Atardecía el martes en River Plate y las filas para entrar estaban bien divididas por sectores. Para ingresar a la platea, dos uruguayas envueltas en banderas con grandes lenguas caminaban ansiosas en la ordenada fila. Se habían ganado la entrada y el pasaje en buque cantando temas de los Rolling Stones en una radio montevideana. “Soy fanática desde los 13 años y ahora tengo 26”, dice Virginia, que ya había venido las anteriores dos veces pero ahora no lo creía posible porque “estaba carísimo”.

Chivi, “Yoko” y Laura tienen 17 años y están apretujadas en la cola para entrar al campo. Son “amigas de los recitales”, se conocieron siguiendo bandas locales. Estuvieron juntando la plata desde hace un año. Chivi es morocha, alta y tiene el flequillo a media frente. El año pasado fue una de las que se salvó en Cromañón. Estuvo un día internada y mucho tiempo sin salir. “Pero este recital no me lo pierdo”, aclara.

Marcela tiene 38 años y es “fanática desde los 11”, asegura. Trabaja en un locutorio de día y en un restaurante de noche como camarera. “Pagué con la tarjeta en tres cuotas, y si no me alcanzaba vendía mi cuerpo, no importa”, se ríe. Es la tercera vez que viene a ver a los Stones, “siempre al campo”. “La primera vez que vinimos con mi mamá, mi tía y mi sobrinita de seis años, somos una familia de mujeres Stones”, sentencia.

“No tenemos entradas, estamos desesperadas”, dicen Cintia y Rocío recién llegadas de General Roca, Río Negro. Las chicas tienen 19 años, la panza al aire, zapatillas de lona y grandes aros de alpaca. Para juntar la plata trabajaron durante un año vendiendo canelones y empanadas. Compraron el pasaje y pretendían llevar a cabo la improbable tarea de comprar la entrada en el estadio antes de entrar, “pero te sacan la cabeza, hay que tener ojo con las truchas, hay que tener cuidado de que no te zarpen la plata”, advierten. Allá, en Río Negro, siguen a “La Ruina, y otras bandas de los barrios bajos”, cuentan. “Hay pubs que les hacen el aguante, hacen covers o tienen temas de ellos, allá hay una stonada bárbara”, aseguran. Ya había caído el sol y un show a pura satisfacción estaba a punto de empezar.