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Viernes, 25 de agosto de 2006

INUTILíSIMO

La limpieza de la casa debe planearse inteligentemente

Una casa permanentemente ordenada y reluciente por donde se la mire es sin duda la aspiración suprema de toda ama de casa que se precie. Alcanzar ese resultado y mantenerlo requiere de una organización inteligente y del uso del equipo adecuado. Desde luego, no se trata de asear a fondo la casa todos los días, pero sí que parezca que lo hacemos. Ese efecto se consigue realizando algunas labores en forma profunda y minuciosa cada quince días, y otras, mensualmente. Así nos instruye la revista Mucho Gusto de diciembre de 1965 con advertencias y consejos que harán que “la tarea cotidiana de barrer, repasar, recoger el polvo y ordenar pueda significar apenas una fracción de tiempo, siempre que periódicamente se dedique una jornada para ejecutar a conciencia las tareas más pesadas”.

Cada dos semanas, pues, “la cocina debe ser objeto de una higienización

especial: el techo emprolijado con un plumero largo, los azulejos frotados con borra de café (sic) y enjuagados con agua clara, o bien restregados con un trapo empapado en alcohol de quemar, los quemadores de la cocina limpios en una solución hirviente de agua y soda, el horno libre de grasas, para lo cual conviene dejarle adentro, la noche anterior, un recipiente destapado con amoníaco”.

También quincenalmente hay que efectuar una limpieza semejante en el cuarto de baño, empezando por el techo y llegando hasta el último rincón, sin escatimar lejías y desinfectantes, lustrando canillas y otros metales con polvos y dándoles brillo a espejos con querosén. Otra labor a realizar bisemanalmente es el repaso y lustre de bronces, cobres y platería, “con una mezcla de tiza y agua con la que se frota los objetos, dejando secar y cepillando enérgicamente después”.

Mensualmente, corresponde pulir vidrios, zócalos y puertas con agua jabonosa o partes iguales de agua y alcohol de quemar; el rasqueteado con viruta de acero y encerado de pisos, antes de encerar y lustrar; el desempolve concienzudo de la biblioteca pasándole la aspiradora a cada uno de los libros; el lavado de cortinajes de chintz o cretona, que se sumergirán en agua jabonosa sin restregar, se enjuagarán y después se dejarán diez minutos en una solución de sal para fijar el color.

Una tarea fundamental que se suele esquivar durante demasiado tiempo y debe hacerse todos los santos meses es el arreglo total de placares. Según Mucho Gusto, hay que vaciarlos, limpiarlos con aspiradora, pasar un trapo húmedo por el interior, si hace falta cambiar forros de estantes y cajones y reordenar perfectamente su contenido. Si procedemos regularmente de esta guisa, nuestra conciencia de amas de casa estará en paz, rebosante de la satisfacción del deber cumplido. Anotemos entonces en una agenda o en el almanaque los días de cada una de estas labores que mantendrán nuestro hogar impecable provocando la sana envidia de amigas, parientas y vecinas.

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