbo de los discursos. Se aborta, y si bien el aborto es una experiencia absolutamente intransferible, se aborta acompañada. Se aborta como práctica feminista de libertad sobre los cuerpos, como discusión en acto del mandato de la maternidad obligatoria, como puesta en cuestión de los mandatos sociales sobre la pareja, la feminidad, la reproducción como destino. Por todo eso, este libro de relatos va mucho más allá de la ficción que eligió para contarse. Es un documento de esa época histórica en la que las feministas salieron a abortar en manada en un acto de libertad, para poner sobre la mesa la autonomía de los cuerpos, como realidad palpable.