Viernes, 8 de julio de 2005 | Hoy
INUTILíSIMO › INUTILISIMO
Otro sería el cantar si nos decidiéramos de una buena vez a volver al sistema de educación tradicional que tan buenos resultados arrojó hace no tanto tiempo, cuando la autoridad paterna y materna tenía un peso específico y los niños no eran malcriados como en la actualidad. Todavía en 1957, el español Antonio de Armenteras podía escribir en la Enciclopedia de la Educación normas sanas y estrictas para encaminar a las criaturas desde la cuna. Por ejemplo: “Sus lloros no han de servir jamás para cambiar el plan de alimentación fijado por el médico. Tomará lo que éste le diga y en la cantidad que determine, prescindiendo de la reacción que en el pequeño provocará el régimen”. ¿Les quedó clara la idea? Por las dudas, hay más: “Con la misma severidad se atenderá la pulcritud con que debe expulsar lo que comió y bebió. Esas necesidades debe expresarlas el niño con gestos. Con perseverancia y alguna que otra cachetina (sic) se acostumbrará a ello. Así, su educación se irá desarrollando al mismo tiempo que su cuerpo y su cerebro”.
Desde luego, no hay que apurar a la criatura para que camine antes de tiempo, ni dejarla que se ponga de pie apoyándose en la baranda de la cuna antes del año, con ese concepto equivocado de lucirse que tienen algunos progenitores, “porque el peso del cuerpecito curvará sus piernecitas que quedarán deformadas para toda la vida, dando en todo momento la sensación de que acaba de dar un largo paseo a caballo”.
A partir de los 6 años, hay que comenzar a pensar en la formación escolar del párvulo, quien en su hogar “debe ser siempre preservado de los malos ejemplos a fin de que contraiga buenos hábitos morales”. Entre los maestros, debe ser elegido aquel quizá no tan preparado pero de conducta correcta, antes que el sabio de moral dudosa, porque, “¿de qué vale que sepa lo que es una línea recta si ignora la rectitud de conciencia?”.
En cuanto a los penas corporales en la escuela, Armenteras descarta gentilmente la vara, pero nos anuncia que “como castigos físicos quedan el cachete, la azotaina o el permanecer de rodillas con los brazos en cruz”. También se puede considerar el correctivo de hacer escribir todas las veces que el maestro disponga la respuesta no sabida. Y para reforzar sus teorías represoras, el autor de la Enciclopedia... cita un proverbio bíblico: “El que escatima bastonazos a su hijo, lo odia”. Como ya habrán advertido ustedes, la violencia física módicamente aplicada es necesaria para amaestrar de modo irreprochable a los párvulos. No nos dejemos encandilar, pues, por la relajada permisividad de la psicología moderna para no tener que arrepentirnos cuando sea demasiado tarde.
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