Viernes, 24 de febrero de 2006 | Hoy
INUTILíSIMO
Nada mejor para retener a un marido más tiempo en el hogar –lejos de bares, sitios de juego y otras tentaciones– que armarle un rinconcito exclusivo para él en el living u otro cuarto de la casa. Donde, como astutamente propone la revista Femirama de enero de 1965, “pueda leer con tranquilidad el periódico, fumar un cigarrillo, escuchar un disco, hojear un libro...” Sólo es cuestión de destinarle alguna pequeña zona del living, de alguna habitación de estar, incluso del propio dormitorio si es espacioso. Si ponemos voluntad e ilusión, será una grata tarea “conseguir darle a esa zona un carácter realmente masculino. Por lo tanto, se prescindirá de todo aquello que tenga un aire coquetón o evidentemente femenino, eligiendo en cambio muebles prácticos y sobrios”, según los gustos del varón en cuestión.
Con poquitos muebles y algunos elementos de decoración, tendremos ese lugar bien de hombre, acogedor pero viril. Lo básico: una butaca, un escritorio o mesita, y una lámpara. Si el espacio alcanza, podremos añadir un revistero (de líneas austeras, claro está, a ver si todavía lo confundimos). Lo indicado como asiento sería una mullida bergère inglesa, pero también puede resultar apropiada la butaca de estilo colonial americana de madera, con respaldo de varillas, que quedará más confortable si se le agrega un suave cojín (forrado en tonos severos, no hace falta decirlo).
Si se opta por un escritorio, Femirama recomienda el inglés, de líneas estrictamente geométricas con herrajes de bronce, o bien el Regency, con tablero plegable forrado en cuero verde oliva o bordó. La lámpara, desde luego, debe seguir esta línea recia pero sin desdeñar la novedad: por ejemplo, puede estar montada sobre un fusil antiguo, una trompeta o una clásica jarra de cerveza alemana (de porcelana), que bien podríamos fabricar nosotras mismas en nuestros momentos de laborterapia, siempre respetando los hobbies del señor de este pequeño feudo.
En el caso de decidirnos por una mesita, se sugiere la de estilo colonial, redonda, con una pata que se apoya sobre tres pies, muy adaptable y ubicua, “ideal para el vaso de whisky, la copa de coñac, la taza de café, el cenicero”. Para el asiduo lector de diarios y revistas, “es esencial el revistero inglés con varios departamentos”. Finalmente, a fin de que este rincón signado por la más neta masculinidad seduzca al marido más arisco, habremos de decorarlo con objetos tales como un barómetro inglés antiguo (puede ser imitación), un gran globo terráqueo encajado en un soporte circular (que puede transformarse en original bar) y, de acuerdo al gusto del destinatario, algunas pequeñas colecciones, ya de armas antiguas, ya de pipas raras, ya de soldaditos que evoquen tanto su infancia como uno de los inventos masculinos más antiguos: la guerra.
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