Viernes, 8 de diciembre de 2006 | Hoy
CONSEJITOS DE MARU BON BON
No, muchachos, no miren hacia otro lado porque esta reflexión también les compete. ¿O acaso vosotros no lucháis contra las pilosidades extras que aparecen aquí o acullá en zonas tan extrañas como narices, orejas, espaldas y mejillas? Sepan que depilarse es quitarse pelos más allá de la crueldad del método elegido por el/la/lx poseedor/a/s de los mismas/os. Y aunque nosotras tenemos tradición en esto de avenirse a lo que nos ha sido impuesto, no siempre es bueno andar quitándose lo que naturaleza/ezo tan graciosamente ha otorgado. A saber:
¿Ah no? ¿Han probado mis queridas/os frotarse la zona recién lacerada contra otra que se mantiene virgen de torturas? ¿Conocen acaso del grosor de los pelos de las zonas pudendas? ¿Saben que el papel de lija puede ser un arma en manos de un amante desconsiderado/ada? Es por eso que el cavado tiene un límite, queridos y queridas amigos/as de cada semana. No quieran volver a la tierna infancia, que eso es imposible. Y si lo hacen, denle tiempo a la zona a curtirse.
Somos bichos/mujeres/ hombres/trans (ponga aquí lo que corresponda) de cultura. Y en ésta, la nuestra, se comenta que recortarse lo que sobra resulta un hábito higiénico (¡gulp!), sobre todo a la vista del resto del mundo y no precisamente de quien debe despojarse de lo suyo poniendo su osamenta en camillas por demás transitadas y/o sudadas merced al calor del material extractor. Es lógico entonces que una/o/e se niegue a someterse a tal suplicio. Más es posible pensar más allá del dolor y más cerca de una/o/e/ss: en el/la próximo/a/e. ¿Qué derecho tenemos a andar dejando caer lo que sobra por no erradicarlo de una vez? ¿Por qué condenar a quien atiende nuestros favores a sufrir arcadas, convulsiones y pesquisas inútiles en busca de ese extraño que va y viene de la boca a la garganta? ¿Eh? Vamos, que un recorte al menos, un desenredo tal vez, también puede ser un acto de amor.
Diga no al teñido de las partes, niéguese a las rastas que emergen de las orejas, evite los diseños geométricos para señalizar el punto caramelo. Deje que otro/tra los encuentre, que para eso estamos hechas/chos/es, para buscar en los insondables caminos/sendas que el destino/a nos impone. Y así libar los tesoros/tesoretes que para nosotros/as están preparados.
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